Conversación interna de un extraño

Capítulo 4: Desenredando la telaraña

¡¡Alerta de spoiler (Libro 4: Una guerra debe prevenirse)!!

Leer bajo su propio riesgo.

Otro día se asoma en el horizonte de un desierto, en medio de una ciudad abandonada; hay varias casas grandes, un centro comercial y varios edificios de quince o veinte pisos. Una escena apocalíptica, pero solo por fuera.

En uno de los edificios de 15 pisos, hay un amplio departamento. El blanco es el color predominante y la decoración es algo simplista; hay una gran mesa cerca de varios ventanales, con siete sillas acomodadas alrededor; a pocos metros, en la sala, hay un par de sillones acolchados en frente de un gabinete simple. Sobre el mueble hay una mediana televisión de pantalla plana. La cocina está al lado del pasillo que lleva a las seis habitaciones; cada puerta tiene un patrón y color diferente, indicando el dueño de ese cuarto.

Es muy temprano y los 6 inquilinos duermen plácidamente… hasta que suena una trompeta con su tono militar, despertando a todos.

—¡Francesco! —grita Fiorello al abrir la puerta de su cuarto, con solamente su pantalón puesto—. ¡Deja de poner ese tono en tu despertador! ¡Algunos necesitamos dormir más!

—Tú eres peor por armar ese alboroto —dice Abihu tranquilamente, saliendo de su cuarto con solo una toalla tapándole medio cuerpo; se dirige a uno de los dos baños que hay al final del corredor, a la izquierda.  

Luego siguen momentos de silencio; la trompeta se calla. El comandante Francisco sale de su cuarto tranquilamente, vestido casi igual que Evangelos, pero con una camiseta verde además de sus pantalones militares. 

—Ya deberías de haberte acostumbrado. Tenemos que despertarnos primero antes que el jefe —cometa tranquilamente la memoria, recargado en la puerta de su cuarto—. El arreglarnos nos toma tiempo, en especial cuando solamente tenemos un baño.

—Solamente tú y Abihu se bañan a diario; además hay due baños —comenta Fiorello.

—No me refiero a nosotros —dice el comandante.

Una puerta de color ocre con múltiples flores de girasol pintadas se abre. Ariadna sale vestida con su ropa de dormir, cargando un par de toallas y ropa en una mano; mientras que en la otra carga un cepillo para cabello.

—Hola. Buenos días —saluda ella tranquilamente al pasar junto a los dos hombres; ella se dirige al baño de la derecha.

—Desde que el jefe le dio su propio baño y tina, se tarda una eternidad cada vez que se baña; algunas veces llega el jefe y ella todavía se está arreglando —dice Francisco una vez que Ariadna se encierra en el baño.

—No es tan importante, el capo no le presta mucha atención. Ci vediamo dopo; yo me voy a dormir otro rato —es lo que dice la anti-conciencia, metiéndose a su habitación y cerrando la puerta.

Francisco solo resopla, molestándole un poco la actitud de su compañero de trabajo; poco después salen Friedrich y Enmaru.

Todos se arreglan y esperan a ver las sorpresas que saldrán hoy.

 

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—Por fin terminamos de pulir los dos primeros tomos. Fiuf. Sí que fue un trabajo agotador —dice el jefe, sentado en su lugar.

Él y sus seis ayudantes están sentados alrededor de la gran mesa blanca, al lado de los ventanales.

—Ya solo falta pulir menos de la mitad del tercer tomo. Ya podremos enfocarnos más en el cuarto tomo. Ya apareció el pequeño Enmaru en la historia y pronto saldrá Ariadna —dice Francisco, volteando con la mujer presente.

—Será interesante recordar el momento en que los conocí y la primera aventura que vivimos —dice Ariadna, mirando a sus compañeros con una sonrisa.

—Aunque fue un poco… complicata la situación con tus padres; especialmente después de hacer enojar el capo —menciona Fiorello.

—Simplemente la sobreprotegieron demasiado; tuve que ser un poco más convincente —se defiende el jefe, agregando—. Además, hay que enfocarnos en la mendiga telaraña que tenemos enredada.

—¿Telaraña? ¿Cuál telaraña? —pregunta Enmaru.

—En primera —dice el jefe, volteando con la anti-conciencia—, Fiorello. ¿Akuris es celosa?

Hay un corto silencio incómodo.

—Ehmmnn… No. No es celosa —dice el jócsolfu, dudando al principio—. ¿Por qué?

—Solo quiero saber más de su relación amorosa que se va a mostrar en este cuarto tomo; porque recuerda que ocurre el… ejem… pequeño… ejem… “accidente” —dice el jefe, mostrando una sonrisa tensa hacia el consejero siniestro, proponiendo al final—. Aparte recuerda que tuviste una aventura con Aris.

—¡Aspetta, aspetta! Nunca tuve una aventura con esa Aris. Esa cilnlumoit me quiso seducir pero yo me mantuve firme en mi amor hacia Akuris —asevera el jócsolfu enérgicamente.

—Si claro, como no —comenta Abihu en tono burlón, mirando hacia arriba.




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