Convaleciendo al corazón

Capítulo 20

Savannah

La hora del partido había llegado y, aunque el entrenador se había encargado de exponer la situación del equipo con las autoridades del campeonato y éstos habían aceptado su participación sin problemas, los chicos se encontraban sumamente nerviosos. Así que, como buena amiga, sí, ya empecé a aceptar ese término de vuelta en mi vida; me dirijo a la entrada de los vestidores masculinos para desearles suerte.

Me detengo al llegar a la puerta y saco mi celular para enviarle un mensaje a Jareth, preguntándole si traen la suficiente ropa como para que entre. Segundos después recibo su respuesta.

Jareth:Averígualo por ti misma :)

Ruedo los ojos tras leer el mensaje e, implorando no encontrármelos desnudos, abro la puerta para entrar. Afortunadamente las cosas salen a mi favor, pero a pesar de ello la imagen delante de mí no me gusta en absoluto. Los cinco integrantes del equipo dan vueltas en círculos sin parar por toda la extensión que estas cuatro paredes les permiten.

—Van a hacer un hoyo en el piso si siguen así —comento, ganándome la atención de todos los presentes.

Paseo la vista por cada uno de ellos, encontrándome con la enorme sonrisa dibujada en el rostro de Jareth, seguro que se imaginaba que no me animaría a entrar; y la inquisitiva mirada del resto.

—¿Qué haces aquí? —cuestiona Ian en mi dirección, como si el hecho de que estuviera aquí parada fuera lo más extraño del mundo o, más bien, del universo.

—Vine a desearles suerte, han estado muy nerviosos durante todo el día, y me pareció buena idea —explico y me encojo de hombros, buscando restarle importancia a mi acto—. Y creo que he llegado justo a tiempo, si me tardaba un par de minutos más capaz y me me encontraba con un enorme hoyo en el piso, tal vez y hasta caía en él —bromeo en un intento por relajarlos. Desgraciadamente mi chiste no parece tener gran efecto.

—Chicos, es hora de salir —exclama con emoción el entrenador, pero a la vez con cierta preocupación palpable en su tono de voz, apareciendo repentinamente en nuestro campo de visión—. ¿Savannah?

Sacudo mi mano regalándole una sonrisa de las más sinceras que he mostrado en los últimos años.

El entrenador, Albert Collins, es una gran persona y, hasta el momento, me había recibido con los brazos abiertos en sus entrenamientos. Me permitía tanto dar consejos para las estrategias, como jugar con los chicos cuando se me antojaba, incluso en ocasiones llegábamos a tener alguna que otra conversación.

—Bueno, creo que lo mejor es que vaya a buscar un lugar donde sentarme y aprovechar para ver a Kara antes de que empiece el partido, si no quizás y no amanezco. —Hago una mueca de circunstancias, recordando el comportamiento exageradamente dramático de la chica, cosa que parece causarles gracia.

—¿Pero de qué hablas? —pregunta Albert, rechazando por completo lo que dije—. Vas a sentarte en la banca y me ayudarás a supervisar el desempeño de estos ineptos como lo has hecho a lo largo del último mes en cada entrenamiento —sentencia sin dar opción a cualquier reproche de mi parte, y no puedo evitar notar como le guiñaba un ojo a Jareth, quien sonríe complacido. Ah, con que aliados.

Sin embargo y sorprendentemente, no me molesto con él por ello, porque él sabe el gran amor que le tengo al deporte, así como parte de la razón por la que lo dejé, y todo ésto no es más que una fracción de lo mucho que ha estado haciendo por mí para que me anime a volver a ocupar mi lugar en la cancha.

Antes de avanzar a la salida busco los ojos de Jareth, y cuando nuestras miradas chocan finjo estar molesta, pero al ver cómo su rostro se contrae y trata de formular rápidamente alguna excusa en su cabeza, termino soltando una pequeña risita a la par que niego con la cabeza, dándole a entender que únicamente trataba de tomarle el pelo.

—Okey, está bien, solo voy a ir con la castaña antes de que me mate por no verla antes de que las porristas salgan a hacer su show previo al juego —aclaro a la par que salgo corriendo por la puerta antes de que se me acabe el tiempo.

Casi 15 minutos después me encontraba sentada en la banca junto a Albert, ambos con grandes expectativas respecto al juego. Solo espero que hayan superado sus nervios.

El árbitro se coloca en el centro de la cancha con el balón en sus manos y Jareth y quien supongo es el capitán del equipo contrario a su lado, esperando que lance el balón al aire para tomarlo e iniciar el partido. Cuando éste efectúa su acción, elevándolo a unos 50 cm de altura, aproximadamente, ambos chicos saltan, siendo la competencia quien obtiene el control de la pelota primero.

Tenía tanto que no estaba presente en un partido, del deporte que fuese, que prácticamente ya había olvidado la mezcla de emociones a punto de explotar en cualquier momento dentro de estas cuatro paredes y el lugar a rebosar de gente.

Estoy segura de que si me encontrara junto al resto de espectadores estaría sumamente incómoda por la invasión de mi espacio personal.

Vuelvo mi concentración al partido, alcanzando a ver el momento justo en el que Connor logra tomar el balón, enseguida avanza unos cuantos pasos y le hace un pase a Chase.

Los chicos, tratando de evitar que el otro equipo recupere el balón, hacen unos cuantos pases más, hasta que el balón cae en manos de Jareth, quien es el que está más cerca de la canasta contraria, y no tarda en hacer una canasta de campo, dándole a nuestro equipo la ventaja.

Para el final del primer cuarto de tiempo, el equipo contrario lleva la ventaja del juego por 7 puntos, nada de qué preocuparse desde mi punto de vista. No obstante, no me era indiferente el hecho de que no estaban jugando como de costumbre, y eso, señoras y señores, sí podía costarles el juego.

Y, como si fuera poco, Max es quien por lo regular se encarga de los tiros de 3 puntos, ya que por alguna razón, que obviamente no entiendo, Jareth no se tiene suficiente confianza como para hacer lanzamientos a distancia, mientras que los fuertes de Ian, Connor y Oliver son el bloqueo y los tiros debajo y al lado del poste.




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