Contrato con el Enemigo

La humillación tiene nombre y apellido

Mia

Mi dignidad murió a las 7:45 p.m. en la fiesta de cumpleaños de Paula Rodríguez.

Lo gracioso es que ni siquiera quería venir. En serio. Odiaba este tipo de fiestas llenas de gente que apenas conocía, de música demasiado alta y de conversaciones superficiales. Pero mis amigas insistieron, y yo, siendo la idiota que todavía tenía esperanzas en la humanidad, accedí.

Error.

Porque ahora estoy aquí, parada en medio de la sala de estar, con todos los ojos sobre mí, viendo cómo Álvaro, mi ahora exnovio, besa a otra chica justo frente a mí. No cualquier chica, claro. Maria Montes, la personificación del "más interesante" con el que me cambió. Alta, perfecta, con una sonrisa de comercial de pasta de dientes y el talento especial de hacerme sentir como una sombra.

El murmullo a mi alrededor se vuelve más fuerte. Puedo escuchar los susurros, las risas ahogadas, el "¿Mia ya lo vio?" y el "Dios, qué descaro". Como si fuera una telenovela y yo la protagonista abandonada.

El nudo en mi garganta es instantáneo. Siento el calor subiendo por mi rostro y, por un segundo, pienso en salir corriendo. Pero no. Si algo he aprendido es que el mundo no tiene piedad con las chicas que huyen. Si me voy ahora, estaré confirmando que esto me destrozó. Y no pienso darle esa satisfacción a Álvaro.

Así que me quedo ahí, con la espalda recta, la mandíbula tensa y el corazón palpitando tan fuerte que creo que voy a vomitar.

Y entonces, como si mi desgracia no fuera suficiente, escucho una voz a mi lado.

—Wow, ni siquiera cinco segundos y ya está revolcándose con otra. Pedazo cabrón, ¿eh?

Cierro los ojos un segundo. Conozco esa voz. Sarcástica, burlona, con ese tono que me saca de quicio.

Hugo.

Me obligo a mirarlo. Y ahí está él, con su típica sonrisa de lado, su pose despreocupada, como si estuviera disfrutando del espectáculo. Como si esto fuera entretenido. Como si yo no estuviera a punto de explotar.

—No necesito tus comentarios, gracias —respondo con frialdad, girando para alejarme.

Pero Hugo me agarra del brazo, con suavidad, lo suficiente para hacerme detener.

—Tranquila, guerrera. No estoy aquí para burlarme de ti —dice, alzando una ceja—. Bueno, no mucho. En realidad, vine a hacerte una oferta.

Parpadeo, confundida. No tengo paciencia para sus jueguitos ahora.

—¿Oferta? —repito con escepticismo.

Hugo sonríe, como si esto le divirtiera más de lo que debería.

—Vas a matarme por decir esto, pero... si quieres darle una lección a Álvaro, necesitas hacer algo mejor que solo mirarlo con cara de asesina —se inclina un poco hacia mí, con esa maldita expresión arrogante—. Necesitas demostrarle que no te afecta en lo más mínimo. Que tú también pasaste página.

Suelto una risa amarga.

—¿Y qué? ¿Me recomiendas subir una historia en Instagram con una frase motivacional? "Soy mi propio amor verdadero" y todo eso.

—No —responde, divertido—. Te recomiendo algo más efectivo. Fingir que estás conmigo.

Me toma un segundo procesar sus palabras. Luego, me echo a reír, sin poder evitarlo.

—¿Tú? ¿Yo? —gesticulo entre nosotros, aún riéndome—. No sé qué es peor, si piensas que voy a caer en esto o la idea en sí misma.

Hugo no se inmuta. Suelta mi brazo y mete las manos en los bolsillos con total tranquilidad.

—Míralo de esta forma. Tú quieres que Álvaro se arrepienta. Yo quiero que la gente deje de verme como el tipo que no sabe tener una relación seria. Es un ganar-ganar.

Lo miro fijamente, esperando que en cualquier momento se ría y diga que es una broma. Pero no lo hace. Habla en serio.

Y lo peor es que... suena lógico.

Asquerosamente lógico.

—Déjame adivinar —digo, cruzándome de brazos—. Si acepto, hay reglas.

—Oh, claro —Hugo asiente—. Regla número uno: nada de enamorarse.

Me río de nuevo, pero esta vez sin humor. Si cree que existe alguna posibilidad de que yo, Mia, me enamore de él, es aún más idiota de lo que pensaba.

—Créeme, Hugo —le digo, mirándolo a los ojos—. Eso no será un problema.

—Bien —responde con una sonrisa confiada, esa clase de sonrisa que oculta más de lo que revela—. Entonces tenemos un trato.

Y aunque todo dentro de mí grita que estoy a punto de cometer el error más grande de mi vida, que debería dar media vuelta y salir corriendo antes de que sea demasiado tarde, mis dedos se cierran alrededor de su mano. Es un apretón firme, seguro, como si quisiera transmitirme que no hay vuelta atrás.

—Tenemos un trato —repito, y la frase pesa más de lo que debería.

Su mano es cálida, pero hay algo en su contacto que me pone los nervios de punta. Es como tocar la superficie de un lago tranquilo justo antes de que una tormenta lo sacuda todo. Algo me dice que, una vez que suelte su mano, ya no seré la misma persona.

Él ladea la cabeza, analizándome con ojos que parecen ver más de lo que deberían.

—No te preocupes, esto será más fácil de lo que piensas.

Pero lo dudo. Algo en su tono me dice que, aunque todo parezca claro ahora, en el fondo hay trampas ocultas, caminos sin retorno. Y sin embargo, aquí estoy, atrapado en una red que yo mismo he ayudado a tejer.

Suelta mi mano lentamente, pero la sensación de su piel persiste en la mía.

—Nos vemos pronto —añade con una media sonrisa antes de girarse y desaparecer entre la multitud.

Me quedo ahí, con el eco de nuestras palabras rebotando en mi mente. Tengo un trato. Pero, ¿a qué precio?

No tengo idea de en qué me estoy metiendo.

Y lo peor es que ya es demasiado tarde para arrepentirme.

Las luces parpadean al ritmo de la música y la fiesta sigue como si nada. Como si mi mundo no acabara de tambalearse. La gente sigue bailando, riendo, bebiendo. Y yo sigo aquí, inmóvil, con la sensación de que acabo de hacer un pacto con el diablo.

Respiro hondo y trató de sacudirme la inquietud que me dejó Hugo. No puedo negar que su propuesta tiene sentido, pero tampoco puedo ignorar la advertencia silenciosa que mi instinto me grita. Sin embargo, en este momento, con el sabor amargo de la humillación aún en mi boca, no puedo darme el lujo de pensar demasiado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.