Convaleciendo al corazón

Capítulo 15

Jareth

—Por enésima vez, Ian, no pasó nada entre Savannah y yo.

Repito, hastiado. Ya he perdido la cuenta de cuántas veces me ha hecho repetirlo y, aun cuando estoy mintiéndole deliberadamente, me molesta que sea tan cotilla.

Vine aquí apenas salí del gimnasio, no tenía otro lugar realmente al cual ir porque mi propia habitación no sería el mejor lugar para estar justo ahora y, en su momento, creí que estar con mis amigos me ayudaría a acomodar las ideas en mi cabeza, aunque ya no estoy tan seguro de ello.

Cuando llegué, Ian y Connor jugaban algún videojuego en sus celulares, y no parecían tener ninguna intención de abandonar su partida, después de todo ¿qué tenía de nuevo que me apareciera en su habitación? Claro, hasta que se me ocurrió abrir la boca.

—Sí, claro, y yo soy virgen.

Pongo los ojos en blanco y sacudo la cabeza de un lado a otro, gesto que parece causarle gracia.

Decido ignorarlo y volver la vista a mi celular, pero francamente no hay nada que logre acaparar mi atención por completo, así que me limito a deslizar el dedo sobre la pantalla, esperando que Ian se canse y deje de insistir en el tema.

Aprovecho para pasarme por Instagram y entro directamente a las fotos donde me etiquetaron. Hay una que es una toma panorámica de la última vez que Connor, Ian y yo fuimos a hacer senderismo, si no me equivoco, eso fue en las vacaciones de invierno del año pasado. Le doy me gusta y me paso a la siguiente imagen.

—Además, si no piensan iniciar con la 3ra guerra mundial de compartir el mismo espacio por más de un segundo, ¿por qué cojones no ha querido hablar contigo en todo el día y ahora tú no quieres verla?

Ruedo los ojos antes de decir—: Yo no...

Frunzo el ceño y me olvido de cualquier cosa que iba a decir al ver las fotos en que me etiquetó Alexia. La última, una que subió hace diez minutos, muestra sus labios haciendo un puchero, y el pie de la imagen no dice otra cosa que: ¿Por qué me ignoras?; mientras que la primera, de hace poco más de una hora, es una toma de ella recostada en su cama que llega hasta la mitad de su abdomen, su pelo rojizo está desparramado sobre el colchón, el top vino que usa realza sus pechos y está mordiendo la punta de su dedo índice, logrando que la imagen muestre una combinación entre sexy y tierna a parte iguales.

Salgo de ahí y abro su chat.

Jareth: Te dije que ya no me etiquetaras en esas fotos tuyas.

—Ah sí, tiene mucha lógica, tienes una cómoda cama esperándote en tu habitación, mientras que aquí solo hay un duro y triste piso.

Su voz suena mucho más seria de lo normal, como si buscara darle credibilidad a sus palabras, pero ésta es muy poca cuando su expresión se torna burlesca. Le mantengo la mirada, pero segundos más tarde el sonido de mi celular me distrae. Una notificación de Instagram.

Alexia: Antes no te molestaba.

Ruedo los ojos, comenzando a pensar que ahora será mejor ignorarla a ella y centrarme en Ian.

—A menos que...

Enarco una ceja. No entiendo por qué ha dejado la frase al aire, pero su motivo parece ser suficiente como para que ensanche su sonrisa con picardía.

—A menos que, qué.

—Vaya, hombre, hasta que tengo tu atención.

—A menos que, qué —repito.

—A menos de que te hayas metido en su cama, ¿lo hiciste? —cuestiona burlesco, haciendo un vano intento por ahogar una carcajada.

—Vete al carajo —escupo molesto.

Ahora no solo había una chica que me quería entre sus piernas, sino otra con la que supuestamente me había metido. Y yo ni siquiera sabía cómo sentirme después de haber besado a Savannah.

 

Entro al salón con el maestro pisándome los talones para encontrarme con que una vez más, desde hace tres días, Savannah se ha sentado en una de las esquinas del salón, junto a Ian, quien me lanza una mirada de reclamo. Seguro está molesto porque gracias a nosotros no ha podido tontear con las chicas tanto como le gustaría.

Tomo asiento en esa silla en el centro que he comenzado a considerar mi lugar, aunque no entiendo por qué. Solía sentarme con mis amigos al fondo de la clase, y no aquí, donde por mi supuesta tutora tendría que sentarme porque ella no se iría al fondo y teníamos que cumplir con las absurdas exigencias de la directora.

No he vuelto a acercarme a ella para pedirle que hablemos, porque siendo precisos ya no sé qué es lo que le diría. En un principio quería asegurarle que no tenía nada de qué preocuparse, que no había pasado nada entre nosotros y que tampoco iba a traicionar su confianza. Pero eso ya no funcionaría, porque sí pasó algo, la había besado.

Ni siquiera me acercaba a la habitación que compartimos cuando sabía que estaba allí, y no sé si soy yo quien la está evitando ahora o estoy intentando darle su espacio.

Hago trazos sin sentido sobre el papel, pasando por completo de la explicación del Sr. Gray sobre cómo obtener el diferencial, o lo que sea que esté anotando en el pintaron.

De la nada escucho el timbre sonar, anunciando el fin de la clase. Vaya, he perdido otra hora. Pensando en eso, ¿se va a arriesgar a perder su beca por nuestra rabieta? Niego con la cabeza, a Savannah lo que menos le interesa es la beca, en este caso nuestra diatriba le ha sentado de maravilla.

Me cuelgo la mochila en el hombro y salgo del aula en dirección al comedor, donde tomo asiento en la mesa del centro, junto con los chicos del equipo de basket y algunas porristas, incluyendo a Janeth, una de las muchas personas a las que Savannah está dispuesta a soportar antes que a mí.

Dejo de prestar atención al plato de comida frente a mí y paseo la vista por el comedor, antes prefería pasarse sus ratos libres en la biblioteca, devorando un libro en lugar de ingerir algo, pero desde que Kara llegó no se ha saltado ninguna comida.




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