Callie
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Por unos largos segundos no sé qué decir, pero no se siente mal. No como cuando no sabía de qué conversar con Derek para que me pusiera atención y no sólo respondiera un monosílabo, sino de esos silencios acogedores donde puedes sonreír y sentirte… bien.
El momento se rompe cuando Rowan recibe una llamada y se disculpa para contestar. Entonces aprovecho para revisar en mi propio celular el artículo que se ha publicado, sólo para reírme un poco más; sin embargo, la risa se esfuma de mis labios cuando encuentro las fotografías que acompañan la nota.
Vaya.
Rowan dijo que podían editarlas para hacernos parecer enamorados, pero…
La imagen me devuelve a ese instante en el que Rowan estaba tan cerca de mí que podía flotar en el aroma de su colonia y ahogarme en el cristalino mar grisáceo de sus ojos. Fue un espectáculo, y en esa foto se nota perfectamente que pensé aquello.
¿Está editada?
No, no lo creo. Yo lo miraba así porque… ¿cómo no hacerlo?
Respiro hondo, echo una mirada rápida hacia él —que se ha concentrado en la ventanilla— y sólo puedo pensar en que… será extraño cuando todo esto termine y ya no pueda reírme a su lado de todas estas tonterías.
«Enfócate, Callie, enfócate», me reprendo, y apago la pantalla del celular.
No he visto todas las fotografías, pero no necesito hacerlo.
Recuerdo a la perfección nuestro almuerzo de hace un par de días. No he hecho mucho más que pensar en ello mientras elaboro ramos, limpio el departamento o uso la caminadora —quiero verme bien el día de mi boda—.
Rowan y yo no conversamos mucho por mensajes. Casi nada, en realidad. Por lo general, estoy en contacto con su asistente para coordinar los horarios, y supongo que está bien, ¿no?
Todo esto es un acuerdo comercial. Si yo tuviera un asistente, entonces éste se encargaría de hablar con el asistente de Rowan.
Simple. Sí.
Respiro hondo, porque… siento que esto es todo menos simple.
Sin pretenderlo, escucho un poco de la conversación de Rowan.
—No, no vamos a cambiar de proveedor sólo porque los márgenes subieron —dice sin titubear—. Los materiales certificados son parte de la promesa que hicimos como marca. La sostenibilidad es un estándar. Si quieren competir, que lo hagan sin sacrificar la ética.
Guarda silencio un momento.
»¿Y los horarios? —pregunta en la siguiente pausa—. Me dijeron que le están pidiendo al equipo de diseño que haga horas extra sin compensación. Eso no lo voy a permitir.
Me quedo quieta, fingiendo que miro por la ventana, pero con todos mis sentidos puestos en él.
»La reputación de KAVAN no se construyó sobre explotación —continúa—. Se construyó cuidando cada detalle. Si algo se retrasa, lo asumimos. Pero no vamos a convertirnos en otra de esas marcas desechables. ¿Entendido?
No sé qué más dice la persona al otro lado de la línea, pero Rowan cuelga sin añadir una palabra más y suelta un suspiro largo, profundo.
Sólo entonces me atrevo a mirarlo.
—¿Problemas en el trabajo?
—¿Acaso hay otra cosa en el trabajo? —se queja, aún con la vista clavada en la ventanilla—. No estoy un día en la oficina y ya quieren organizar una revolución.
Es inevitable sentirme culpable.
—Perdón… si quieres, puedo ir sola. Sólo que…
—No. —Gira rápido hacia mí, y su mano cae sobre la mía, justo en el centro del asiento. Su mirada baja hasta el contacto, luego aparta la mano con suavidad antes de continuar—. Tuviste una excelente idea con esto del «shopping» de pareja… Delaney siempre quiso convencerme de acompañarla, y no pudo.
—Sólo necesitaba atragantarse con comida griega para convencerte —bromeo.
La frase me sale torpe, porque mi corazón aún no se recupera del momentáneo roce de su mano.
«Qué tonta», me reprendo.
Pero Rowan suelta una risa baja, y asiente.
—Hasta eso haces con elegancia.
Entonces los nervios se disipan y logro reír.
—Yo de elegancia no tengo nada, Rowan.
No responde, así que lo miro de nuevo… y lo encuentro contemplándome desde el otro lado del asiento trasero, con una expresión que no sé cómo descifrar.
—Ahora que todos saben que eres mía, no tardarás en tener muchos pretendientes, Callie. Así que… cuando todo esto termine, podrás elegir al que quieras.
Su voz suena firme, pero su mirada no tanto.
Y yo no sé qué decir porque… ¿dijo «mía»?
Estoy a punto de atragantarme… pero con las emociones.
Es una tontería, lo sé. Entiendo que tener esa clase de posesión sobre una persona no es sano, pero… soñé tantos años con que Derek sintiera algo así por mí.
Debo ser la mujer más tonta del planeta.