Contrato por un día.

Capitulo 30.

 

         Sentí mi respiración acelerarse, mis pies congelarse y la sangre helarse ante la visión de ella saliendo de la habitación. Hacía muchos años que no la veía pero podía decir que si se trataba de ella, los años no la habían tratado muy bien y se lo tenía muy bien merecido. Su espalda se veía curvada hacía adelante con una joroba que dejaba entre ver que llevaba una gran carga. ¨El peso de la culpa.¨ Pensé para mis adentros, pero rápidamente descarte esa idea ya que era imposible que esa mujer conociera tal sentimiento. Sus piernas dos palillos demasiados finos para sostener un cuerpo tan rellenito, un cuerpo que alguna vez había sido esbelto y elegante como el de una refinada dama de clase social alta como ella solía alardear frente a todos y de manera descarada hacía notar que según ella, si no se pertenecía a ese bajo porcentaje de ¨privilegiados¨ entonces no eras nadie… ni nada en absoluto. Su pelo ya no era largo como antes, ni tenía el color rojizo y vivaz que poseía por naturaleza, no, estaba corto, seco, disparejo y canoso. En otras palabras, estaba irreconocible. Sus movimientos eran lentos y temblorosos, tan mal se veía que por un micro segundo me permití sentir pena y empatía por ella e incluso pensé en ofrecerle mi ayuda, pero antes de que diera siquiera un paso Mindy la enfermera de cabecera de mi padre doblo la esquina. Cuando vio a la señora sosteniéndose de la pared para mantener el equilibrio sus ojos se abrieron como dos huevos duros llevándose una mano al corazón.

 

-¡Señora Sinclare!

 

           La pobre mujer elevo tan de golpe la cabeza que creí se le saldría de su lugar. El alivio invadió mi cuerpo como una ola, era la Sra. Sinclare. Una mujer desconocida para nosotros, la había confundido. Por supuesto que no podía tratarse de ella. La enfermera comenzó a avanzar hacia la señora con paso apresurado pero cuidadoso.

 

-Mi compañera la a estado buscando toda la mañana. ¿Dónde estaba?

 

            La voz de Mindy era firme pero dulce, no sabía con exactitud como lograba combinar ambas características, pero el caso era que la pobre mujer la miro a los ojos mientras extendía su frágil brazo en busca de un punto de apoyo mejor que la pared. La enfermera la tomo de la mano con delicadeza y una sonrisa en su rostro redondo y regordete. La Sra. Sinclare miro a la enfermera y luego a las paredes como buscando algo, entonce sus labios secos y agrietados se separaron para hablar.

 

-Mi… mi Richard. Estaba… hablando… con mi Richard. Pero, no entiendo que le pasa. Él no… él no me habla. Creo… creo que esta enojado conmigo.

 

           La angustia en la voz de la pobre señora era palpable y contagiosa. La enfermera volteo su rostro entonces y poso su mirada en la puerta del cuarto más cercano y vio que era la habitación de mi padre. Entonces suspiro cansinamente y con toda la delicadeza que pudo le hablo a la pobre mujer. Con cuidado como si hablara con un pequeño niño.

 

-Sra. Sinclare, ya le hemos dicho en reiteradas ocasiones que ese señor no es su marido. Ese señor es otra persona. No es Richard.

 

-No, usted no comprende. Él es mi Rich, solo que esta enojado y no… no entiendo el motivo. Solo… solo tuvimos un desacuerdo… pero nada grave y él se fue de la casa. Y por más que lo busque… él no aparecía y ahora… él esta acá.

 

              La pobre señora seguía insistiendo en que mi padre era su marido, tanto era así que giro su cuerpo con dificultad hasta poder visualizar la puerta nuevamente y así señalarla con un dedo huesudo y tembloroso. Note que las proporciones físicas de su cuerpo eran algo disparejas, a pesar de ser un poco rellenita, sus extremidades eran todo lo contrario.

 

-Él esta ahí. Él esta en ese… en ese… - luchaba porque la palabra correcta le viniera a la mente y así decirla.- en ese cuarto.

 

Cuando al fin logro pronunciar la oración completa volvió a mirar a la enfermera que ahora la observaba con empatía.

 

-¿Sabe que Sra. Sinclare? Quizá yo sea la que esta equivocada y si sea su marido. ¿Qué le parece si la acompaño a su habitación y entonces escribe una carta para él? Luego se la traeré para que Richard la lea.

 

             El rostro de la pobre mujer se ilumino con esperanza y anhelo mientras asentía erráticamente de una manera que temí por su pobre cuello. Entonces comenzó a caminar junto a Mindy sin decir nada más, yo solo las observe alejarse.

 

-Disculpa si ella te molesto.

 

           La voz vino de detrás de nosotros sorprendiéndome y haciendo que diera un salto del susto. Nancy la jefa de enfermería estaba con sus manos cruzadas delante de su vientre hinchado por el embarazo, una sonrisa de disculpa estaba temblequeando en sus labios carnosos.

 

-Lo siento Kat, no era mi intención asustarte.

 

-No hay problema Nancy. Y no me ha molestado, solo la vi saliendo del cuarto de mi padre y… solo me sorprendió.

 

-Lo entiendo. La pobre mujer suele hacer eso. Se pone a vagar por los pasillos y en cuanto encuentra esta puerta se mete y suele pasar horas intentando dialogar con Jack. Ella cree que es Richard.

 

-Eso escuche. Pero, ¿dónde está el verdadero Richard?

 

Los ojos de Nancy se pusieron vidriosos mientras una mueca triste reemplazaba la sonrisa.

 

-Falleció hace más de veinte años. Él y Liza, osea la Sra. Sinclare, tuvieron un desacuerdo y él se fue enojado de la casa. Tomo las llaves del auto, era tarde en la noche y llovía torrensialmente. La policía encontró su auto al final de un precipicio que daba a la costa pero no encontraron su cuerpo. Liza comenzó entonces una búsqueda propia y una semana después los oficiales encontraron el cadáver de Richard en las costas de una playa. Ella no lo acepto y siguió buscando. Es así como termino aquí, es nuestra residente más antigua. No tiene familiares que la visiten, solo envían un cheque con el dinero mensual y ya, con eso creen que tienen su tarea echa. Desde que tu padre fue trasladado a la clínica, ella tiene la idea de que es Richard y así cada vez que puede se mete en su habitación para tratar de interactuar con él.




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