Control Alt Obsesión

Capítulo 3: Entre Sombras y Susurros

No pasó mucho tiempo antes de que me encontrara en la parte trasera de uno de esos autos blindados que solo había visto en películas. El aire estaba cargado de tensión, aunque yo me dedicaba a tamborilear los dedos contra mi pierna para aliviar el aburrimiento.

—¿Siempre es tan silencioso esto de ser parte de un equipo de seguridad? —pregunté, rompiendo la calma tensa.

Uno de los tipos del equipo, un hombre calvo con una cicatriz en la frente, me lanzó una mirada fugaz.
—Normalmente no llevamos invitados.

—Oh, por favor, soy más que un simple invitado. —Levanté el mentón con exagerada dignidad—. Soy la pieza clave en esta operación.

El tipo no respondió, pero el joven al que llamaba "Recluta" escondió una sonrisa tras su mano.

Adrian, sentado frente a mí, me miró con esos ojos intensos que parecía usar para desarmar a la gente.
—¿Siempre hablas tanto cuando estás nerviosa?

—¿Nerviosa? —Solté una carcajada breve—. Esto es un paseo en el parque para mí.

Él arqueó una ceja, y por un momento me pregunté si podía ver a través de mi fachada. Porque, seamos honestos, estaba un poco nerviosa. No todos los días una hacker con un historial de invasora termina metida en una misión real con tipos que probablemente podían desarmar a alguien en menos de cinco segundos.

Cuando llegamos al edificio que había localizado, todo cambió. El silencio dejó de ser incómodo y pasó a ser estratégico. Adrian dio instrucciones claras y rápidas a su equipo mientras yo me quedaba a un lado, observando.

—¿Y yo qué hago? —susurré, acercándome a él.

—Mantente cerca de mí y no hagas nada estúpido. —Su tono era seco, pero no frío.

—Define 'estúpido'.

—Hablar.

—Oye.

El edificio era tan genérico como venían. Fachada gris, ventanas con cristales oscuros, sin un solo letrero que indicara qué había dentro. Claro, para cualquier otra persona habría parecido aburrido. Pero para mí, era una promesa de secretos esperando ser desenterrados.

Dentro, el equipo de seguridad se movió con precisión militar. Yo, por otro lado, me sentía como una turista perdida.

—¿Tienes que respirar tan fuerte? —susurró Adrian, girándose hacia mí.

—¿Quieres que me desmaye? —respondí, igual de bajo.

Él negó con la cabeza y siguió avanzando.

Subimos hasta el tercer piso, donde localicé el servidor principal que el espía había estado usando como punto de acceso. Una vez dentro de la sala de servidores, me puse a trabajar, conectando mi portátil a una de las máquinas.

—Dame cinco minutos —murmuré, ya inmersa en mi propio mundo.

Adrian se quedó cerca, observando mis movimientos.
—¿Es siempre así de sencillo?

—Depende. Si el tipo que configuró esto es un amateur, sí. Si es alguien serio... bueno, probablemente deberías empezar a preocuparte.

—Tranquilizador.

—Es mi especialidad.

El tiempo pasó rápido mientras buscaba en los registros y desenmarañaba las conexiones. Finalmente, encontré algo.

—¡Bingo! —exclamé, girándome hacia Adrian—. Tengo un nombre.

—¿Quién?

—Bueno, técnicamente es un alias, pero... alguien que se hace llamar 'Aether'.

Adrian frunció el ceño.
—¿Aether?

—Sí, ya sabes, como el material místico que los griegos creían que llenaba el universo. Poético, ¿no?

—¿Sabes quién es?

—No, pero puedo averiguarlo si me das tiempo.

Antes de que pudiera decir algo más, una voz interrumpió desde el auricular de Adrian.
—Tenemos compañía.

Él se tensó y me miró.
—Cierra todo y vámonos.

—¿Qué? ¡Pero acabo de empezar!

—Emma. Ahora.

No tenía intención de discutir, no cuando su voz tenía ese tono tan serio. Desconecté mi equipo lo más rápido que pude mientras el resto del equipo se preparaba para lo que fuera que estuviera por venir.

¿Qué diablos estoy haciendo aquí?

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—¿Siempre pasa esto cuando intentas desenmascarar a alguien? —pregunté mientras corríamos por las escaleras del edificio.

—No. Usualmente son menos dramáticos —respondió Adrian, sin girarse.

El equipo de seguridad iba delante, cubriendo cada esquina con movimientos calculados. Yo me limitaba a seguir el ritmo, lo cual no era fácil considerando que mis botas definitivamente no estaban hechas para correr.

—¡A la izquierda! —gritó uno de los agentes mientras nos desviábamos hacia un pasillo estrecho.

—¿Qué tan en serio crees que van? —intenté preguntar, pero todo el mundo parecía demasiado concentrado en no morir como para responderme.

De repente, los disparos comenzaron a resonar en el edificio. Me agaché instintivamente, apretando los dientes mientras el eco de los balazos hacía que mi corazón se disparara.

—¡Qué lindo! ¡Están tratando de matarnos! —exclamé, medio corriendo y medio tropezando.

—¿Puedes no sonar tan emocionada? —Adrian me tomó del brazo, empujándome hacia una puerta al final del pasillo.

Entramos en una sala pequeña que parecía un cuarto de mantenimiento. Adrian cerró la puerta tras nosotros, y uno de los agentes comenzó a asegurarla mientras los demás revisaban el lugar.

—¿Estamos atrapados aquí? —pregunté, tratando de recuperar el aliento.

—No, tenemos un plan. —Adrian revisó su reloj y luego me miró—. Confía en mí.

—¿Y si no quiero?

—No tienes opción.

El equipo comenzó a movilizarse, desplegando un mapa digital en uno de los dispositivos que llevaban consigo. Mientras tanto, yo me senté sobre una caja, abrazando mi portátil como si fuera un salvavidas.

—Si alguien me hubiera dicho que un día estaría en una persecución armada con un grupo de mercenarios y un jefe de seguridad medio maniático, habría cobrado más por invadir tu sistema.

Adrian dejó escapar un suspiro, pero sus labios se curvaron ligeramente hacia arriba.

—¿Es esto lo que haces para lidiar con el estrés? ¿Sarcasmo?



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En el texto hay: hacker amor, romance (medio obsesivo)

Editado: 20.12.2024

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