Convaleciendo al corazón

Capítulo 19

Savannah

Recorro los pasillos con prisa en dirección a la salida, viendo a los alumnos festejando ante las victorias que ha obtenido el equipo de basket a lo largo del campeonato como si el logro fuese suyo. Además del hecho de que todos ansían que el día de mañana llegue, que es cuando se dará lugar a la final, que, a diferencia del resto de los juegos, este último se llevará a cabo aquí, por lo que la directora tiene pensando suspender las clases para permitirnos asistir, causando que me quede también sin excusas.

Cuando logro salir del edificio principal y dejo atrás el tumulto de personas, salgo corriendo a toda velocidad hacia el edificio oeste, donde subo con la misma prisa las escaleras, pensado que será más rápido que el elevador, en un intento por escapar de los chicos, más específicamente de Noah y Dylan, quienes se esmeran más que el resto en hacerme partícipe de un juego que tienen pensando montarse, o algo por el estilo, no les presté mucha atención cuando me lo dijeron.

También son los dos que menos respetan mi intimidad, cosa que confiero al hecho de que son los únicos que nunca me han visto en un estado de crisis, hasta donde tengo entendido, aunque ahora que lo pienso, Oliver tampoco, pero bueno, él parece ser el más comprensivo de todos los del equipo. En fin, ya estoy divagando.

Logro llegar sana y salva a mi habitación, donde apenas entro coloco el seguro con la idea de que van a intentar irrumpir en la misma en cuestión de minutos.

Si entramos en detalles, la razón por la que en esta ocasión me rehuso rotundamente a jugar con ellos es porque los oí mencionar algo con agua, y no creo que el clima sea el adecuado para esa clase de actividades. Pero ellos se niegan a aceptar un no como respuesta, en especial si soy yo quien lo pronuncia.

Manteniendo toda la calma que me es posible estando encerrada y completamente sola dentro de estas cuatro paredes, me dirijo con total tranquilidad hacia mi cama, donde vacío sin cuidado alguno mi mochila, causando que algunas de las hojas sueltas terminen cayendo al suelo. Me agacho para recogerlas y enseguida me aseguro de organizarlo todo.

Pasados unos 5 minutos miro orgullosa las tres pilas de libretas y hojas desprolijas que he hecho. La primera con todos aquellos temas que, considero, debo esmerarme más por estudiar si quiero obtener una nota sobresaliente, la segunda con lo que no me siento cien por ciento segura y la tercera con lo que creo solo es necesario darles una ligera leída para asegurarme.

Tomo la libreta azul que encabeza la primera columna para enfrascarme de inmediato en una lectura sobre la mutación genética.

Estoy tan inmersa en la misma que no me doy cuenta del momento en el que dejo de encontrarme sola. Lo único que logra sacarme de mi ensimismamiento es el hecho de que, de un momento a otro, ya no estoy descansando cómodamente sobre la cama, sino de cabeza y sobre el hombro de uno de los chicos.

—¡Ey, Noah, bájame!

Exijo al escuchar las prominentes risas de Noah y Dylan, quienes hasta el momento parecen ser inseparables.

—Teníamos un trato —me recuerda Dylan, con cierto tono de burla y una sonrisa de oreja a oreja—. Si te atrapábamos tenías que venir con nosotros al gimnasio.

—Pero no es justo.

—La vida no es justa, cariño.

Bufo recargando mi codo en la espalda de Noah para descansar mi cabeza en mi mano y así poder ver a Dylan a la cara, quien sigue riéndose de mí.

—Además, ¿cómo carajos entraron?

—¿Olvidas que Jareth también tiene una llave? —Pongo los ojos en blanco ante la confesión, comenzando a molestarme con mi compañero de habitación por haberles brindado semejante herramienta y obligarme a jugar con ellos. Si antes les había dicho que me dejasen en paz, traidor—. No nos la dio, la sacamos de su mochila en un descuido —se apresura a aclarar Dylan al notar mi expresión.

Entre quejas y risas llegamos al gimnasio, y no fue hasta que Kara aseguró la puerta y Noah estuvo parado en el centro de las canchas que me dejaron en el piso.

—No entiendo su insistencia por hacerme jugar —chisto cruzándome de brazos y captando la atención de todos los presentes.

—Vamos Savannah, no te pasará nada si te relajas durante unas cuantas horas.

—Yo no pienso jugar con agua —aseguro firme al ver los baldes repletos a más no poder con globos llenos de agua y algunos otros artículos más, pero con el mismo fin, mojarnos—. Además, quién asegura que no nos meteremos en problemas por jugar aquí.

—Si eso es lo que te preocupa, tenemos permiso del entrenador. Así que no tienes excusas —añade Jareth, haciendo énfasis en el no.

—Tú cállate, que si no tuvieras llave de la habitación ahora me contraria cómodamente en mi cama estudiando para los exámenes, que es justo lo que todos ustedes deberían estar haciendo —digo señalándolos acusatoriamente con el dedo índice—. Así que, con su permiso.

Giro sobre mis talones para dirigirme directo a la salida, pero no cuento con que decidan seguir insistiendo y menos con que Kara se interpondría en mi camino.

—Ah no, tú no te vas. Despejarás tu mente de los estudios y te divertirás junto con nosotros —exige colocando sus manos en jarras.

—¿En serio? —ironizo enarcando un ceja en su dirección—. Mírame.

Una vez más me doy la vuelta, pero ahora para dirigirme a las gradas, donde tomo asiento y saco mi celular para repasar algunos de los temas a los que les he tomado foto.

Luego de unas cuantas quejas e insistencias más de su parte, se dan por vencidos, comenzando así a jugar entre ellos y soltar algunas carcajadas cuando un globo se reventaba y los dejaba empatados o, al contrario, lo lazaran y ante la falta de agua simplemente salían rodando.

—¡Mi teléfono!

Me veo exclamando al sentir repentinamente una considerable cantidad de agua caer sobre mí y ver que el aparato entre mis manos está totalmente mojado. Me apresuro a secarlo para evitar que se dañe y, una vez he confirmado que todo sigue en orden, suspiro tranquila.




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