Convénceme de caer

Capítulo 13

(Nando)

Cruzo el mal iluminado estacionamiento, al fondo sobre el muro veo el enorme emblema del Ministerio del Orden. Ahora que soy Capitán me han asignado un lugar preferente para mi automóvil, por lo que llegar al acceso del edificio me toma la mitad del tiempo que antes. El rango de Capitán tiene ciertas ventajas, como el estacionamiento o la casa a la que pronto me mudaré.

Pensar en la casa me provoca un calambre en el estómago. Hace unos días estaba contento por mudarme, pero ahora temo que llegue el día. Pensé que Carol y yo viviríamos juntos en esa casa, poco sabía que ella estaba probando otros vecindarios.

Ahuyento la imagen de Carol de mi mente, estoy muy dolido por su traición, pero no pienso dejar que me amargue. Algún día va a arrepentirse de haberme cambiado por un ser tan insignificante y mezquino como Felipe Fragoso, pero para entonces yo ya habré olvidado la existencia de ambos. La superaré más rápido de lo que imagina, me lo he propuesto.

Una risa seca brota de mi garganta al pensar que en parte ya empecé el proceso de sacarme a Carol del corazón. Anoche mientras estaba con Natalia no pensé ni una sola vez en ella.

Es una lástima que Natalia se hubiera ido sin despedirse, pero tal vez fue lo mejor. Yo no estoy en una posición para iniciar una relación a horas de haber terminado otra. Anoche en el bar me sentía fatal y tontamente me dejé llevar por mis instintos. Besar a Natalia (y todo lo que pasó entre nosotros después) fue una imprudencia monumental auspiciada por mi falta de juicio y los muchos tragos que ambos consumimos.

Actué mal, no debí haber involucrado a otra chica en mi desastre sentimental, mucho menos a una con tan poca experiencia. Todavía me siento mal por ello, aunque mentiría si dijera que estoy arrepentido, puesto que la noche juntos fue fantástica. Natalia es una chica extremadamente atractiva y agradable. De ser otra mi circunstancia, sería exactamente la clase de mujer que se podría robar mi corazón.

Tal vez pueda buscarla entre las escuadras de novatos, su nombre debe estar en la base de datos del Ministerio…

Me reprendo a mí mismo en cuanto caigo en cuenta del rumbo de mis pensamientos. ¿Para qué buscarla? No tengo nada bueno que ofrecerle más que un corazón lleno de resentimiento por la traición de otra mujer. Sería injusto, como injusto fue seguir mi impulso de besarla. Natalia estará mucho mejor conmigo lejos, además, fue ella la que se marchó sin decir adiós. El mensaje es bastante claro: no le interesa volver a verme y casi estoy seguro de que me lo advirtió cuando estábamos en el bar.

Al entrar a mi oficina, me sobresalto por la presencia del hombre rubio de pie dándome la espalda.

—¿Madrugando, Mayor? —pregunto mientras dejo mis pertenencias sobre el sillón que se encuentra pegado a la pared izquierda.

Lozano se da la media vuelta para encararme, no parece contento.

—¿Puedes explicarme el reporte que recibí anoche de que atacaste a un médico y a su novia? ¡Por todos los Caimanes, Nando, le rompiste el tabique! ¿En qué estabas pensando? —me reclama enfurecido.

Aprieto los dientes, anoche estaba seguro de que ese era el motivo de su llamada y justo por eso la mandé a buzón.

—No estaba en mi sano juicio. El enojo me tenía cegado…

—¡Me queda claro que no estabas en tu sano juicio! ¿Ahora qué haré contigo? Si ellos presentan una queja formal por lo que hiciste…

—No lo harán —le aseguro.

—¿Qué te hace pensar que se quedarán callados? Tienen derecho a quejarse y entonces ni yo podré sacarte del problema en el que te meterás. Atacar a dos Buenos Ciudadanos…

—Eran Carol y su amante —le confieso.

En un inicio Lozano no parece entender lo que le digo, pero poco a poco mis palabras comienzan a asentarse dentro de él, lo noto pues sus ojos se abren de par en par.

—¿Carol? —musita anonadado.

—Anoche la encontré metida en la cama con un guiñapo de mi pasado. Fui a sorprenderla con un gesto romántico y el sorprendido fui yo —le cuento avergonzado—. Lamento haber perdido los estribos de ese modo, Mayor, pero no debe preocuparse de que ellos presenten una queja, estoy seguro de que preferirán que nadie se entere. Él tiene una Vasija.

Lozano se queda pensativo.

—Ah, ya veo… —dice asintiendo despacio—. Tienes razón, él puede resultar mucho más afectado que tú en este asunto si se descubre que estaba siendo infiel.

—Exacto —suspiro.

Esa otra limitante que tienen las personas fértiles, el Buen Régimen espera que guarden fidelidad absoluta a la pareja que se les ha asignado, involucrarse con otra persona puede acarrear bastantes problemas para el infractor.

—Nando, lo siento mucho por Carol —dice Lozano—. ¿Cómo te encuentras?

—Estoy bien… voy a estar bien —declaro sin convencimiento.

—Concéntrate en tus deberes de Capitán, eso te ayudará a mantenerte distraído —sugiere llevando sus manos a su nuca.

—Hablando de deberes, ¿sabe usted de qué se trata el anuncio del General? —pregunto deseosos de cambiar el tema.

Lozano esboza una sonrisa afilada y luego se inclina hacia mí.




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