Contrato por un día.

Capitulo 1.

         

          Salí corriendo del baño atándome la bata mientras con los pies esquivaba la ropa esparcida por el suelo. El chifle de la caldera era uno de los ruidos que más me molestaban y era incluso peor cuando interrumpía mi baño matutino. Pase junto a la mesa del comedor sin siquiera mirarla, tenía miedo de hacerlo ya que vería la montaña de diferentes facturas atrasadas, las letras en rojo que indicaban que estaba en la lista de deudores se habían grabado en mi cabeza. La cuenta más grande era la del hospital, trataba de mantenerme al día con esa lo mejor que podía, pero hacía dos meses que había sido despedida del trabajo ya que la empresa había ido a la banca rota. Pero el atraso en la cuenta era algo extenso ya que el sueldo tampoco era muy bueno que digamos por lo que no me sorprendí cuando una mañana después de haber viajado durante una hora de pie para llegar al trabajo, no logre acceder a mi oficina porque en la puerta de esta había un cartel que decía ¨Oficina clausurada¨, al principio sentí miedo y comencé a repasar mentalmente los trabajos que me habían sido asignados ese ultimo mes para descubrir cual había sido mi error por el cual no podía entrar a mi espacio laboral. Pero cuando llegue a la oficina de mi jefe sentí alivio al descubrir una larga fila de mis compañeros con cajas abrazadas a sus cuerpos y dentro de ellas estaban sus pertenencias. En ese momento supe que no era la única que se encontraba en esa situación. No es que fuera egoísta, solo que por un segundo pude sentir alivio de no ser la razón de mi desempleo, pero entonces el peso de las cuentas me golpeo como un balde de agua helada en la cara. Pensé en incluso hablar con Harry nuestro supervisor, y decirle que estaba dispuesta a trabajar por el sueldo mínimo. Pero antes de que pudiera incluso abrir mi boca el negó con la cabeza como si supiera lo que estaba por decirle y me dijo ¨-Lo siento Kat. Pero la empresa quebró. Va a cerrar sus puertas.¨ Ví en sus hombros caídos la misma preocupación que todos teníamos, ¿como mantendríamos a nuestras familias?. Sabía que él tenía una hermosa esposa y tres hijos, dos eran gemelos y venía una niña en camino, el pobre hombre necesitaba el empleo. Como todos.

 

          El timbre de la puerta sonó haciendo que mi cabeza regresara a la cocina de mi apartamento. Al no haber respondido al primer llamado el timbre sonó una segunda vez pero ahora la persona que lo había tocado hablo.

 

-Señorita Dallas, necesito hablar con usted.

 

        Al no recibir respuesta alguna recurrió a tocar el timbre una vez más mientras que sus dedos golpeteaban la puerta con impaciencia.

 

-Katherin, se que estas ahí dentro.

 

          Viendo que no tenía más opción que atender camine hacia la puerta lo más lentamente posible y arrastrando los pies por la madera pulida como si eso lograra detener el tiempo o retrasar lo inevitable ya que sabía la razón por la que la Sra. Maxón estaba frente a mi puerta a estas horas de la mañana. Hice de tripas corazones tomé el picaporte y lo gire. Del otro lado de la puerta un rostro algo mayor con mucho maquillaje tratando de ocultar el paso del tiempo me esperaba con el ceño fruncido, la esquina derecha de su boca inclinada hacia un lado como si hubiera estado gruñendo como un perro, su labial rojo se había corrido un poco, el delineador celeste que enmarcaba sus ojos estaba un poco desfigurado también lo que le daba un toque aún más aterrador a su mirada.

 

-Hola, buenos días Sra. Maxón. ¿Qué la trae por aquí? No es que me moleste ni nada parecido, es solo que yo justo en este momento estaba saliendo y llevo un poco de prisa por lo que tendrá que disculparme pero nuestra charla tendrá que quedar para otro momento.

 

         Mientras hablaba salí al pasillo le di la espalda y comencé a cerrar la puerta pero ella coloco su pie impidiendo que esta avanzara. Cuando regrese mis ojos a la Sra. Maxón vi que estaba menos contenta que antes, con sus brazos cruzados sobre su pecho de forma apretada, su ceño aún más fruncido y sus labios realizaron una mueca que supuse era una sonrisa macabra.

 

-Entonces, señorita Dallas. ¿Usted va a salir?

 

-Si, exactamente. Debo... ir a realizar unos tramites.

 

-Justo en este momento. Ahora precisamente.

 

-Mhm, si, cuando usted llamo a mi puerta yo estaba a punto de salir.

 

        Le esboce una sonrisa inocente mientras con mis ojos le transmitía lo ¨lamentada que estaba de no poder hablar con ella en ese momento¨. Pero algo en su rostro y en forma que me miraba me dijo que no se lo había creído ni un poquito.

-Entonces señorita Dallas, me esta diciendo que usted pensaba salir ahora, a la calle, con este frío ¿vistiendo tan solamente una bata de baño, un par de pantuflas como calzado y una tolla sobre su cabeza haciendo equilibrio y envolviendo su cabello mojado?

 

        Me abofetee mentalmente por no recordar las pintas que traía cuando abrí la puerta. El triunfo estaba escrito por todo su rostro con esa expresión de ¨Te atrape mocosa¨, lo cual me molesto mucho.

 

-¿Entonces Katherin? ¿Qué tienes para decir al respecto?

 

        Entrelace mis dedos como cuando hacen los niños cuando realizan alguna travesura y la mire a esos ojos celestes casi transparentes mientras sonreía como tonta.

 

-Esto… Sra. Maxón, ¿me creería si le dijera que es la nueva moda salir así a la calle?

 

-¿Me estas tomando el pelo Katherin?

 

-¡NO! Por supuesto que no. No podría siquiera pensar en hacer algo así.

 

         Ella tiro sus brazos a los lados de su cuerpo mientras un largo suspiro de cansancio escapaba de entre sus labios, sus ojos se cerraron por un momento y cuando los volvió a abrir pude ver en ellos reflejado el peso de los años mezclado con comprensión.




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