Capitulo 2.

         Tenía los ojos cansados por las horas que había pasado frente a la maquina por lo que decidí dejarla. Ya revisaría más tarde el correo para verificar si tenía respuesta de alguno de los sitios a los que había enviado mi currículum. Me fije la hora en el reloj de la pared y vi que ya pasaba de las once de la mañana, de hecho estaba más cerca de las doce, la mañana se me había ido sin siquiera notarlo. Camine sin ganas asta el refrigerador y lo abrí para inspeccionar lo que había dentro además de verificar que fuera comestible aún. Lo ultimo que faltaba era terminar intoxicada por comida en descomposición y tener más gastos médicos.

-Eso ni soñando.

         Mis ojos encontraron un plato con dos porciones de pascualina que al darle una segunda mirada dude que el verde fuera solo por la espinaca, lo saque dejándolo en el suelo. Regrese mi cabeza al interior de la heladera y continué mi recorrido visual logrando así captar una rebanada de pizza... montada sobre unos sándwiches de… ¿eso era atún? Una pequeña inhalación de cerca y el hedor me confirmo que definitivamente era atún ya no apto para el consumo humano... u animal. Con los dedos apretando mis nariz a modo de pinza coloque la fuente junto al otro plato en el suelo. En el siguiente estante tenía unas latas de energizante y refrescos, tome uno de lima.-limón y lo deje sobre la encimera. Continué hacia el estante que le seguía al de las latas y mi corazón dio un brinco de emoción al ver un plato con una porción considerablemente grande de lasaña mixta, lo agarre con ímpetu decidiendo que estuviera o no vigente lo comería. Para mi suerte, el olor que mis fosas nasales capturaron me indicaron que no tendría un malestar estomacal por ingerirla. Una sonrisa se extendió por mi rostro con rapidez mientras dejaba el plato junto al refresco sobre la encimera, cerré con el pie la puerta del refrigerador y me dirigí al armario aéreo en busca de una fuente para microondas en la cual poder calentarla, porque la lasaña era más rica caliente. Esta se encontraba al fondo del estante y mis manos lo lograban siquiera rozarle y eso que estaba de sobre las puntas de mis pies y saltando. Eso me recordó que Dani era quien me alcanzaba las cosas cuando estas estaban demasiado altas para mí, luego pasaría rato largo molestándome acerca de lo baja que era mientras cosas tontas como ¨Hay Kat, pobre Kat. ¿Qué arias sin mi hermanita? ¨ saldrían de su boca, entonces se reiría al ver mi rostro furioso mientras corre hacia su habitación huyendo de mi para evitar una paliza. Sabía perfectamente bien la forma de hacer que saliera de su cuarto, no importaba cuantas veces lo hiciera siempre funcionaba ¨Pues, veras hermanito. Si tu no estas para poder facilitarme las cosas, tendré que conseguirme un novio muuuuy alto y guapo que lo haga.¨ Su puerta se abriría incluso antes de que terminara de decirlo, su ceño fruncido, sus ojos de un color avellana que igualaban los míos mirarían fijamente hacia mí mientras que su boca haría un gesto de desagrado, finalmente diría ¨¡Ja! No encontraras a un novio tan alto como yo y mucho menos que sea más guapo que tu hermano. ¿A caso no me has visto hermanita? ¡Soy el sueño de toda chica y la envidia de los hombres!¨ Una almohada se estamparía en su engreído rostro mientras las risas escapan de nosotros, pero su rostro se pondría serio nuevamente para continuar hablando. ¨Además mocosa. Tu novio tendrá que pasar mi interrogatorio y deberá ser aprobado por mi personalmente. Sin que eso suceda no tendrás novio del que presumir.¨ Entonces sería yo quien frunciera el ceño mientras lo fulmino con la mirada al tiempo que le recuerdo ¨¿Si sabes que soy mayor, verdad?¨ ¨Ni me lo recuerdes pequeña Kat. No me lo recuerdes.¨

       Extrañaba a Dani más de lo que creía. Las lágrimas se agolparon en mis ojos jugando una carrera para ver cual se derramaba primero. Entonces refregué los talones de las manos en ellos para ser yo misma quien las derramara y de paso quitarlas. Abandone mi miserable intento de alcanzar la fuente, en su lugar decidí que no estaría tan mal comer la lasaña fría, eso no me mataría. Escuche un maullido y mire la ventana, el Sr. Miu estaba sentado en la escalera de incendios viendo hacia mi con genuino interés siguiendo todos mis movimientos. Le sonreí sabiendo que estaba esperando a que le abriera para dejarle pasar. Era nuestro ritual ya que él aprendía rápido, siempre había sido así. Podía irse de paseo y no regresar en horas, pero siempre estaba ahí cuando era la hora de comer. Al principio a mi hermano le asustaba la idea de ser descubiertos (eso fue cuando se entero de la existencia de Miu, lo cual sucedió cuando este cumplió un año y medio. Le hice una tarta de atún y mi hermano entro justo cuando el Sr. Miu se había instalado a comer) pero con el paso del tiempo se hizo a la idea de que con un felino tan inteligente eso no sucedería, por lo que él también se encariño con el gato e incluso llegue a descubrirlo en varias ocasiones dándole latas de atún extras, pero lo negaría todo si yo lo encaraba.

       Cuando entro al apartamento olfateo el aire como tratando de descubrir lo que había de comer y sí le daría a él lo mismo que yo comería o le daría algo diferente. Entonces un olor en especial llamo su atención, lo deduje cuando su nariz se instalo en una sola dirección y comenzó a caminar. Recordé en ese momento que había dejado la comida en descomposición en el suelo a la espera de ser botada en el tacho de la basura. Me le adelante al Sr. Miu tomando los platos y vaciando su contenido dentro del tacho que había justo al lado del refrigerador bajo el teléfono fijo.

-Lo siento gatito, pero este no sera tu almuerzo. El tuyo aún no te lo sirvo. Sígueme y te lo daré.

        ¨Miau¨ fue todo lo que recibí como respuesta de su parte pero me siguió mientras contoneaba su rabo. De la despensa tome una lata de sardina y se la abrí, entonces él comió ávidamente lo cual me puso feliz. Cuando termino se subió a mi regazo para hacerse un ovillo y dormirse mientras yo terminaba mi propio almuerzo.