Contrato por un día.

Capitulo 37.

 

          Por un momento perdí la habilidad de hablar, pensar y razonar. Cuando mis oídos escucharon las palabras “nuestra casa” me costó procesar esa idea. No es que no me gustara, si no todo lo contrario, amaba el sentimiento que se extendió por mi pecho al oír esa frase saliendo de la boca del hombre al que amaba. Supongo que mi rostro sabía describir bien lo emocionada que estaba ya que él río bajo mientras depositaba un beso en mi frente. Bajamos del coche juntos seguidos por el Sr. Miu, mientras Robert descargaba los bolsos para luego encaminar la marcha por un camino de granito azul grisáceo cercado por pequeños faros que salían desde el suelo hacia arriba. El jardín estaba bien podado y podría jurar que nunca había visto un césped tan verde y lleno de vida como aquel. Diferentes tipos de flores lo salpicaban, pero a pesar de no ser de la misma especie no desentonaban entre sí ni con el ambiente que las rodeaba, el cuál era una ligera mezcla entre lo salvaje de un bosque y lo ordenadamente doméstico de un jardín.

       

        Robert llegó a una escalinata de madera la cual si mi conocimiento no le erraba podría asegurar que era de roble al igual que el porche y las barandas de este. La puerta color caoba tenía un gran ventanal llegando hasta la mitad de esta y era de fantasía, además parecía tener un grosor considerable. El techo de la casa era de tejuela negra y de ellas unas plantas de enredadera colgaban para bajar abrazándose a los postes que servían de pilares del porche de la casa dándole ese toque de vida que ya hacía mucho tiempo esos árboles habían perdido.

 

-Señor ¿Dónde desea que deje el equipaje?

 

-Solo déjalo en la sala Rob, ya veremos con Katy dónde va cada cosa. Muchas gracias. Y ya ve a descansar amigo, fue un largo día.

 

        Me había compenetrado tanto en la belleza de la fachada de la casa que no había notado a Robert abriendo la puerta de la casa.

 

-¿Seguro que no necesitan algo más Sr.?

 

-Seguro.

 

-En todo caso… -ambos se giraron en mi dirección sorprendidos por mi intromisión- mi querido Robert, si Chris o yo necesitamos algo podemos hacerlo nosotros mismos. Tu ve y descansa necesitaras estar fresco mañana.

 

         Él asintió ante mis palabras pero mis atentos ojos no perdieron de vista el pequeño movimiento de ojos en dirección de Chris que realizó en busca de su aprobación a lo que yo acababa de decir, tampoco me perdí el disimulado y casi imperceptible asentimiento de cabeza en respuesta por parte de Christopher aprobando mi acotación. Supongo que eso habría molestado a más de una persona, pero en mi caso no. Robert era el chófer y guardaespaldas de la familia Gratton y debía seguir sus órdenes, no las mías.

 

-Oh, Jones antes de que te vallas, debo hablar contigo. Katy espérame un momento, ya regreso.

 

          Ambos salieron por la puerta dejándome sola en compañía del Sr. Miu que ronroneaba mientras refregaba su cabeza en mi pierna. Yo por mi parte comencé a inspeccionar con la mirada cada rincón de la inmaculada habitación. Los muebles eran de madera rústica pero delicados al mismo tiempo, era un delicado equilibrio que había sido muy bien manejado por el artista que los había creado. En la sala principal habían tres sofás a juego, dos individuales y otro para cuatro anfitriones por lo menos, el color negro de estos destacaba gracias a la alfombra beige crema que había bajo sus patas. Agradecí que no fuera blanca, si bien la combinación negro-blanco es buena, no es muy limpia que digamos y tener que lavar una alfombra de semejantes proporciones y que no le quede una sola mancha no es tarea fácil. En medio de los sofás se encontraba una mesa ratona circular de cristal con delicado armazón metálico color ónix. En la sala siguiente una gran biblioteca repleta de libros estaba junto a la chimenea de ladrillo la cual estaba circunda por otro juego de sofás y algún que otro puf junto al mueble. Caminé hacia los libros ya que estos eran mi pasión, amaba los libros y los mundos a los que estos podían llevarnos. El Sr. Miu por otro lado prefirió ir a enroscarse en la pequeña alfombra circular al pie de la estufa. Comencé a pasar mis dedos por los lomos de los libros mientras leía los títulos de las diferentes obras con. Una mezcla de asombro, deleite y excitación por la cantidad de libros que habían allí, contando por encima habían más de 300 pero estaba segura de que esa no era la única biblioteca en la casa. Un día de lluvia y frío, una estufa con un lindo, chispeante y crepitante fuego junto con una taza de café o chocolate caliente y la compañía de un buen libro es el paraíso para un lector apasionado. “Pero si la lectura es como la heroína para un adicto”.

 

        Mis labios balbuceaba los diferentes títulos mientras mis dedos recorrían hasta que uno llamo mi atención y lo tome en mis manos.

 

                      "El amor florece en primavera.”

     

            El título era singular y sin lugar a dudas despertó mi curiosidad así que lo abrí para leer de que iba, entonces un papel callo al suelo. Al agacharme a recogerlo me petrifiqué al percatarme de que no se trataba de una hoja de papel, no, era una fotografía.

 

 

         Y en ella aparecíamos Ranjit y yo riendo.

    




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