Contrato por un día.

Capitulo 3.

      

 

         Mis ojos se dirigieron al rostro afligido de la muchacha, sus ojos tenían la derrota escrita en ellos, pero lo que más me llamo la atención es que no vi miedo en ellos, al menos no el que tenía en el callejón. Tironee de mi brazo esperando así poder zafarme pero mi lucha era en vano, cuando forcejeaba más se apretaba el agarre en mi brazo.

 

-Ya basta. Pueden dejarla ir, ella no significa ninguna amenaza. Es más, hizo el trabajo que ustedes, ineptos deberían de haber hecho.-Mis ojos se abrieron como dos huevos duros mientras aquella voz que en el supermercado había sonado tan angelical, ahora se había transformado a tal punto que me hizo estremecer. Sus ojos lanzaban dagas que por suerte no iban dirigidas a mí sino a los hombres.-Dije que la suelten Robert o de lo contrario no iré a casa.

 

 

 

        Eso si que hizo detener el paso de los hombres los cuales me miraron por un segundo antes de soltarme para centrarse en la rubia.

 

 

 

-Muy bien señorita-dijo el hombre más alto con el pelo rapado pero no al estilo de quedar sin nada de cabello simplemente más corto de lo que normalmente veía a los hombres usarlo, era el que había recibido las ordenes por el manos libres- si me promete no realizan ningún escándalo y subir al auto por propia voluntad, dejaremos que su…-me repaso de arriba a bajo con la mirada, lo malo es que no podía saber lo que sus ojos decían por esos estúpidos lentes de sol- ¨amiga¨ se valla a casa sin más.

 

-Muy bien Robert, solo déjame hablar con ella un momento.

 

 

 

-Lo siento señorita pero su hermano me dijo que…

 

 

 

-Me importa muy poco lo que te diga o no mi hermano. Además, dudo mucho que quieras que él sepa sobre el incidente de hace un rato.-Él la miro y torció su cabeza hacia un lado como si no comprendiera.- Ya sabes, el hecho de que logre esquivarlos a ustedes y no solo eso, sino que una chica sin entrenamiento tuvo que poner en riesgo su vida y salvarme de ser secuestrada. Sabes como es mi hermano con su adorada hermanita princesa y lo que les pasa aquellos guardaespaldas que no son capaces de cumplir su trabajo como es debido.

 

 

 

        Mi boca cayo abierta de tal modo que si un enjambre de moscas hubiera estado en ese momento, sin duda abrían entrado en ella. El tipo grande y con apariencia de malo que ahora sabía era Robert, bajo sus hombros demostrando que había sido derrotado por una chica que si no tenía mi edad era unos años menor.

 

 

 

-Muy bien, le doy cinco minutos y luego nos vamos.

 

 

 

        Les indico a los otro hombres que lo siguieran y así poder darnos privacidad pero no sin antes darme la señal de ¨te estoy vigilando con sus dos dedos¨ . Mientras estos se alejaban la chica les hacía gestos a sus espaldas con una sonrisa de victoria en su rostro, entonces se volvió hacia mi, toda señal de hostilidad ya borrada de su rostro para ser remplazada por una sonrisa tan grande que creí rompería su delicado y hermoso rostro. Me dí cuenta que incluso con tres bolsas de plástico repletas de artículos de supermercado colgando de sus manos se veía como una modelo de portada. ¿Cómo es que no lograba verme así yo también? Sus pasos fueron apresurados hasta llegar a estar solo a dos pies de distancia de mi persona.

 

 

 

-Lo siento por todo esto. La verdad es que quise salir esta noche para despejarme un poco, pero la paranoia de mi hermano mayor hace que lleve a estos gorilas todo el tiempo. Así que llego un punto en el que me sentí realmente sofocada y simplemente los perdí. Y sin darme cuenta termine comprando en ese local tan tranquilo. Pero vaya que son buenos para rastrear, esos tipos parecen sabuesos, lástima que llegaran un poco tarde. Por cierto, de verdad te estoy en deuda por lo del callejón. Si no hubieras aparecido no se que habría pasado.

 

 

 

        Ella hablaba tan rápido que no me daba oportunidad a terminar de asimilar una oración que ya debía asimilar otra. Me reí porque descubrí que a pesar de notarse muy bien que pertenecíamos a clases económicas diferentes, en realidad nos parecíamos en la personalidad. Ella también comenzó a reír, entonces saco una pequeña libreta de su bolso junto con una pluma dorada y garabateo algo en una hoja de ella para luego arrancarla y extenderla hacia mi.

 

 

 

-Ten, es mi número. Espero que me llames o escribe lo que tu desees. Por cierto soy Alis.

 

 

 

-Ah, si, lo siento. Yo soy Katherin pero puedes decirme Kat.

 

 

 

        Una garganta fue aclarada en la distancia y comprendí que el tiempo se había agotado. Alis simplemente blanqueo sus ojos sin inmutarse en lo más mínimo, yo la mire extrañada.

 

 

 

-No le hagas caso, solo están un poco estresados ya que están en la mira de mi hermano mayor y en la de mi prometido. Si algo me pasa… bueno digamos que no les ira bonito.

 

 

 

       Soltó una risa corta como para aligerar el ambiente y le seguí la corriente. Entonces caí en lo que había dicho y me sorprendí.

 

 

 

-¿Prometido? ¿Vas a casarte pronto?

 

-Si, ¿por qué?

 

 

 

-No, es que me pareces tan joven.

 

 

 

-No solo lo aparento, lo soy. Tengo 24 años.-Cuando vio mi rostro volvió a reír.- Si lose crees que es muy pronto, que soy muy joven y todo eso. Pero, ¿sabes? Cuando el amor te llega, llega y no lo puedes dejar ir, si crees que es el correcto entonces tómalo y no lo pierdas.

 

 

 

-Nunca lo había visto de esa forma.

 

 

 

        A lo lejos pude escuchar unas sirenas que supuse serían de algún patrullero al mismo tiempo los guardaespaldas de Alis se nos acercaron corriendo.




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