Contrato de Sangre

Capítulo 17: El precio de la verdad

El mensaje había sido claro: 72 horas.

Eso significaba que quedaban dos días.

Dos días antes de que ALFA-N, el protocolo silencioso que eliminaba amenazas internas del imperio Andreev, ejecutara su orden final. Y esta vez, el blanco era Danaé.

Pero ella no iba a esperar sentada.

—¿Estás lista? —preguntó Ivanna al entregarle el dispositivo.

—No —respondió Danaé, colocándoselo bajo el cinturón—. Pero eso nunca detuvo a nadie que valiera la pena.

El plan era simple en papel: infiltrarse en la sala central del servidor que mantenía en línea ALFA-N, hackear su núcleo con el código espejo recuperado por las mujeres del invernadero, y desactivar todas las órdenes activas.

El plan real era otra cosa: una declaración de guerra desde adentro.

Porque si ALFA-N caía, caería también el imperio silencioso que sostenía la red de La Roca.

Y con él… Viktor.

Accedió a la sala por la entrada subterránea, mientras los guardias rotaban turnos en el ala este.

No llevaba arma.

Solo una memoria con el virus, una llave maestra, y el rostro de alguien que ya no temía morir.

Dentro, el aire olía a metal, electricidad y control.

El servidor palpitaba como un corazón mecánico.

Danaé insertó la memoria.

La pantalla se encendió.

“ALFA-N // Estado: Activo
Nodos bajo vigilancia: 6
Nodo D – Eliminación programada
Autorizado por: V. Andreev”

El nombre la golpeó como una piedra.

Autorizado por él.

Por Viktor.

El mismo hombre que la había abrazado dos noches antes.

El mismo que le había dicho que no podía salvarla.

No porque no quisiera…

Sino porque ya la había condenado antes de amarla.

Las manos le temblaron. No por miedo. Por dolor.

Activó el protocolo espejo.

—Despierta, maldito sistema —murmuró.

El código comenzó a recorrer la pantalla.

“Override activado. Reescritura de nodos en curso…”

Pero entonces, una voz detrás de ella.

—No puedes hacerlo.

Viktor.

De pie. Solo.

Sin armas. Sin ira.

—Llegas tarde —dijo Danaé.

—Sabía que lo intentarías. Sabía que llegarías hasta aquí. Solo quería ver si podías hacerlo sola.

—¿Y ahora? ¿Vas a dispararme tú?

—No —respondió—. Voy a pedirte que no lo hagas.

—¿Por qué?

—Porque si destruyes esto… destruyes la única barrera entre el caos y la gente que aún queda viva en este lugar. Porque si destruyes esto… yo ya no podré protegerte de nadie.

Danaé lo miró con lágrimas contenidas.

—¿Y qué me protegió de ti, Viktor? ¿Quién me protegió de tus silencios? ¿De tus decisiones cobardes? ¿De autorizar mi muerte antes siquiera de conocerme?

Viktor no respondió.

No podía.

—Me enamoré de ti —continuó ella—. Y me odio por eso. Porque incluso ahora, mientras podría borrarte de la faz de la tierra… no puedo.

Él se acercó.

—Entonces no lo hagas.

—Pero si no lo hago… ¿cuántas más van a morir?

—Quizás muchas. Pero tú no serás una de ellas.

Danaé tembló.

—¿Por qué?

—Porque he reescrito la orden.

Silencio.

—¿Qué?

—Anoche. Cancelé tu ejecución. No lo dije. No quería influenciar tu decisión. Solo… quería ver si, aún así, me ibas a destruir.

Danaé miró la pantalla.

Y entonces lo vio.

“Nodo D – Orden cancelada
Autorización: V. Andreev (23:12 hrs)”

El corazón le dolió como nunca antes.

Porque ahora, hacer lo correcto no era salvarse.

Era perderlo todo.

Incluido a él.

—¿Y si aún así lo destruyo? —preguntó.

—Entonces aceptaré lo que venga. Incluso si muero.

Danaé bajó la vista.

El virus seguía activo.

Un paso más… y todo terminaría.

—Dime una cosa, Viktor.

—Lo que quieras.

—¿Alguna vez pensaste en vivir lejos de todo esto?

—Sí.

—¿Conmigo?

Viktor asintió.

Una sola vez.

Y eso bastó.

Danaé retiró la memoria.

El servidor parpadeó.

Cancelado.

Suspendido.

Congelado.

No destruido.

Ella eligió.

Y eligió con el corazón roto.

Esa noche, nadie durmió.

Ni ella.

Ni Viktor.

Ni el sistema.

Porque cuando al día siguiente Marco entró a la mansión, traía algo más que noticias.

Traía sangre.

—Fue él —dijo, arrodillado en el estudio, con el cuerpo de Ivanna entre los brazos—. El Hombre Gris. Vio el cambio. Vio la duda. Y ahora sabe que estás con ella.

Danaé cayó de rodillas.

Viktor apretó los puños.

—La guerra ha comenzado —murmuró Marco—. Y ustedes dos… ya no tienen dónde esconderse.

Danaé escribió esa noche en su libreta:

Objetivo 9: Venganza por Ivanna.
Objetivo 10: Eliminar al Hombre Gris.

Y bajo todo, con letra temblorosa:

Te amo, Viktor.
Pero si te interpones otra vez…
no dudaré.




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