Convaleciendo al corazón

Capítulo 12

Jareth

El entrenador ha cancelado el entrenamiento de hoy, lo cual tendría sentido si no entrenáramos en el gimnasio, puesto que está lloviendo, pero dado que es así, ni idea. De modo que no he hecho más que perder el tiempo en el celular todo el día y, aunque busco y busco algo qué hacer, no encuentro nada.

Volteo hacia la ventana, y si tratara de guiarme por la posición del sol para sacar un aproximado de la hora, me resultaría básicamente imposible por la gran cantidad de nubes en tonos grisáceos que cubren la superficie del cielo, haciendo que éste se vea mucho más oscuro de lo que debería. Pero de lo que sí estoy seguro es que ya ha pasado un buen tiempo desde que Savannah se fue.

Las gotas del agua repiquetean con fuerza y el viento azota contra las ramas de los árboles sin piedad. Suelto un suspiro, dejando a un lado el celular para restregarme la cara con las manos.

No sé por qué, no debería, pero aun así me preocupa que tenga tanto tiempo fuera.

Si tuviera amigos en el internado quizás pensaría que se ha cansado de lidiar conmigo y en cambio ha decidido pasar el tiempo con él o ella, pero dado que no es así, no puedo más que pensar que está sentada por ahí bajo la lluvia, empapada a más no poder.

La tonada proveniente de mi celular interrumpe mis pensamientos, provocando que vuelva mi atención a éste.

Número desconocido.

Con la idea de que se han equivocado de número acepto la llamada y me llevo el dispositivo a la oreja.

—¿Diga?

—¡¿Jareth?! ¿Eres tú? —Frunzo el ceño al oír mi nombre, pero antes de que pueda decir algo, agrega—: Soy Kara, la chica con la que hablaste por el celular de Savannah.

Ya, ahora entiendo, por eso me sonaba su voz, pero cómo consiguió mi número si hasta donde sé no vive aquí, y a juzgar por la actitud de Savannah cuando recibió su llamada, no tienen una muy buena relación como para que ella se lo haya dado, además, de qué le serviría.

Supongo que me quedo callado por demasiado tiempo, porque dice:

—Eh, ¿sigues ahí?

—¿Cómo conseguiste mi número?

—Tengo amigos en el internado —responde cortante—. Ahora, ¿puedes por favor escucharme? Es sobre Savannah. Acabo de hablar con ella, pero de la nada se quedó callada y después de un rato se cortó la llamada. Le he vuelto a marcar varias veces pero no responde, y creo que algo le ha pasado.

La desesperación y aflicción son latentes en su voz. Quiero ser optimista, no necesariamente tuvo que pasarle algo, tal vez solo se ha cansado de hablar con ella, decidió colgarle e ignorarla, pero algo en su tono me incita a pensar que tiene razón.

—¿No crees en la posibilidad de que te colgara y ya? —cuestiono sin descartar la posibilidad del todo.

—No.

—Vamos, si la vi hace unas horas y estaba bien, o al menos normal —agrego incrédulo—. Despotricando como si la vida le fuera en ello.

—Probablemente no había visto la fecha o reparado en ella en ese momento.

Frunzo el ceño y vuelvo a mantener un silencio entre nosotros, cualquier palabra que había pensado articular muere en mi garganta. Alejo el aparato para poder verlo, confundido, como si de ese modo mis dudas fueran a ser resueltas. ¿Cómo podría afectarle a Savannah de algún modo el que hoy sea 14 de octubre?

—¿La fecha? ¿Cómo carajos tiene que ver eso con ella? —expongo mi confusión, iniciando a creer en la idea de que ésto no es más que una broma.

—Lo siento, no puedo decir eso —sentencia—. Por favor, ve a buscarla, y cuando la encuentres regrésame la llamada y dime cómo se encuentra. —Me siento tentado a la idea de decirle que lo que le pase a esa morena de ojos esmeraldas no es mi problema, pero yo mismo me encontraba preocupado por ella desde antes de recibir la llamada de Kara. Cuando creo que no va a decir nada más, agrega—: Por cierto, creo que salió del internado, había demasiado ruido. Lo que no sé es exactamente dónde estaba.

—¡¿Y cómo rayos voy a encontrarla?!

—¡No sé, pero hazlo!

Sin más, cuelga la llamada.

Me quedo estático, observando fijamente el objeto en mis manos, sin saber realmente si creerme las palabras de la chica o no, sigo pensando que todo este alboroto es tan simple como que Savannah no quiso hablar más con ella. Tiene más sentido, ¿no?

Trato de ignorar la llamada y volver a lo que hacía antes de hablar con Kara, pero no lo logro. Hay algo, una sensación de que algo está mal, que no me lo permite.

Sin otra opción aparente, me levanto de la cama y busco debajo de ésta mis tenis. Tras ponérmelos voy hasta el armario y tomo una chamarra impermeable, para enseguida salir disparado a la habitación que comparten Connor e Ian.

New York es demasiado grande, y es más lo que no sabemos que lo que sí. No sabemos dónde está, si se fue andando, corriendo o llamó a un taxi; lo único de lo que somos conscientes es de que no está en el internado, lo que nos deja con una gran terreno de búsqueda, por lo que, obviamente, necesito refuerzos, no soy tan idiota como para pensar en hacerme el héroe.

—Necesito que me ayuden a buscar a Savannah —digo apenas abro la puerta.

Lo normal sería pensar que si no los he asustado, de menos les ha causado sorpresa mi irrumpimiento, pero estamos tan acostumbrados a ello que ni se inmutan, de hecho, tardan un par de segundos incluso en procesar mis palabras.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? —indaga Connor, rompiendo con el silencio que se había formado segundos después de que apagó la televisión.

—Ojalá supiera —musito, ganándome una mirada enigmática de parte de ambos. Ruedo los ojos sabiendo que tendré que hacerles un resumen de lo poco que sé—. ¿Recuerdan a la chica loca de la llamada? —Hago una pausa, esperando a que hagan memoria y, una vez asienten, prosigo—: Bueno, acabo de hablar con ella y me dijo que tenía que buscar a Savannah, que creía que algo le había pasado cuando vio la fecha o algo por el estilo, y que no le contestaba las llamadas.




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