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Capítulo 6: Redes Invisibles

El sol apenas comenzaba a ocultarse tras los árboles altos que rodeaban la nueva mansión. La casa sin gargolas Esta casa, más grande y más aislada que la anterior, parecía construida con el único propósito de ser una fortaleza como la habia llamado Adrian ya que estaba a las afueras de la ciudad. Aunque el aire de seguridad me tranquilizaba, no podía evitar sentirme inquieta. Habia un largo camino por recorrer para encontrar al "enemigo".

Lucas y yo estábamos sentados en el sofá de la sala principal, jugando con una baraja de cartas que él había encontrado en algún rincón de la mansión. Su habilidad para bromear sobre cualquier cosa me mantenía distraída, aunque no por mucho tiempo.

— ¿Así que eres buena con las cartas o solo pretendes? —preguntó Lucas, barajando las cartas con una sonrisa.

— Depende. ¿Vas a apostar algo interesante? —respondí con una sonrisa ladeada.

— ¿Mi hermano cuenta como premio? —bromeó, pero antes de que pudiera responder, una voz seria interrumpió nuestra conversación.

— Emma, necesito que vengas conmigo —dijo Adrián, parado en la puerta con los brazos cruzados y una mirada que no dejaba espacio para discusión.

Lucas levantó las manos como si se rindiera. — Parece que perdí. Tal vez la próxima vez.

Lo seguí hasta el estudio, donde las paredes estaban cubiertas de mapas, documentos y pantallas que mostraban varias ubicaciones marcadas. Sobre la mesa principal descansaba un informe detallado del enemigo que habíamos capturado días atrás. Adrián señaló los papeles con un gesto serio.

— Aquí está todo lo que conseguimos sobre él. Es un peón, como sospechábamos.

Tomé los documentos y los revisé detenidamente. Los datos confirmaban lo que ya habíamos discutido antes: este hombre no era más que una pieza en un tablero mucho más grande. Sin embargo, mientras leía, algo comenzó a incomodarme. Las conexiones eran demasiado claras, las pistas demasiado directas. Era como si alguien hubiera querido que llegáramos hasta él sin complicaciones.

— Esto no tiene sentido —murmuré, frunciendo el ceño.

Adrián se acercó, cruzando los brazos mientras me observaba. — ¿Qué quieres decir?

— Mira esto —dije, señalando las líneas de los mapas y las anotaciones en los documentos. — Todo encaja demasiado bien. Los ataques, las ubicaciones, hasta las fechas. Es como si todo hubiera sido diseñado para que lo encontráramos.

— ¿Estás diciendo que esto es una trampa? —preguntó, su tono algo escéptico.

— No estoy segura. Pero si esto fuera tan fácil, entonces… —Dejé la frase en el aire, esperando que él entendiera a qué me refería.

Adrián frunció el ceño, mirando los documentos con más atención. — Puede que estés viendo cosas donde no las hay. Esto confirma lo que ya sospechábamos: no es más que un peón. Lo importante ahora es seguir adelante y encontrar a quien está detrás de todo esto.

— ¿Y si estamos siguiendo el camino que ellos quieren que sigamos? —insistí, sintiendo una mezcla de frustración y duda.

Adrián negó con la cabeza. — No podemos detenernos por una corazonada. Esto es lo que tenemos, y debemos seguir investigando desde aquí.

No respondí, pero algo en su insistencia me hizo sentir más insegura. Decidí dejarlo por el momento, aunque mi mente seguía dando vueltas. Si había algo más grande detrás de esto, no podíamos permitirnos avanzar sin cuestionarlo.

Adrián continuó analizando los mapas y las pantallas, pero yo me retiré, fingiendo que necesitaba un descanso. Cuando salí del estudio, me encontré nuevamente con Lucas en el pasillo. Parecía que había estado esperando.

— ¿Problemas con mi hermano? —preguntó, apoyándose en la pared con una sonrisa despreocupada.

— No exactamente. Pero tengo un mal presentimiento sobre todo esto —respondí, cruzándome de brazos.

— ¿Quieres hablarlo? Soy un gran oyente, por si no lo sabías.

— No por ahora. Pero gracias —dije, y continué caminando hacia mi habitación.

Una vez sola, me senté en la cama con los documentos que había tomado del estudio. Aunque Adrián había dicho que no había nada extraño, no podía sacarme la idea de la cabeza. Las pistas eran demasiado perfectas, demasiado convenientes. Comencé a revisar los datos con más detalle, buscando algo que no encajara, algo que pudiera indicarme si estábamos siendo manipulados.

Con cada página que leía, mi sospecha crecía. Las fechas de los ataques, los lugares marcados en el mapa, todo parecía calculado para llevarnos al enemigo capturado. Pero si él era solo un peón, ¿quién estaba moviendo las piezas detrás de escena?

No sabía cuánto tiempo había pasado cuando escuché un golpe en la puerta. Era Lucas, quien entró sin esperar respuesta, sosteniendo una bandeja con una taza de café.

— Pensé que necesitarías esto. Pareces estar trabajando más duro que Adrián.

— Gracias —respondí, aceptando la taza con una pequeña sonrisa. — ¿Siempre eres tan considerado?

— Solo cuando me aburro. Además, alguien tiene que asegurarse de que no trabajes hasta colapsar.

Su tono despreocupado era un alivio, aunque no podía distraerme de lo que había descubierto. Lucas me observó en silencio por un momento antes de hablar nuevamente.

— Sea lo que sea lo que estás planeando, ten cuidado. Mi hermano tiene muchas cualidades, pero la paciencia no es una de ellas.

— Lo tendré en cuenta —dije, aunque sabía que no podía contarle demasiado. Si Adrián no confiaba en mis sospechas, probablemente Lucas tampoco lo haría.

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La mansión a las afueras de la ciudad se sentía más aislada que nunca. Los ventanales enormes dejaban que la luz gris del día se filtrara, pero el ambiente seguía sombrío, como si nada aquí fuera real. Me encontraba sentada frente a mi laptop, mis dedos volando sobre el teclado, analizando cada dato que habíamos reunido. A mi lado, Lucas estaba encorvado sobre su propia computadora, observando mis movimientos con atención.




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