Contrato con un Multimillonario

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Después de una mañana tan loca me cuesta mucho centrarme en el trabajo. Se me enredan los pensamientos, las escenas vividas reaparecen en mi mente. Me va a ser difícil olvidar los acontecimientos tan tortuosos.

El timbre del teléfono fijo me hace estremecer. ¿Y si es él? Ese extraño loco.

Aun así, decido contestar si fuera mi jefe. Suspiro aliviada cuando oigo la voz de Danil.

–– ¿Qué pasa con tu móvil? ––pregunta. –– No da señal. El número está deshabilitado. Ya estaba pensando en acercarme a la oficina.

–– No hace falta, tengo muchísimo trabajo.

–– ¿Tu móvil esta descargado?

–– Está roto, –– respondo y sonrío nerviosa, recordando cómo mi móvil salió volando por la ventana a Dios sabe dónde. –– Estoy trabajando, Dan. Todo está bien.

–– ¿De verdad? – siente que le estoy ocultando algo. Podría pedir que te envien la cena a la oficina. Apuesto a que no tuviste tiempo de comer nada hoy.

––No, gracias, ––rechazo su oferta. –– No quiero que me distraigan.

–– Entonces llámame cuando hayas terminado, te recogeré.

–– Es poco probable que acabe hoy, respondo evasivamente, mirando la pila de papeles que están esparcidos sobre la mesa. ––Puedo pasar toda la noche aquí.

––Esto es demasiado, ––incluso por la voz siento que Danil frunce el ceño.

––La primera etapa de mi carrera, ––me encojo de hombros. –– Lo siento, pero necesito terminar urgentemente el informe, mientras estoy concentrada.

No estoy segura de si debería contarle a Dan algo sobre el incidente. Y no me refiero sólo al hammer. Gleb Alexandrovich también encaja bastante bien en la definición de problema. 

Maldito psicópata no sale de mi mente.

Vale, ahora no tengo tiempo para discutir esta estúpida historia con Danil, pero luego tendré que explicar adónde acabo el teléfono y qué pasó con el coche.

Me froto las sienes sudorosas, respiro hondo y exhalo. Es hora de concentrarse en el trabajo.

Me pregunto cómo el desconocido me va a pedir una cita si él mismo me dejo sin móvil. ¿Llamara al trabajo? ¿Dejara un mensaje en el puesto de seguridad?

Da igual. Tonterías. ¿Por qué demonios pienso en esas tonterías? No habrá ninguna cita. Necesito terminar el proyecto, hay mucho por hacer.

Me sumerjo en los documentos, pero después de un rato llaman a la puerta y me distraigo.

––Me pidieron entregar esto con urgencia, ––dice el guardia, entrando a la oficina.

–– ¿Quién?

––La misma persona que entregó su paquete.

Coloca una pequeña caja de cartón en mi escritorio y se va. Paso los dedos por el papel de regalo. Color azul oscuro, sobrio y formal, solo adornado por una cinta dorada.

La invitación ha llegado.

Qué es lo que envía con urgencia Gleb Alex… stop, no le llamaré así, ni siquiera en mis pensamientos, no hay que acostumbrarse.

Salvaje. Bárbaro. Bastardo desagradable. Tengo que centrarme en una de estas definiciones. Aunque mejor nada, no tengo que pensar en él en absoluto.

Solo la curiosidad me insta a mirar lo que se esconde debajo del papel de regalo, quitar la cinta y abrir la caja.

¿Y si hay una bomba dentro? ¿O una granada?

No me sorprendería. Tras una pausa, sucumbo a la tentación, dentro de la caja hay un teléfono móvil. Impresionada saco el teléfono en cuya pantalla parpadea un nuevo mensaje.

"Medianoche".

¿En serio? ¿De verdad cree que iré corriendo a verle en la mitad de la noche? No tenía la intención de ir a la cita en absoluto, pero ahora estoy segura.

Llega otro mensaje y aprieto los labios involuntariamente. Siento como si el desconocido ya me estuviera espiando a través de ese maldito móvil.

"Dirección".

Estoy mirando las coordenadas indicadas. Conozco este lugar. Pero, ¿hay algún restaurante o cafetería por allí? Si no recuerdo mal, solo un páramo. Territorio abandonado.

El nuevo mensaje me hace estremecer y poner los ojos en blanco de indignación.

"Ponte una falda".

¡¿Qué?!

“Póntela tu”, irritada empiezo a escribir la respuesta, pero al final simplemente lo borro y no envío nada.

Apago el móvil y lo dejo a un lado. Intento sumergirme en el trabajo, y lo consigo. Termino cuando fuera ya está muy oscuro, y las manecillas del reloj marcan las nueve de la noche.

Puedo continuar mañana. Ya estoy demasiado cansada, no puedo pensar. Es mejor echar un vistazo de nuevo a los materiales del proyecto mañana.

Salgo y veo que mi coche está aparcado en la entrada. Absolutamente intacto, sin un solo arañazo. ¿Es posible reparar el coche tan rápido?

––Buenas noches, ––oigo una voz cerca. –– Gleb Alexandrovich ordenó entregárselo personalmente.

Me giro y veo a un hombre extraño con un traje negro. Me da las llaves del coche.

–– Gleb Alexandrovich también le aconseja que encienda el teléfono. O tendrá que hacerlo él mismo.

El hombre se aleja, y me estremezco del shock. Miro las relucientes llaves en mi mano. Finalmente salgo del estupor y me acerco al coche.

Este no es mi coche. Bueno, es decir, a primera vista, se parece al mío: la misma marca, modelo, color. Pero este coche es nuevo.

Maldita sea.

Nunca aceptaría un regalo tan caro de un extraño. Pero ahora se están aclarando muchas cosas. Debe ser una persona rica e influyente, de ahí la permisividad que todo el mundo parece mostrar.

Un hombre con poder ilimitado puede traer un número ilimitado de problemas. ¿Y cómo deshacerme de el? ¿Cómo puedo hacer que Gleb Alexandrovich se olvide de mí y renuncie a sus planes invasivos?

 

Enciendo el teléfono para llamar un taxi. La aplicación muestra muchos coches libres en mi zona, pero ninguno me acepta como clienta. Trato de ejecutar otra aplicación. El resultado es el mismo. Pasan diez minutos, veinte, y la situación sigue igual. Los conductores ignoran obstinadamente mi petición, incluso después del aumento de precio. Es la primera vez que me pasa algo así.




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