Contrato con cláusula de abrazos

Epílogo — Donde el amor aprende a vivir

🐾 Pensamiento inicial de Garbanzo

Los humanos creen que el amor termina cuando se besan
yo sé que empieza cuando dejan de mirarse todo el tiempo
porque ya no necesitan comprobar nada
Han pasado años
y sigo aquí
más viejo
más sabio
viendo cómo el amor cambia de forma
pero no de peso

*****

La casa estaba llena de luz.

No de focos.
De sol.

Una cocina amplia, con ventanas abiertas, plantas creciendo sin permiso y una mesa de madera marcada por el tiempo y las risas.

Valeria estaba apoyada en la encimera, descalza, con el cabello recogido sin esfuerzo.
No llevaba maquillaje profesional.
No lo necesitaba.

—¿Ya se fueron? —preguntó.

—Hace veinte minutos —respondió Julián desde el jardín—.
Y se llevaron más comida de la que trajeron.

Valeria sonrió.

—Eso significa que están bien.

Julián entró secándose las manos con un paño.
Tenía algunas canas.
Ella también.
Ambos las llevaban con orgullo.

—¿Te diste cuenta —dijo él— de que ya no preguntan por el canal?

Valeria lo miró.

—Porque ya no es el centro de nada.

Se acercó a él.
Apoyó la cabeza en su pecho.

—A veces pienso en lo distinto que pudo ser todo —murmuró—.
Si nos hubiéramos quedado allí.
Si hubiéramos dejado que decidieran por nosotros.

Julián besó su cabello.

—Y luego pienso en esto.

La casa.
El jardín.
El silencio cómodo.
La vida que no necesitaba testigos.

En el porche, dos gatos dormían al sol.

Garbanzo estaba más lento.
Más pesado.
Pero con la misma mirada atenta.

Moka, elegante incluso al dormir, levantó apenas una oreja.

—¿Sabes? —dijo Valeria—.
Nunca pensé que el amor se vería así.

—¿Así cómo?

—Tranquilo.
Seguro.
Aburrido para cualquiera que espere fuegos artificiales.

Julián rió.

—Los fuegos artificiales cansan.

—Y queman.

Se miraron.

El amor entre ellos ya no era un sobresalto.
Era una certeza.

—¿Te arrepientes? —preguntó él.

Valeria negó.

—De nada.
Ni siquiera de los días difíciles.

Julián tomó su mano.

—Yo tampoco.

Desde el pasillo se escucharon risas lejanas.
Fotos colgadas en la pared: viajes, cumpleaños, despedidas, comienzos.

—Nuestros hijos ya no necesitan volver aquí para sentirse en casa —dijo Valeria con una mezcla de orgullo y nostalgia.

—Porque la casa ya la llevan con ellos —respondió Julián.

Valeria respiró hondo.

—Te amo —dijo, como quien dice algo cotidiano—.
Como se dice “buenos días”.

Julián la besó en la frente.

—Y yo a ti —respondió—.
Como se dice “siempre”.

Garbanzo abrió un ojo.

Los observó.

*****

🐾 Pensamiento final de Garbanzo

Y así
sin cámaras
sin contratos
sin miedo
mis humanos construyeron una vida
Se amaron
se eligieron
se quedaron
El set quedó atrás
como deben quedar las cosas que ya cumplieron su propósito
Yo envejecí
ellos también
pero el amor
ese
sigue intacto
Ahora puedo dormir tranquilo
porque esta historia
sí tuvo final




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