Convénceme de quererte

Capítulo 1: El resultado

Jugueteo nerviosa con mi teléfono mientras espero sentada en el piso del baño. Mis nervios están al tope, creo que voy a sufrir un ataque de pánico en cualquier momento. Hoy durante el transcurso del día recibiré los resultados de mi prueba de fertilidad, lo que significa que he tenido el estómago revuelto de nervios desde que amaneció y sé que seguiré así hasta que me llegue el resultado. Ya sé que es exagerado, que las posibilidades de salir positiva en mi prueba de fertilidad son muy remotas, pero alguien tiene que salir positiva y esa alguien puedo ser yo… sacudo la cabeza para sacar esa idea de mi mente. No debo pensar así. Debo mantenerme optimista, los resultados de mi prueba llegarán en cualquier momento y entonces me reiré de mí misma y de lo nerviosa que estuve toda la semana.

Nunca en mis 19 años de vida contemplé la posibilidad de que pudiera llegar a salir positiva en mi prueba de fertilidad, pero desde que tomé la prueba hace una semana no puedo pensar en otra cosa. La tasa de natalidad es tan baja en la nación de Aequitalia que nuestro gobierno se vio obligado a crear un sistema para garantizar nuestra supervivencia: todos debemos realizaros una prueba de fertilidad en nuestro cumpleaños número 19. Las personas que salen positivas son asignadas a otra persona fértil para fines reproductivos, uno no tiene voz ni voto acerca de la pareja que se le asigna, el Buen Régimen es quien determina eso y la decisión es final. A las mujeres fértiles se les conoce como Vasijas y se les obliga a abandonar cualquier otra actividad o interés que no esté relacionado con su rol reproductivo. La sola idea de tener que dejar mis sueños y ambiciones me causa escalofríos. Sé que desde pequeñas el Buen Régimen nos enseña que una prueba de fertilidad positiva es lo más maravilloso que le puede suceder a una mujer de Aequitalia, pero la realidad es que muy poca gente se siente así. Yo al menos no conozco una sola chica que de corazón desee convertirse en una Vasija, aunque claro, ninguna de nosotras nos atreveríamos a admitir eso en voz alta, las consecuencias de expresar ese tipo de opiniones pueden ser muy graves.

Mi teléfono vibra, llegó un mensaje. Es el resultado, es el resultado, es el resultado. Miro la pantalla y suspiro decepcionada. Es un mensaje de texto de Elías.

Elías 08:25 am: Melissa, por favor, No olvides que hoy trabajaremos en el reportaje sobre el mantenimiento del Bosque de la Igualdad. ¡Llega a tiempo!

Pongo mis ojos en blanco, Elias es un obsesivo de lo peor. He intentado convencer a mis superiores de que me cambien de compañero de equipo y que me dejen trabajar con mi amiga Kiara, pero mis peticiones siempre han sido denegadas. Por suerte, no nos queda mucho tiempo de seguir siendo equipo, en un par de meses nuestro periodo de prueba para formar parte del Ministerio de Prensa y Propaganda habrá concluido y entonces podré comenzar a trabajar de verdad en el Ministerio y enfocarme a lo que realmente quiero: convertirme en la presentadora más famosa de todo Aequitalia. Claro, eso si mi resultado de la prueba de fertilidad lo permite. Si resulta que soy fértil tendré que renunciar al sueño de ser famosa y a cualquier otra ambición que no sea ser madre.

Alguien llama a la puerta.

—Melissa, cariño, se te va a hacer tarde. Sal de ahí —dice mi mamá del otro lado.

Me pongo de pie y abro la puerta de mala gana.

—Diez minutos de privacidad no es mucho pedir —me quejo entre dientes.

—Melissa, pero si no fueron diez minutos, ¡llevas ahí más de media hora encerrada! Vas a llegar tarde, ¿cómo quieres convertirte en una presentadora famosa si ni siquiera puedes llegar a tiempo a tus prácticas? —me pregunta mientras sacude la cabeza fingiendo desaprobación hasta que le gana la risa.

Normalmente encuentro la risa de mi mamá contagiosa, pero el día de hoy no me encuentro de buen ánimo. Hoy todo mi futuro depende de un simple mensaje, hay demasiado en juego como para reír despreocupadamente.

—Tal vez nunca llegue a ser famosa de cualquier modo… —musito encogiéndome de hombros.

—Oh, Melissa, deja de ser tan dramática. Tu padre y yo ya te hemos dicho mil veces que salir positiva en tu prueba de fertilidad no es el fin del mundo —me recuerda.

—¿En serio crees que hay algo peor que ser una Vasija? —le pregunto sin reflexionar mis palabras, no es sino hasta que veo el destello del dolor en los ojos de mamá que entiendo la barbaridad que acabo de cometer.

Mi mamá es una Vasija. Ella salió fértil en su prueba y desde entonces ha dedicado su vida entera a nuestra familia. Decirle a la cara que su modo de vida me parece un lo peor del mundo no es solo insensible sino grosero. Siento una punzada de culpabilidad, a veces digo cosas sin reflexionar y termino hiriendo a la gente que quiero.

—Sí, creo que hay muchas otras cosas peores que ser una Vasija, como ser un Sin Grupo o un traidor al Régimen, una Salamandra… eso sí es una vergüenza… —me responde ofendida.

—Mamá, discúlpame…

—Date prisa, Melissa, ese compañerito tuyo va a perder la cabeza si llegas tarde de nuevo —me dice ella con frialdad.

—Ni siquiera sé si vale la pena ir hoy, no voy a ser capaz de concentrarme hasta que lleguen mis resultados —le digo con una mueca.

—Claro que podrás, eres toda una profesional, no por nada algún día serás una famosa presentadora en televisión —me dice mamá con una media sonrisa.




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