Contrato con un Multimillonario

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–– No puedo aceptar esto...

–– Es un regalo, ––viene el comentario inexpresivo. – Es la primera vez que se hospeda aquí, por lo que queremos que su estancia sea lo más cómoda posible.

Luego me informan sobre los servicios que se brindan aquí. Piscina, spa, peluquería. Pero apenas puedo prestar atención.

Regalo. Caramba. Un regalo es un plato de fruta o una botella de vino, pero no el surtido de una floristería de lujo. Estas maravillosas flores parecen haber sido especialmente cultivadas en alguna parte. Jolin, también tienen jarrones especiales, encargados a medida. Aunque esto está claro. Estos tallos no caben en un jarrón normal, son demasiado altos.

–– La recepción está a su servicio las 24 horas, –– me dicen para despedirse.

La puerta se cierra y me quedo sola. Camino algún tiempo por la suite. Tiene muchas habitaciones, y lo suficientemente grandes como para acomodar fácilmente a una familia de diez. El amplio salón está lleno de rosas. Dos dormitorios. Despacho. Dos baños. Vestuario. Comedor. Un balcón gigante.

Miro la capital nocturna y me froto las sienes zumbantes.

Volkov se burla de mí. De verdad. Le azotaría con todas esas rosas. Pero no funcionará, demasiados ramos. Además, las flores son de tal tamaño que no podría ni agarrarlas todas juntas, me derrumbaría bajo su peso.

––Hola, ¿puedes hablar? –– Espero que una llamada a Danil ayude a calmarme.

–– ¿En serio? ––mi novio se ríe. –– ¿Qué tal el viaje? ¿te has registrado en el hotel?

–– Sí, todo esta genial.

–– ¿Que planes tienes para la tarde?

–– Hablar contigo.

Su voz ayuda a relajarme. La voz de Dan siempre me evoca una sensación sutilmente cálida y acogedora.

––Esto no vale, ––comenta. –– Has estado trabajando todo el día. ¿Vas a encerrarte en tu habitación ahora?

–– Estoy terriblemente cansada. Aunque aquí hay muchas opciones para la relajación. Pero preferiría ir al gimnasio.

–– ¿No hay un gim?

–– Hay que preguntar.

–– No quiero que te aburras.

Oh, eso definitivamente no es un problema.

Charlamos durante casi una hora, riendo y discutiendo las últimas noticias, luego decido llamar a la recepción e informarme sobre las actividades deportivas.

–– El gimnasio abrirá en un par de días, pero ahora está abierta la piscina, ––me lo ofrecen como una alternativa.

No me importaría ir a nadar, pero dejé mi bañador en casa. De todos modos, tengo mucha hambre. Me están sonando las tripas.

El teléfono vibra y me sorprende con un nuevo mensaje.

"La cena está lista. Sal al balcón".

¿Cuándo lo hizo? ¿Cómo? También consiguió mi nuevo número a la velocidad del rayo, y solo llamé a Dan desde el.

Acabo de estar allí y no me di cuenta de los preparativos. Vaya, el tiempo ha pasado volando. Mientras hablaba con Danil, me fui a otra habitación, a sentarme en un sofá muy suave y cómodo. Hay tantos pasillos que es fácil perderse. De hecho, una mesa entera podría haber pasado por delante de mí, y no me habría dado cuenta.

Me levanto y me dirijo al balcón.

La puerta de cristal está abierta. Un par de pasos, y me encuentro en una amplia plataforma, en el centro de la cual todo está preparado para una cena romántica. La enorme mesa está decorada con flores, por todas partes están encendidas las velas, incluso el suelo de mármol está cubierto con ellas. Es simplemente fascinante. Me corta el aliento.

Gleb Alexandrovich sabe cómo volverme loca.

–– ¿Volverás a huir? –– la voz ronca suena justo por encima de la oreja, me hace saltar y girarme bruscamente.

–– ¿Es posible? ––Levanto una ceja interrogativamente.

–– Cerré la puerta y tiré la llave.

–– No esperaría menos de ti.

Me encojo de hombros con nerviosismo y doy un paso atrás.

Volkov chasquea los dedos: empieza a sonar la música. Una melodía tranquila y encantadora fluye, como de la nada, llenando el espacio a su alrededor.

Este hombre es insoportable. Siniestro. Escalofriante. ¿Cómo se las arregla para acercarse sigilosamente? ¿Organizar esos momentos?

Niego con la cabeza, como si tratara de disipar una ilusión.

Vale, es lógico. Tiene un montón de dinero. Contrató a un decorador. ¿O quién hace este tipo de cosas? Dio órdenes a un asistente.

–– Por favor.

Con el gesto galante, mueve la silla hacia atrás, invitándome a tomar asiento. Parece que el cortejo es una práctica común para él. Pero entiendo y siento que él está acostumbrado a tratar a las chicas de manera diferente, consiguiendo lo que quiere con un chasquido.

–– Gracias, ––digo con frialdad.

Aun así, acepto la invitación. Tengo un hambre terrible, y la fatiga se apodera de mí. La última semana no he dormido mucho. El viaje a la capital me agoto completamente. Estoy segura de que Volkov no me dejará salir de aquí, así que es estúpido discutir ahora, será mejor que guarde mis fuerzas para nuestra próxima discusión.

–– Sra. Kalinina, está usted muy tensa.

Un aliento cálido me quema la cabeza, sus manos enormes descienden sobre mis hombros, acariciando y amasando.

Maldita sea. Incluso pronuncia mi apellido a su manera, saboreándolo deliberadamente, alargando las letras en un tono un tanto perezoso. Me enfurece. Molesta. Me lleva al límite. Mis sentimientos se enredan, me confunden. Pronto yo misma dejo de comprender mis propias emociones. Todo lo que sé con certeza es que realmente quiero que este bastardo me suelte.

–– También es masajista, Gleb Aleksandrovich.

–– La lista de mis talentos es interminable.

–– La modestia es el primero.

Se ríe y sigue estudiando mis hombros, moviendo los dedos como si estuviera tocando, afinando un instrumento musical.

–– Ya, suficiente, ––quito sus manos.

¿Por qué no hice esto antes? ¿Por qué en general permití que me tocara?




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