Era otro dia mas en la mansion infernal cuando un nuevo mensaje apareció en mi pantalla, con un encabezado que me hizo apretar los labios.
"Emma: sabes demasiado. Si sigues ayudando a Adrián, serás la próxima en pagar el precio."
No era el contenido lo que me inquietaba, sino el momento. Esto no era un simple intento de intimidación; era un movimiento calculado, perfectamente alineado con todo lo que venía sospechando.
Suspiré y me recargué en la silla, dejando que mis ojos recorrieran el texto una y otra vez.
—¿Eso es todo lo que tienen? —murmuré, con una mezcla de fastidio y sarcasmo.
Llamé a Lucas desde mi tablet, proyectando el mensaje en la pantalla principal de la sala. Cuando entré, él ya estaba revisando el archivo.
—¿Un mensaje directo? —preguntó con una voz perfectamente neutral, pero sus ojos brillaban con algo más. Curiosidad. Tal vez expectativa.
Antes de que pudiera responder, Adrián apareció desde la puerta.
—¿Qué pasa? —preguntó, mirando de mí a Lucas y luego al mensaje en la pantalla.
Su rostro cambió al leerlo. Un pequeño destello de sorpresa cruzó sus ojos, aunque trató de ocultarlo detrás de una máscara de calma.
—¿Quién envió eso?
—Eso mismo quiero saber —respondí, girándome hacia Lucas, quien ya estaba analizando los datos del mensaje.
—Podría ser alguien del enemigo —sugirió Lucas, sin levantar la vista. —O alguien que está monitoreándonos.
—¿Cómo es posible? —La voz de Adrián era más dura de lo habitual. —Se supone que estamos protegidos.
—Protegidos, sí. Pero nunca invulnerables —replicó Lucas con una ligera sonrisa, como si estuviera disfrutando de la incomodidad de Adrián.
Mis dedos volaron sobre el teclado, tratando de rastrear el origen del mensaje.
—Esto no tiene sentido —dije, más para mí misma que para ellos. —Si realmente quisieran intimidarme, ¿por qué no hacerlo antes? ¿Por qué ahora, justo cuando estamos avanzando?
Lucas se cruzó de brazos, observándome con interés.
—Quizá porque ahora estás más cerca de algo que ellos no quieren que descubras.
Adrián apretó los labios y se inclinó hacia mí.
—Emma, esto podría ser una distracción. No caigas en su juego. Sigue con lo que estabas haciendo.
—¿Una distracción? —Levanté una ceja, girándome hacia él. —Adrián, esto no es un simple juego. Alguien sabe exactamente lo que estamos haciendo y decidió apuntar directamente a mí.
—Y precisamente por eso no debes dejar que te afecte —insistió, su tono suave pero firme.
—Es fácil decirlo cuando no eres tú el objetivo.
Un silencio incómodo llenó la sala. Lucas, como siempre, parecía disfrutar el caos sutil, pero yo no podía quitarme de la cabeza la sensación de que algo estaba muy mal.
Cuando Adrián salió de la sala, diciendo que necesitaba hacer una llamada, me giré hacia Lucas.
—¿Qué opinas? —pregunté, tratando de descifrar su expresión.
—Que probablemente él tenga razón —respondió con indiferencia. —Pero también podría estar equivocado.
—Gracias por tu brillante análisis.
Lucas rió entre dientes y volvió a concentrarse en su laptop, pero algo en su postura me hizo pensar que sabía más de lo que estaba diciendo.
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La casa estaba tranquila, el sonido constante de las teclas de las computadoras llenaba la habitación donde Lucas y Adrián se encontraban. La noche había caído, y la luz tenue de las pantallas iluminaba sus rostros tensos, pero en apariencia, todo parecía normal. Sin embargo, Adrián no podía evitar sentirse inquieto.
A lo lejos, escuchó el sonido de pasos rápidos por el pasillo: Emma, como siempre, concentrada en resolver el caso, sin mostrar signos de preocupación por lo que se había desatado. Pero él sí los sentía. La incertidumbre lo invadía mientras observaba a Lucas, que estaba demasiado calmado para ser real. Desde que Emma había recibido el mensaje anónimo, algo había cambiado en el aire, y la presencia de Lucas solo había aumentado esa sensación de que algo estaba mal. No podía apartar la mirada de él, como si algo en su actitud no encajara.
Lucas, inmerso en su mundo digital, no parecía notar el escrutinio de Adrián. Teclado tras teclado, sus manos se movían con una destreza natural, pero no era la velocidad de su trabajo lo que mantenía la atención de Adrián.
Un destello de luz iluminó la pantalla de la computadora, y Adrián notó cómo Lucas detenía su trabajo por un segundo, algo en su rostro se suavizó momentáneamente, pero enseguida volvió a la concentración absoluta. Eso lo hizo dudar aún más. ¿Era posible que Lucas hubiera tenido algo que ver con el mensaje? ¿Y si todo esto no era una simple coincidencia? Sus sospechas se afianzaron.
Él no había mencionado nada sobre el mensaje directamente. No lo necesitaba. Pero los indicios eran claros. Cada palabra que Lucas decía, cada pequeño gesto, parecía cargar una segunda intención, una que Adrián aún no podía descifrar por completo.
Finalmente, Adrián rompió el silencio, pero su voz era más baja de lo usual, como si temiera que alguien más pudiera escuchar sus pensamientos.
—¿Has averiguado algo más sobre el origen del mensaje? —preguntó, la sospecha colándose en su tono sin que pudiera evitarlo.
Lucas no se inmutó, continuó escribiendo en la pantalla con la misma expresión impasible. No parecía tener prisa, ni mostraba señales de nerviosismo. Pero Adrián sabía que algo no encajaba.
—No creo que sea necesario —respondió Lucas, sin mirarlo, con la misma calma de siempre, pero esta vez había un toque de diversión en su voz. Como si todo fuera un juego. —Lo más probable es que el mensaje haya sido un intento de intimidar a Emma. No creo que sea una amenaza real.
Adrián frunció el ceño, cruzando los brazos, la tensión en su cuerpo aumentando con cada palabra que Lucas soltaba. Había algo en su actitud, algo en su manera de hablar, que lo hacía sospechar aún más.
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Editado: 12.01.2025