Contrato con un Multimillonario

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–– No veo ningún problema, ––dice tranquilamente. –– Mira por ejemplo a Aidarov. Los negocios no interfieren con nuestra amistad.

Conversación inútil. Total, no importa. Quería comer. Esto es lo que debería hacer. Que Volkov no cuente con una conversación agradable durante de la cena.

Cojo la primera ensalada que se me ocurre, trato de no reaccionar de ninguna manera ante su pesada mirada, simplemente no noto tanta atención.

El bastardo está observando cada uno de mis movimientos. ¿Y qué? No importa. La verdad es que tengo muchas ganas de encerrarlo en el balcón y salir corriendo. Una idea estúpida, por supuesto. Todavía tenemos que trabajar juntos. Sí, y saldrá rápido, llamará a sus guardias, romperán la cerradura y liberarán al jefe en un par de segundos.

––Tienes un espasmo muscular, ––dice Volkov de repente, obligándome a apartar la vista del plato.

–– ¿Qué? –– Arrugo la frente.

–– Los músculos de tu espalda están demasiado tensos.

Agarro los cubiertos con más fuerza.

–– No más masajes, ––digo con firmeza.

–– No sabes a lo que estás renunciando, ––sus labios se curvan en una sonrisa animal. ––Eso fue solo un calentamiento. Mimos.

–– Detengámonos ahí.

–– Si tienes tanto miedo de caer en mis manos, entonces te podemos buscar otro especialista o ir al gimnasio.

–– El gimnasio está cerrado, ––digo con los dientes apretados. – Solo abre la piscina de su hotel.

–– ¿Sí? –– se ensombrece. –– Me ocuparé de ese asunto.

Siento un placer vengativo al pensar que algo no salió según su plan. Pero luego me recompongo. ¿Qué importa? Necesito lograr la indiferencia. No hacerle caso a este hombre. Tratarle como a Boyko. Si perdiera la paciencia con cada chiste estúpido que hace sobre la inutilidad de las mujeres, no podría trabajar. Es estúpido enfadarse e irritarse. Tendremos que liderar el proyecto, lo que significa que es hora de recuperarme, de ser una profesional.

–– Aunque la natación también ayuda mucho, ––añade Volkov.

–– A mi espalda no le pasa nada, ––digo, y siento un dolor agudo que me atraviesa el cuello.

¿Y si me apretó algo aposta mientras me tocaba los hombros, solo para tener la oportunidad de manosearme de nuevo?

Delirio. ¡Basta! ¿Qué estoy pensando de nuevo? El trabajo sedentario realmente no tiene el mejor efecto sobre la salud. No me he movido preparando la presentación. De allí el dolor de la espalda. Suelo ir a entrenar con regularidad, pero últimamente me perdí un mes entero.

Volkov es observador por eso da en el blanco.

–– Gracias por la cena.

Dejo mis cubiertos y me levanto.

–– ¿Tan rápido? – sus cejas convergen en el puente de su nariz.

–– Me di cuenta de que no tengo hambre, ––me encojo de hombros.

–– ¿Estás ansiosa por tontear con tu novio otra vez? ––pregunta bruscamente, finalmente mostrando emociones reales.

–– ¿Escuchaste mi conversación?

–– Fue difícil no hacerlo, ––se ríe. –– Te estabas riendo como si ese pesado estuviera diciendo algo divertido.

–– No lo vas a entender.

–– ¿Aburrimiento? –– hace una mueca burlona. – ¿Angustia?

–– Relaciones humanas normales.

–– Suena genial, ––su tono está mezclado con desprecio. ––Considerando cómo pasas de ese nerd durante semanas.

––No te atrevas a insultar a Danil, ––declaro enfadada. –– No lo conoces.

–– ¿Quieres que lo conozca, Bambi?

––Es mi vida personal, –– trato con todas mis fuerzas de no agitarme, digo con calma y firmeza. –– Una vez más te pasas de la raya –– dejaré el proyecto.

Me doy la vuelta y me voy. O Volkov se dé cuenta de que cometió un error en su selección de la víctima, o tendré que hacer carrera en otra parte.




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