Contrato con un Multimillonario

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Inesperado. Y agradable. Sin embargo, todavía espero algún truco. Me relajo solo cuando me doy cuenta de que Volkov no está en el coche. ¿Tal vez finalmente lo entendió?

Me recuesto en mi asiento, me dejo atrapar por el sueño. Los ojos se cierran solos. Siento como me golpea una ola de cansancio.

El conductor me despierta cuidadosamente cuando el coche para frente al hotel. Reconozco este sitio, el más caro y lujoso de la capital. Categoría premium.

Mi acompañante me ayuda con la maleta, me lleva a la recepción y se despide.

El administrador esboza una amplia sonrisa, proponiendo personalmente mostrarme mi habitación.

Tengo un sentimiento muy raro. La parte de atrás de mi cabeza arde como si alguien me estuviera observando. Su mirada quema como el fuego.

Me doy la vuelta y veo a Volkov en medio del hall. Esta hablando con un grupo de japoneses, se ve entusiasmado. No me está mirando, esta de lado.

Hmm, aparentemente su mera presencia me incomoda.

–– Gracias, puedo llegar yo sola, ––digo y cojo la tarjeta de acceso.

Entro en el ascensor, presiono el botón y reviso mi correo electrónico en el teléfono. Noto acercarse una sombra grande. Las puertas de acero se cierran.

– Anzhelika Igorevna, qué agradable sorpresa, – escucho su maldita voz ronca y molesta.

Levanto la vista de la pantalla y me encuentro con la mirada ardiente de sus ojos azules.

Volkov. Bueno, ¿quién si no? Di por echo muy pronto que hubiera terminado su maldita cacería.

–– De verdad, Gleb Alexandrovich, ––estiro mis labios en una sonrisa de bienvenida y no puedo evitar la ironía. – ¿Quién hubiera pensado que su conductor me llevaría de repente al hotel que usted haya reservado?

Él no dice nada, pero mira con tanta atención que se vuelve incómodo, e involuntariamente miro a la pared de espejos del ascensor, comprobando cómo estoy. ¿Mi atuendo insinúa demasiado? ¿Es provocativo? Parece que no. Rayos, ¿entonces por qué de nuevo me siento completamente desnuda frente a él?

Todos los botones de la camisa blanca con ribete azul oscuro de “La Marrtina” están abrochados, el corte holgado apenas deja distinguir la figura, el estilo polo prevé cierta seriedad y la mínima de sexualidad. Pero los vaqueros… Claro, ese es el problema, ¿no? Demasiado ajustados, dejando muy poco para la imaginación. Acentúan mucho las piernas.

¡Vaya estupideces! ¿Acaso debería ponerme un saco, para no molestar y desconcertar a Volkov?

El aire se está poniendo demasiado cargado. Y el ascensor es demasiado estrecho.

¿Cuándo llegará a mi estúpida planta? Sigo el destello de números en el marcador. Cada vez con más fuerza aprieto el asa de mi maleta.

¡Hurra!

Respiro aliviada cuando veo que la cabina casi llega a su destino. Intento avanzar, pero logro dar un solo paso.

Volkov bloquea el ascensor. Aprieta rápidamente el botón y se sitúa bloqueándome el acceso al panel, tapándolo con su espalda.

–– Usted…

–– Pensé que acortamos la distancia, ––sonríe, arqueando una ceja burlonamente.

–– ¿Estás de broma? ––exclamo enojada. ¡Desbloquea el ascensor ahora mismo! Déjame salir de aquí.

–– ¿Por qué? – dice con voz imperturbable.

Y luego avanza, obligándome a soltar el asa de la maleta y haciéndome retroceder, empujándome contra la pared de acero. Las enormes palmas de sus manos descansan sobre la brillante superficie a cada lado de mis hombros.

–– Esto interfiere en el funcionamiento del hotel, ––trago saliva. –– No sé lo que estás tramando y no quiero saberlo, pero debe de haber cámaras aquí. El administrador verá...

–– ¿Llamará a seguridad?

–– ¡Sí!

–– Es poco probable, ––hace una mueca. – Por lo general, el personal no se arriesga a meterse en los asuntos de los huéspedes.

–– ¿Incluso cuando bloquean el ascensor?

–– Una queja al gerente es lo más que pueda suceder.

–– Claro, ––concluyo irritada. ––Costara mucho como para que te echen.

––Por supuesto, ––asiente. ––Sobre todo teniendo en cuenta que soy el dueño de este hotel.

–– ¿Decidiste comprar toda la capital?

–– País, ––dice tranquilamente. –– Para calentar. Y luego veremos. Por cierto, ¿lograste evaluar las parcelas?

– Por supuesto, preparé un análisis detallado.

–– ¿Qué puedes decir sobre la región Suroeste?

–– Es prometedor, pero el precio es demasiado alto. Hay muchas mejores opciones en la lista.

–– Y el suburbio?

–– Habrá problemas con los permisos de construcción. Muy cerca se encuentra una reserva natural.

Su tono cambia abruptamente, volviéndose completamente serio. Pregunta tras pregunta. Me siento como si estuviera haciendo un examen. ¿O un interrogatorio? Mantengo el tipo, noto automáticamente que Volkov está muy puesto en el tema, se ha familiarizado con cada opción en detalle, no escoge los datos al azar.

– ¿Por qué descartas las áreas del centro? ––pregunta.

–– Tenemos poco espacio para construir. Pero todo depende del formato. Sería ideal para una red de cafeterías económicas o supermercados.

Volkov retrocede y desbloquea el ascensor. Los contrastes en su comportamiento dan vértigo. Hace un par de minutos parecía un maníaco, luego se trasformo en un hombre de negocios de sangre fría.

¿Dónde está el verdadero Gleb Aleksandrovich?

Da igual. No importa

Salgo disparada del ascensor.

Y oigo por detrás:

–– Que tengas una buena noche, Angélica Igorevna.

Me doy la vuelta y veo cómo Volkov se acomodó en la abertura, sin permitir que el ascensor cierre puertas.

––Gracias, ––retrocedo y acelero el paso.

Llego a la habitación, me encierro y permanezco parada un rato, mirando al vacío, tratando de calmar mi pulso completamente disparado.

Doy salto de sorpresa cuando llaman a la puerta.




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