Contrato con un Multimillonario

=8=

–– ¿Qué? –– Me levanto involuntariamente, trato de liberar mis dedos de su ardiente agarre, solo que cualquier intento es en vano. – De todos modos, no voy a probar nada. Tal vez en tu mundo es normal establecer constantemente nuevas relaciones y divertirte con las personas que apenas conoces, pero yo veo las relaciones de otra manera.

–– No le amas.

Me quedo sin palabras ante esta declaración, y también por el contraste entre el tono gélido y los dedos calientes que de repente están dibujando patrones justo en el interior de mis palmas.

––Le amo, –– digo con firmeza.

Chispas burlonas bailan en sus ojos azules. El hombre no pronuncia ni una sola palabra, no discute conmigo, pero toda su apariencia literalmente grita:

"¡Jajaja! ¿Amas? ¡¿En serio?!"

–– Chorradas, ––murmuro. –– Piensa como quieras. No me importa. Estoy saliendo con Danil y no necesito a nadie más.

– ¿Cuándo tuviste sexo por última vez?

Es hora de acostumbrarse a su falta de tacto, pero el aire se atasca traicioneramente en mi pecho, no encuentro una respuesta de inmediato. Interfieren su sonrisa insidiosa y su mirada diabólica.

Estoy a punto de poner a este bastardo loco en su sitio, cuando una nueva pregunta me descoloca totalmente.

––¿Hace tanto tiempo que ni siquiera te acuerdas?

–– No hablo de mi vida privada con extraños.

–– Propongo un trato.

–– Lo haré si me dejas en paz.

–– Vale.

Demasiado rápido. Demasiado sospechoso. Demasiado…

Sus pulgares recorren mis muñecas, haciéndome tensar aún más.

¿Me he llevado a mí misma a una trampa?

–– Serás mía.

–– ¡Nunca!

Él me libera. La sonrisa de un depredador bien alimentado no desaparece de su rostro. El hombre toma los cubiertos y procede con su plato. Corta hábilmente el bistec. Usa el cuchillo y el tenedor como si cortara con un bisturí.

Sus movimientos al comer son hermosos. No puedo evitar de admitirlo. Aparentemente no hay, nada especial en ello, vale, come y come. ¿Qué es tan inusual? Pero maldita sea, es realmente fascinante.

Puede ser que la magia este en sus tatuajes. Las marcas en los dedos llaman la atención. Eso es lo que incita a observar, a estudiar.

––Gané, digo. ––Ya no debes aparecer más en mi camino. Rompamos y olvidémonos de esta cita.

–– ¿De verdad? –– arquea una ceja irónicamente.

–– Para, –– le recuerdo con la voz halagadora. ––Nunca seré tuya, lo que significa que podemos terminar esta estúpida conversación.

–– Es pronto todavía, –– dice, y continúa lidiando con su plato.

–– Temprano para qué?

–– Para regocijarte.

––Vale, ––me encojo de hombros con irritación. –– Puedes perder más tiempo. En cualquier caso, no funcionará.

Él come con mucha avidez. Salvajemente. De forma frenética. Actúa correctamente, no viola ninguna regla de etiqueta, pero al mismo tiempo parece un bárbaro. Primitivo. Su nuez se mueve rítmicamente. Las mandíbulas aprietan con fuerza.

Maldita sea. ¿Qué está pasando? ¿Por qué sigo observándole?

El hombre me mira de nuevo. Mucho tiempo. Seriamente.

––Estarás debajo de mí, –– dice bruscamente. –– Olvídate de los demás. Esta es la única opción.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.