Contrato por un día.

Capitulo 39.

 

         Llevaba más de diez minutos sentada en el sofá esperando a la brillante y maravillosa explicación de Christopher del porque poseía una foto mía de antes de conocernos siquiera. Él por su parte llevaba exactamente la misma cantidad de tiempo ahí pero lo había empleado en dar vueltas de aquí para allá frente a mi persona sin decir ni pío. Entonces se detuvo en seco junto a mi, giro y tomo asiento mientras daba un suspiro antes de hablar. Podía ver la determinación en su mirada.

 

-Muy bien Katy. Lo primero es disculparme. Debí decirte la verdad desde el principio, pero simplemente no pude. Esa ves en tu apartamento… no fue la primera vez que nos vimos. Bueno, no para mí, esta más que claro que para ti si.

 

-Pues si, eso está clarísimo. Ahora, apresúrate y llega al punto en dónde me das la explicación de como obtuviste esa fotografía.

 

-La cosa es que… ese día, había sido uno malo para mí. Así que decidí salir a distraerme un poco haciendo lo que me gusta. Fotografiar aquello que considero hermoso o de otro mundo. Generalmente voy al parque o a alguna plaza y capturo las risas de los niños jugando, corriéndose unos a otros, a los árboles meciéndose, cosas así. Pero ese día quise cambiar de lugar, alejarme un poco más de lo normal. Mientras recorría el sitio fue que escuche la risa de un joven y está me pareció tan… tan alegre y luego se le unió la de una chica y era como escuchar pequeñas campanas repiqueteando en el viento, era fresca,  hermosa, contagiosa y atrayente, tanto que mi vista tuvo que buscar su origen. Y entonces te vi. Eras tan hermosa y natural, con tu pelo salvaje al viento parecías la encarnación de una amazona pero a su ves tenias una mirada inocente. Antes de darme cuenta siquiera ya te había capturado con mi lente y presione el botón varias veces para tomar unas cuantas tomas consecutivas. Me gustó esa – dijo mientras señalaba la foto que me había devuelto hacia unos minutos – porque ambos salen riéndose tan estrepitosamente que desbordan alegría incluso a través del papel. Seguí mi camino pero me era difícil apartar la mirada de ti, eras como mi propio imán personal.

 

        Sentí mi pecho hormiguear cuando dijo eso ya que sentía exactamente lo mismo por él.

 

-Cuando regrese al auto comencé a mirar las fotos que había tomado y cuando en una vi tus ojos, eran realmente hipnóticos. Me perdí en ellos. Cuando Robert me dejó en casa yo aún estaba como en una nube, tus ojos se venían a mi mente. Pero entonces la idea de que ese joven que estaba junto a ti fuera probablemente tu novio se coló en mis pensamientos. Era lógico que lo fueran por el modo en el que se miraban y actuaban. Así estuve un par de días, entrando y saliendo de mis pensamientos sin lograr sacarte de ellos así que un día decidí volver a esa parte de la ciudad para ver si tenía suerte y lograba verte una vez más. Quería demostrarme que eras una mujer más, que no eras alguien salida de un cuento de hadas ni nada parecido y la verdad no creí que funcionará, no pensé verte en realidad. Pero imagínate mi suerte cuando te vi saliendo de una cafetería con un vaso humeante que al parecer quemaba tus suaves y delicados dedos, mientras luchabas por mantener el equilibrio. Era bastante gracioso. Era como ver a un recién nacido intentar ponerse de pie. Quise ayudarte así que extendí mi mano en tu dirección pero tropezaste y pechaste mi brazo, te disculpaste sin verme siquiera y seguiste tu camino.

 

        Recordaba ese día. Iba tarde al trabajo y el café era para Mery, un pequeño soborno para que no me delatase. La cosa era que llevaba tacones puestos y si bien eran bajos, no estaba acostumbrada así que mientras caminaba choque a un hombre. Yo simplemente me disculpé y seguí mi camino. De haber sabido que era Christopher…

 

-Entonces comencé a buscarte y cada vez que te encontraba quedaba más fascinado aún. Fue en eso que supe que tú y el joven no eran novios, sentí un gran alivio cuando lo descubrí. Así pasaron los meses rápidamente. Digamos que te admiraba a la distancia, pero que quede claro que no era acoso, siempre respete tu privacidad, puedes preguntar a Robert él te dirá la verdad. De hecho, fue él quien me persuadió para que dejara de visitarte. Me dijo que no era sano para ninguno de los dos, ni para ti ni para mí. Me dijo que si no iba a acerarme para hablarte, entonces debía dejarte ir. Y lo hice.

 

        Sonaba tan dolorido al decir eso que sentí el impulso de tomar su mano, pero me contuve hasta escuchar el resto de la historia.

 

-Lo hice, hasta ese día. El día en el que respondiste al anuncio del “empleo”. Cuando vi tu fotografía no podía creerlo, en realidad eras tú. Cuando ocurrió lo de Alis en el callejón ahí estabas tú una vez más. No podía creer, parecía una cruel broma del destino en la que me acercaba y a su vez me alejaba de aquello que anhelaba. Por lo que decidí tomar las riendas de la situación y “te contrate”. Está vez tenía una excusa para estar cerca de ti, no te dejaría ir tan fácilmente.

 

-¿Por qué no me dijiste entonces?

 

-Lo intente. En mi mente lo hacía una y otra vez, de un millón de diferentes maneras te lo decía todo. Pero en la realidad cada vez que quería hacerlo algo me detenía. Desde nuestro encuentro en el apartamento algo me decía que no estabas bien. Tú mirada no tenía ese brillo que me había seguido por días en la mente, no, era triste y me dolía no saber porque, cuál era el motivo. Entonces supiste quien era yo en realidad y sentí como elevabas un muro entre nosotros. Trataste de disimular pero notaba tus espinas hacia mí. Decidí entonces que no decir nada sería lo mejor.

 

         No sabía que decir, era mucho que procesar. Entonces él ya me conocía antes que yo a él.

 

-Lo que me importa saber ahora es si me perdonas-




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