Contrato por un día.

Capitulo 5.

         

          La semana se paso más rápido de lo que esperaba, en un abrir y cerrar de ojos estábamos a Viernes. Habíamos terminado de desayunar con el Sr. Miu, cuando el timbre sonó, prácticamente corrí hacia la puerta con algo de curiosidad por quien seria a esta hora de la mañana.

        Cuando abrí la puerta me tomo solo 10 segundos revertir mi acción y en el proceso puede que haya tirado a la basura mis modales, pero eso me dio igual. Era mejor tirar eso que dejar ver mi apariencia mañanera desastrosa.

 

-Uhg lo siento, vuelvo en un momento. Es… que deje a mi gato en la bañera y esta se estaba llenando y temo que se ahogue. No se valla, ya vengo.

 

         No sabía si el hombre había logrado escuchar mi patética excusa del porque cerré la puerta en sus narices ya que mientras gritaba más me alejaba en busca del baño. Miu me miraba con esos ojos que indicaban el reproche de que mintiera mientras me seguía hasta el baño donde cepille mis dientes y me cambie la pijama por la ropa que había aprontado para ese día. Pase un cepillo para desenredar mi pelo rápidamente, observe mi reflejo en el espejo de cuerpo entero y llegue a la idea de que estaba medianamente presentable. Camine hacía la puerta mientras decía cosas como ¨que lindo gatito¨ ¨estas más limpio ahora que te bañaste¨ para seguir la corriente de la excusa que había puesto para regresar a cambiarme. El Sr. Miu me respondió con un ¨miau¨ enfadado pero lo ignore. Cuando volví a abrir la puerta él seguía parado en la misma posición en la que había estado antes de que le cerrara la puerta en la cara. Su presencia era embriagadora, estoy segura que en su camino a mi puerta dejo varios corazones rotos y algunos sin recuperación. Su pelo negro estaba peinado al estilo de ¨El Capitán América¨ pero en lugar de ser rubio este era negro, su altura me era difícil de especificar pero calculaba que superaba el metro noventa, hombros anchos los cuales resaltaban más con el traje de vestir que llevaba puesto de un azul marino que pocos hombres podrían lucir como él lo hacía, su mandíbula cuadrado estaba cuidadosamente afeitada. Pero sin duda lo más hermoso y sexy (después de su rostro) eran sus ojos de una extraña mezcla entre azul y gris, era como ver una tormenta encerrada en ellos. Recorrí su cuerpo de la cabeza a los pies y aún con su ropa puesta podía decir que este hombre hacia ejercicio, a diario. Cuando mis ojos regresaron a su rostro luego de haber hecho el mismo recorrido unas tres, o bueno quizá unas cuatro veces, note que su ceja izquierda del mismo color que su cabello y tan perfecta como el resto de su ser, estaba elevada y en sus ojos distinguí un brillo de diversión mientras su boca se abría para hablar.

 

-¿Ya has logrado terminar la inspección? O ¿Quizás necesites que de unas vueltas para que logres verme por completo?

 

         Su comentario fue como una cachetada que logro despabilarme de mi ensueño. Ya podía adivinar que al ser guapo sería tan arrogante como el nivel de su apariencia o incluso más. Aclare mi garganta sin importarme que quedara como una mujer con falta de ¨delicadez¨ o que pudiera ver ese acto como ¨ poco femenino¨.

-Ah. No, no es necesario. Solo trataba de adivinar si lo conocía de algún sitio ya que de no ser el caso, no entiendo que es lo que esta haciendo frente a mi puerta tocando el timbre a estas horas de la mañana. Tal vez se haya equivocado de puerta, por lo que le deseo suerte y pruebe en otra. Y le aconsejaría que en esta ocasión sea en la correcta.

 

        Estaba empujando la puerta para cerrarla cuando su mano la detuvo, y no parecía estar haciendo ningún esfuerzo por mantenerla abierta, contrario a mi situación en la que había colocado todo mi peso en ella pero la muy maldita no cedería ante mis deseos. ¨¡Bien, hechizó a mi puerta también!¨ pensé para mis adentros.

 

-Siento el mal entendido pero… ¿a caso no eres tú Katherin Dallas?

 

         Al oír mi nombre deje de empujar (igualmente era un desperdicio de energía ya que no estaba logrando nada con eso) para volver a mirar sus ojos mientras achicaba los míos al punto en que solo fueron dos rendijas.

 

-¿Quién eres tú y cómo sabes mi nombre?

 

         Se le escapo una risa que hizo a mis entrañas contraerse y esperaba que mi rostro solo se sintiera rojo y no se viera igual a como lo sentía, no quería que viera un sonrojo a causa de su risa.

 

-Tomare eso como un sí, aunque debo admitir que yo tengo una ventaja sobre usted.-Al ver que mi rostro no hacia ningún cambio favorable, decidió hablar seriamente.- Debido a que en el currículum que envió al correo de mi abogado usted adjunto una foto carne, ahora pude reconocerla.

 

-¿El correo de su abogado?

 

-Si. Alder Morter, lo conociste el otro día. Esa es otra ventaja que tengo sobre usted ya que la vi ese día desde dentro del auto.

 

          Necesite solo cinco segundos para que mis lentas neuronas despertaran e hicieran la conexión necesaria de la situación. Recordé entonces la forma en la que la puerta del auto había sido cerrada abruptamente una vez que Alder estuvo fuera, como había quedado parado unos segundos fuera de este mientras parecía hablar con alguien y mirarme antes de subir al auto nuevamente. Entonces mi boca hizo un gran ¨Ooo¨ mientras que mentalmente me pateaba a mi misma. ¨¡Acababa de gritarle a mi jefe! Y como si eso fuera poco le había cerrado la puerta en su cara ¡dos veces! (aunque la segunda fue fallida, pero la intención estuvo) lo interrogue por mi nombre como si fuera una especie de acosador y eso no era lo peor, nooo, no. Lo peor es que lo había estado admirando como si fuera el mejor y ultimo bistec disponible en la vidriera de una carnicería.¨ Mis manos soltaron el pomo y la puerta para volar a mi rostro avergonzado y así intentar ocultarlo. Aunque ese acto tan infantil no funcionaría, debía dar la cara. Pero como lo haría, era un dilema.




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