Contrato con un Multimillonario

=7=

–– ¿Por qué no buscas una chica más adecuada, Gleb Alexandrovich? Bueno, por ejemplo ¿ a una que apreciará tus embistes?

––Tú misma me enganchaste, –– desarma. –– ¿Ahora das marcha atrás?

––Aparcaste tu coche en...

–– ¿Acaso se trata del coche?

–– ¿Entonces de qué? ––Estoy perdiendo la paciencia.

–– Eres como un desafío, –– una mirada ardiente pasa sobre mí, acaricia mi rostro, se desliza por mi cuello hasta mi pecho, obligando al aire a latir en mis pulmones. –– El desafío ideal para mí.

La resistencia le enciende. La inacción le permitirá cruzar todos los limites aceptables. Me siento en un callejón sin salida. Estoy tratando de transmitir con frialdad y claridad que no tendremos ninguna relación. Pero todo es inútil.

––Disfruta de la noche, ––dice, como si realmente pensara que puedo relajarme bajo el escrutinio de una mirada que me desnuda.

La situación es difícilmente propicia. Todo en mi alrededor es tan pretencioso que me siento una extraña en esta fiesta. Hombres con trajes elegantes, damas vestidas como si fueran a pasar por la alfombra roja. El brillo de las piedras preciosas es cegador. Las pieles son impresionantes, bueno, aun así, con este calor. Las tardes de septiembre son frescas, pero no tanto. Entiendo que la gente a mi alrededor me está estudiando. Aunque imperceptiblemente, con sigilo, pero siento su atención en mi piel. Me destaco del resto de invitados, parezco haber llegado aquí por pura casualidad después de un entrenamiento deportivo. Pero conocen a mi compañero y... ¿tienen miedo?

De repente me doy cuenta de que nadie me está mirando abiertamente. Vale, tal vez me lo estoy imaginando y no es nada. Total, no importa.

Bajo la mirada al menú. Mierda, mi estómago está gruñendo de hambre. Estoy muerta de hambre. Vaya cambios: hace un rato no podías ni pensar en la comida y ahora estas por pedir un montón de platos a la vez. Es por causa del estrés, no todas las noches me secuestra un psicópata en un helicóptero.

–– Filete de salmón. Langostinos tigre a la plancha. Ensalada griega.

Anuncio mi orden y me muerdo la lengua para no continuar con la lista. Estoy tentada de pedir todos los platos del menú. ¿Quizás entonces este bastardo me dejara?

Maldita sea. ¿Por qué junto a él en mi cabeza viene todo tipo de tonterías? Cada vez peores.

–– ¿Vino? ––pregunta él. –– ¿Champán?

–– Zumo de naranja.

–– ¿Tan aburrido?

–– No bebo alcohol.

La verdadera pesadilla comienza cuando nos traen la comida. Al principio me distraigo. Al ver los platos fragantes, la saliva se libera inmediatamente en mi boca, por lo que procedo a degustar las delicias sin mucha ceremonia. El salmón se derrite en la boca. Los langostinos están muy bien preparados. Y de repente me sube la fiebre.

Esa mirada diabólica. Helada, pero abrasadora. También tan tangible, poderosa y penetrante que me provoca un temblor nervioso.

Noto que el hombre no ha tocado su comida. Me está observando.

–– ¿Por qué me miras así? –– Me estoy poniendo tensa de nuevo.

––Hermosa, ––sonríe, mostrando sus dientes.

–– ¿Y qué? ––Aprieto los labios molesta.

–– Deseo.

Es tranquilo como un boa constrictor. Sus ojos brillan, sonríe. Y me siento como un conejo. Como la presa que es conducida lenta y metódicamente a una trampa. El animal tiene hambre, anhela nuevas emociones de un juguete nuevo.

Deseo. Y punto.

Gleb Aleksandrovich se expresa directamente. Honestamente. Sin tapujos. Su manera de comunicarse me provoca un choque. Por lo general, la gente no se comporta tan abiertamente.

––¿Me pregunto si mis deseos tienen algún significado para ti?

––Por supuesto, –– dice, y se inclina hacia adelante impulsivamente, reduciendo obscenamente la distancia entre nosotros. –– De lo contrario, te lo habría hecho en el parking. O aquí, te pondría sobre la mesa y te tomaria hasta que convulsiones.

Le doy una bofetada. Más bien balanceo mi brazo y trato de golpear con la palma su descarado y satisfecho rostro. Esto es un reflejo. Pero el hombre resulta ser mucho más rápido, hábilmente intercepta mis dedos, instantáneamente agarra primero una mano, luego la otra. Me besa. Apenas roza la piel con sus labios, actúa como un auténtico caballero, lo que contrasta completamente con sus frases obscenas. Estoy temblando de indignación.

Bueno, ¿cómo es posible? ¡¿Cómo?!

“Fácil”, –– leo la respuesta en sus hipnóticos ojos.

Y es realmente capaz de obligarme por la fuerza. El secuestro solo es el comienzo. Es un juego divertido. Pero si una persona tan influyente y peligrosa se cansa de intentar lograr un objetivo, los métodos cambiarán rápidamente. ¿O no?

Maldita sea, ¿hay alguna posibilidad de que se aburra? Simplemente que cambie de objetivo. Elija otra opción.

––Amo a mi novio, –– trato de hablar con calma, sin agitarme. –– No puedo estar con alguien sin sentir nada. No sé cómo.

–– Mentiras, –– me corta él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.