Contrato con un Multimillonario

=13=

Empujo la mesa con las manos y me alejo en la silla, las ruedas crujen por la presión.

Aquí está el límite. ¿Ves? Arrogante. Impertinente. Aparte de sus propios deseos no le importa nada.

Se obsesiono conmigo simplemente porque por primera vez no pudo tenerme en su cama con un chasquido. Caray, estoy segura de que, si aceptara y me abriera de piernas, ni siquiera recordaría mi nombre. Y aquí me está agarrando con los dientes.

Cabrón testarudo.

Estoy cometiendo un error. Aparto la mirada. Veo un jarrón sobre la cajonera. Una rosa blanca sobre un tallo alto se eleva del cautiverio de agua y vidrio. Probablemente un regalo de Daniel. Mi novio es muy detallista. Flores, dulces. Siempre trata de sorprenderme.

––Qué aburrido, –– declara Volkov burlonamente.

Entiendo que sigue a mi mirada y también ve la flor. Evalúa la tierna muestra de atención con burla no disimulada.

–– Vaya a divertirse al otro lugar, –– digo con frialdad.

Me levanto y me dirijo al jarrón, cojo la rosa del florero, inhalo su delicado aroma, cierro los ojos. Lo importante es de quién es el regalo. No necesito ramos gigantes en absoluto.

–– Apuesto a que te quedas dormida cuando él te posee.

La frase me hace estremecer. La flor se desliza de mis dedos. Me niego a creer lo que oigo.

–– ¿Que has dicho? –– Siseo.

Volkov se acerca en un segundo y aprovecho esta oportunidad para aferrarme a su rostro satisfecho con las uñas.

––Detente, –– dice y sin esfuerzo intercepta mis muñecas, me presiona contra la pared y se cierne encima como un halcón. –– ¿Te tomó alguna vez?

–– Idiota, solté irritada. –– ¡Estás enfermo! ¡Desviado! Todas tus conversaciones giran en torno a...

Volkov cierra mi boca con un beso. Quema con un calor salvaje. Desliza la lengua, intenta abrir los labios e irrumpir adentro.

Me encojo, trato de esquivarle, de escapar.

El pánico se apodera de mi mente.

¿Qué debo hacer? ¿Grito? ¿Llamo la atención sobre un episodio tan repugnante? Todos entrarán aquí, evaluarán la situación y tácitamente me culparán a mí. Van a decir que es culpa mía.

Imagino los chistes groseros de Boyko. Por la mañana miró mi traje como si fuera transparente, aunque la oscura falda lápiz cubría las rodillas, la blusa de color claro no era transparente y estaba abotonada hasta arriba, además me puse una chaqueta.

No importa. Se cree que en estas situaciones la mujer actúa como provocadora. Sonríe, coquetea dando motivos a la mala interpretación. La verdad no le importa a nadie.

Volkov no tiene intención de darse por vencido. Magistralmente profundiza el beso. Libera mis muñecas, se envuelve alrededor de mis hombros.

Yo misma no entiendo cómo su lengua termina en mi boca, se entrelaza con mi lengua y dibuja patrones impensables esparciendo fuego. Los pulmones echan aire a golpes. Te hace responder, interactuar.

Demonio. ¿Qué está pasando?

Tendría que sentir repulsión. Debería de tener nauseas, temblar de horror, con una sensación de asco. Pero pasa nada de eso.

Mi mente está cubierta de espesa niebla. Una ola de frio se esta extendiendo por mi pecho. Una parte de mi mente capta que la chaqueta esta tirada a un lado, la tela de mi blusa se desliza sobre por mis brazos.

¡Rayos!

¡¿Me está desnudando?!

Agarro el jarrón de la cajonera. Arrojo toda el agua a este maldito desgraciado para alejarle. Estoy temblando como si tuviera fiebre, poniéndome la blusa convulsivamente y abrochándome los botones.

¿Cuándo lo hizo? ¿Cómo pudo pasar?

No soy yo. Me he vuelto loca. Le he permitido actuar así, me he congelado como una muñeca sin voluntad.

–– ¡Fuera! ––exclamo enojada.

Volkov se ríe. Se parte de risa.

¡Por el amor de Dios! Su cabeza está mojada. El traje está chorreando. Cualquiera parecería un idiota. Pero el no.

Me limpio los labios con el dorso de la mano.

––Delicioso, –– concluye Volkov, y de repente se pone serio. –– Aún no te he probado. Bueno. Fue un ligero roce.

––Lárgate, –– digo con los dientes apretados.

Se ríe y mira su reloj.

––Tengo que irme, de verdad, ––suspira con ostentoso arrepentimiento. ––Hay algunas cosas importantes que terminar antes del viaje. Preparar las maletas.

Gad se va. Espero que por mucho tiempo. Por una semana, o mejor por un mes. ¿Tal vez incluso por un año? Lo ideal sería –– para siempre.

–– ¿Te alegras? –– pregunta, entrecerrando los ojos Volkov.

–– Definitivamente no me voy a aburrir.

–– Por supuesto que no lo harás, ––se ríe. –– Te vienes conmigo.

Me muerdo la lengua para no decir lo que me viene a la mente.

–– ¿Por qué estás tan tensa? – pregunta sutilmente.

–– ¿Me estás tomando el pelo?

––Este es un viaje de trabajo, concluye Volkov imperturbable. – Necesitamos visitar varios sitios, elegir un buen lugar para construir.

–– Ni siquiera sabes qué es exactamente lo que quieres construir, ––trato desesperadamente de no agitarme y no gritar. –– ¿Cómo se puede buscar un sitio con tanta incertidumbre?

––Es verdad, ––asiente con la cabeza. ––Es hora de decidir sobre esto también.

Pongo los ojos en blanco involuntariamente. Un viaje conjunto. Genial. La renuncia ya no parece una locura. Es posible que pronto no tenga otras opciones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.