Conversations in the Dark

✨Comienzos, otra vez ?

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― ¿Estás nerviosa? ―pregunta Noah al estacionar el coche y asiento. ―¿Quieres regresar a casa e intentarlo mañana?

Todo en mi interior grita que sí, que no debí regresar, que lo mejor sería volver a casa y envolverme bajo las cobijas en la comodidad de mi habitación. Sin embargo, me armo de valor, suelto un suspiro y niego con la cabeza. No puedo seguir huyendo, ya lo hice demasiado.

― Puedo con esto ― digo, intentando convencerme.

― Claro que sí ― asegura ―. Ahora mueve el trasero o llegaremos tarde.

Ambos salimos de su auto y siento las miradas sobre mí, Noah también debe de notarlo porque rodea mis hombros con su brazo y me guía hasta la entrada del instituto. Los nervios invaden mi cuerpo conforme avanzamos, algunas caras conocidas me miran con sorpresa, otros me sonríen como si nada hubiera sucedido y les sonrío de regreso, o eso intento, porque estoy segura que eso pudo parecer más una mueca que una sonrisa decente.

Los cuchicheos no tardan en aparecer mientras más avanzo por el pasillo y los recuerdos de ese día invaden mi mente, siento el nudo empezar a formarse en mi garganta por más que intento apartarlos.

¿Es muy tarde para volver a casa?

― Tal vez no puedo con esto ― susurro.

Noah me pega más a él, tanto que puedo oler su colonia de coco.

― Solo ignoralos, imagina que no existen o que todos están desnudos.

Asiento, reprimiendo una sonrisa.

Llegamos a su casillero y apoyo mi espalda en el de al lado mientras espero a que saque las cosas correspondientes para su clase. Observo a las personas moverse con rapidez, azotar las puertas de sus casilleros y chocar unos con otros en un desesperado intento de llegar a tiempo a clase; un sentimiento de familiaridad me invade al observar a Sky, mi mejor amiga, caminar hacia nosotros.

Sonrío cuando la tengo al frente y envuelve sus brazos en mi cuello.

― ¡Buenos días, solecito! ― Sky me abraza, alejando todos los nervios. ― ¡Extrañaba tanto verte por aquí!

― Pero si la viste ayer, pesada ― Noah cierra su casillero y la mira.

Sky deja de abrazarme y pellizca la mejilla de Noah de manera amistosa.

― Buenos días para ti también, gruñón ― rueda los ojos ―. No es lo mismo verla en su casa que tenerla aquí, en el insti, como antes ― vuelve a enfocar su atención en mí. ― ¡Me alegra tanto que estés aquí! Así no tendré que soportar ver todo el día la carota de amargado de Noah yo sola.

― Ver mi cara de amargado todos los días es lo mejor que puede pasarte en la vida.

Suelto una risita cuando Sky le enseña su lengua en un gesto infantil y dejo que enganche su brazo al mío.

― ¿Necesitas qué vaya contigo a la oficina del director y te acompañe a tu siguiente clase? ― pregunta Noah.

― O puedo hacerlo yo ― se ofrece Sky.

Noto la preocupación en sus rostros, ese miedo silencioso a que empiece a sofocarme y vuelva a irme.

Sonrío y tomo sus manos antes de negar con la cabeza.

― Ambos tienen que ir a sus clases, sé cómo llegar a la oficina del viejo Jensen ― les doy un apretón ―. Puedo hacerlo, chicos, y en caso de que no, siempre puedo llamarlos.

O tomar un vuelo directo a Madrid y no regresar.

― No dudes en llamarme si algo va mal ¿vale? ― asiento, Sky vuelve a abrazarme antes de besar mi mejilla ― Hablo en serio, Nina, llámame las veces que sean necesarias, no me importa faltar a todas mis clases por ti.

― O solo faltar porque estás aburrida ― añade Noah.

― Estaré bien, Sky ― aseguro ―, ahora ve a clase o Harris va a matarte por llegar tarde.

Asiente poco convencida y empieza a caminar hasta perderse por el pasillo.

Miro a Noah al notar que aún sigue a mi lado.

― Debería irme ya, Jensen odia que lo hagan esperar.

― Te acompañaré.

― Puedo ir sola, Noah, estaré bien.

Me mira y vuelve a rodear mis hombros con su brazo.

― Lo sé, Orwell ― empieza a caminar, obligándome a mí a hacerlo ―, pero el laboratorio queda cerca del despacho, así que vamos en la misma dirección.

― ¿Tienes química con la pesada de Grenger?

Margaret Grenger es la pesadilla de todo el instituto, estricta sin sentido, frustrada con la vida y su esposo en general; ama quejarse de su aburrida vida marital en todas sus clases y hacernos pagar por lo que sea que le haya hecho su esposo en la mañana o la noche anterior.

― Dios me libre de ver a la señora Grenger un viernes a las 7:00 am, que pesadilla ― ambos nos detenemos al inicio de las escaleras ―, tengo Biología con el amor de mi vida.




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