Control Alt Obsesión

Capítulo 5: El Mayordomo

No sé en qué momento exactamente mi vida comenzó a parecerse a una novela de espías mala y llena de clichés. Quizás fue cuando la primera vez que entré a su casa sin permiso, o tal vez fue cuando, por alguna razón, un tipo con un pasado oscuro decidió llevármelo todo y… no, no me lo dio todo, pero definitivamente me dejó con más preguntas que respuestas.

El punto es que ahora, de alguna manera, me encuentro atrapada en algo que ni siquiera sé cómo describir. No tuve mi romance adolescente, con las miradas furtivas y los besos robados en el parque. No, lo mío es más bien el romance de la chica hacker ingenua y su secuestrador

—No es secuestro —me corrigió Adrian, con ese tono serio que tenía cuando me decía que no podía salir a mi antojo por la ciudad como si fuera una niña en un cuento de hadas—. Es protección.

A veces me pregunto si en realidad él se lo cree. Pero bueno, yo estaba demasiado cansada de discutir, así que solo asentí con una sonrisa. Y sí, aceptémoslo: lo único que hacía que este juego fuera algo más intrigante, era la constante cercanía de Adrian. Y los besos.

Ese maldito beso. O mejor dicho, ese nuestro beso.

Esa noche, cuando casi me arrastra a su boca como si fuera lo más natural del mundo, ¿qué se supone que debía hacer yo? Claro, la primera vez pensé que era una especie de broma, una especie de... ¿cómo decirlo? Error de cálculo. Después de todo, ¿quién besa a alguien con el que estás trabajando en lo que parecía un plan de venganza? Pero me besó, y bueno, en ese momento mis pensamientos se despejaron, como si todo lo que tenía en la cabeza se hubiera encendido con esa chispa extraña.

Lo bueno de todo esto es que no era el tipo de beso que me dejaba pensando "Oh, esto es solo química, nada más". No. Era un beso que, aunque me dejó algo descolocada, también me hizo reír por lo absurdo que se sentía. ¡Vaya, ahora mi vida podría ser una novela de acción y romance de supervivencia! O, mejor aún, una de esas series de televisión en las que te preguntas cómo demonios los personajes sobreviven a sus propios errores.

Pero lo que importaba era que, después del beso, ambos nos miramos como si algo hubiera cambiado, algo que no queríamos admitir, algo que no podíamos decir. La tensión se quedó en el aire, tan densa como el humo de un cigarro olvidado.

Ahora teníamos una misión: encontrar a este maldito enemigo que me estaba siguiendo. Un enemigo... que resultó ser menos un enemigo y más... un peón. Oh, qué sorpresa.

Adrian y yo habíamos decidido ir por él después de lo que descubrimos en la red. Al principio, sentí que estábamos a punto de enfrentar a un verdadero villano, el tipo que estaba detrás de todo. Pero pronto, muy pronto, la realidad me golpeó como un camión.

Cuando encontramos al hombre en cuestión, estaba claramente nervioso, dando vueltas a la idea de que su jefe lo mataría si no cumplía con su misión. Me preguntaba si debería sentirme decepcionada o aliviada, pero la verdad es que no sentí nada. Solo... ¿confusión? ¿Divertida?

—¿Este es el gran malo? —pregunté en voz baja, mirando al hombre tembloroso delante de nosotros.

Adrian hizo un gesto como si me dijera "Sí, supongo que esto es todo", y me dio la más leve sonrisa de esas que eran tan inconfundibles.

—No te preocupes. Es solo un peón. —Él levantó una ceja, como si estuviera disfrutando del giro irónico de la situación.

—Vaya, ya veo. Mi vida sigue siendo más confusa que antes. —Respiré hondo, sin saber si debía reírme o tirarme de los pelos.

El tipo en frente de nosotros seguía tartamudeando, diciendo algo sobre órdenes, que no tenía control y que sólo estaba trabajando para el jefe. Lo miré por un segundo y me encogí de hombros. Era claro que no tenía idea de lo que estaba haciendo, y mucho menos de lo que se había metido. De alguna manera, me sentí un poco mal por él. ¿En serio era esto lo que los grandes villanos solían enviar a la guerra? ¿Un tipo que no podía sostenerse en pie sin tener un ataque de pánico?

Adrian no parecía tener ningún tipo de compasión. Era tan obvio que este tipo no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo que me sentí tentada a sacarle una selfie, sólo para probar que estaba en medio de un thriller que ni siquiera tenía un guion decente.

—¿Y ahora qué? —pregunté, sin poder evitarlo, viendo cómo Adrian se preparaba para lidiar con este "enemigo" tan pequeño e insignificante.

—Ahora, lo que hagamos con él es lo de menos —dijo Adrian, con su voz grave, algo cansado. Pensé por un momento que, tal vez, ese cansancio no era solo físico, sino algo más profundo, algo que tenía que ver con lo que estábamos haciendo.

Y así fue como, una vez más, nos encontramos persiguiendo fantasmas. Pero al menos, por un segundo, me olvidé del beso y de la confusión en mi cabeza.

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La misión estaba hecha, el villano no era más que un peón, y lo que comenzaba como un juego de ajedrez se estaba convirtiendo en algo mucho más complicado de lo que había anticipado. Me estaba empezando a acostumbrar a la idea de que, de alguna manera, las cosas siempre se complican cuando Adrian está involucrado. Él y yo no éramos exactamente amigos, ni siquiera aliados, pero había algo en el aire, algo entre nosotros, que me hacía cuestionar cada decisión.

Aquel tipo no era más que un eslabón débil, el primero de muchos que tendríamos que derribar. Pero no tenía la sensación de que las respuestas que buscábamos estuvieran tan cerca como pensábamos. Era como si, por cada capa que removíamos, aparecieran tres nuevas preguntas. Y sin embargo, lo que realmente me mantenía inquieta no era el misterio ni el peligro... era él.

Adrian se mostró sereno, casi frío, como si todo lo que había pasado no fuera más que una simple distracción en su camino hacia algo mucho más grande. Pero algo había cambiado en él, algo que podía ver en su mirada cada vez que me miraba. Era como si el simple hecho de estar a su lado comenzara a desordenar las piezas de su bien planeado rompecabezas.



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En el texto hay: hacker amor, romance (medio obsesivo)

Editado: 20.12.2024

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