Cierro los ojos con fuerza al sentir una punzada de dolor. El dolor de cabeza está matándome.
― ¡Buenos días, familia!
Sky y yo soltamos un quejido al escuchar el grito de mi padre. Alzo la cabeza y lo miro mal al ver la sonrisa burlona en su rostro.
―La resaca es dura, ¿verdad, solecitos? ― se burla. ― Sería una lástima que alguien decidiera escuchar la radio a todo volumen.
― Papá ― advierto.
― ¿Sí, mi vida?
― Por favor, no — ruego.
Sonríe con inocencia, pero el brillo malicioso en sus ojos lo delata. Sin pensarlo dos veces y para nuestra desgracia, enciende la radio y sube el volumen lo más alto que puede. ― aunque la canción me gusta, Sweet Child O’ Mine de Guns N’ Roses suena a todo volumen. Sky maldice y llevo mis manos hacia mis oídos.
― Señor Orwell, ¿podría, por favor, bajar el volumen? ― pide Sky entre dientes.
― Claro que sí, jovencita, con gusto la subo un poco más.
― ¡NO! ―gritamos ambas al unísono.
Papá se carcajea y la sube un poco más. Dejo caer la cabeza en la mesa, resignada.
― Harry, cariño, baja la música y deja de molestar a las niñas ― dice mamá entrando en la cocina.
Pone pan a tostar antes de servir café en cuatro tazas. Coloca cada una de ellas en la islita donde nos encontramos sentados y deposita un corto beso en los labios de papá.
― Si solo estaba enseñándoles cultura musical, no sé de qué se quejan ― dice este con inocencia y apaga la radio.
Las tres soltamos un “ajá”. Mamá se acerca a nosotras, deposita un beso en mi cabeza y en la de Sky antes de pasarnos una aspirina y un vaso de agua. Deja un plato con tostadas en el centro de la isla, coloca un tarro de mermelada y otro de mantequilla de maní y se sienta al lado de papá.
Frunzo el ceño al no ver a mis hermanas.
― ¿Dónde están los engendros de su amor? ― pregunto.
― Justo ahorita en las sabanas de nuestra habitación ― responde papá con tranquilidad y le guiña un ojo a mamá.
Me arrepiento al instante de haber preguntado.
Hago una mueca de asco, Sky se atraganta con su café y mamá le da una mirada reprobatoria a papá, sonrojada.
― ¡Harry Orwell! ― lo reprende.
El susodicho se encoge de hombros con una sonrisa en la cara.
― Qué amargadas amanecieron hoy, solecitos.
― Avery se quedó a dormir en casa de los West y Lily se fue desde temprano a ayudar a la señora Cox con su jardín — explica mamá.
Asiento y termino mi desayuno en silencio, uno que no dura mucho.
― ¿Y bien, como les fue anoche? ― pregunta mamá ― ¿Sucedió algo interesante?
Tiene esa mirada traviesa en su rostro. Los recuerdos de anoche se arremolinan en mi cabeza y me apresuro a negar, rogando al cielo para que Sky no abra la boca.
― No pasó nada fuera de lo normal. Bebimos, bailamos, ya saben, lo normal ― me encojo de hombros.
― Nina le bailó a un muchacho como si fuera una stripper ― suelta Sky.
Maldita.
Mis padres me miran incrédulos.
― Y tú jugaste 7 minutos en el cielo con Dave y después desapareciste toda la noche ― la acuso.
Papá suspira y agarra el puente de su nariz antes de mirar a Sky.
― Sky Anderson, ¿cuántas veces tengo que decirte que dejes de acostarte con cualquier cabrón en las fiestas? ― ella sonríe inocente y papá vuelve a suspirar. ― Dime por favor que usaste protección y no tengo que preocuparme por una bendición de nueve meses.
― Sin protección no hay diversión, señor Orwell.
― Esa es mi chica ― mamá le guiña y posa sus ojos en mí. ― ¿Y tú, no tuviste sexo ni nada interesante con algún chico?
― Diana ― advierte papá.
― Sí, Nina ― Sky me mira maliciosa. ― ¿No pasó nada con ningún chico? ¿Con McGarrett, quizás?
El recuerdo de los labios de McGarrett cerca de mi boca y yo vomitando sobre su camisa hacen que cubra mi rostro con las manos, sonrojada hasta las orejas.
― ¿McGarrett es el guapo que trabaja con Danny? ― escucho a mamá preguntar.
Dejó de cubrir mi rostro para asentir.
― ¡Te sonrojaste!, ¡Eso quiere decir que sí que pasó algo! ― chilla. ― ¡Quiero saberlo todo!
― Jesús, ¿por qué tienen que hablar sobre estas cosas frente a mí? ― se queja papá. ― No quiero saber si tuviste sexo con él. Y tú… ― mira a mamá y frunce el ceño ― ¿Cómo qué guapo? ¿No te basta con mi belleza, mujer?
Mamá rueda los ojos y asiente.
― Me es suficiente, aunque ya te están saliendo canas, cariño ― le acaricia el rostro con ternura y me mira. ― ¿Entonces, tuvieron sexo o no?
― ¡Diana!
― ¡Mamá!
Papá y yo nos quejamos al unísono mientras Sky y ella se carcajean.
― No sucedió nada, mamá, solo hablamos.
— Iban a besarse.
Le enseño el dedo corazón a Sky.
Traidora.
— ¿Y por qué no lo hicieron? — mamá me mira con intriga.
«Porque hice el ridículo y tal vez ya no quiera saber nada más de mí»
— Vomité sobre él.
Cierro los ojos al escuchar sus carcajadas. El rostro horrorizado de Jayden se cuela en mi cabeza y me reprocho por haber tomado tanto en lugar de cumplir con sus estúpidos retos.
— Hoy es un lindo día para ir a almorzar a Danny’s, ¿no creen? — dice papá entre risas.
Lo miro espantada y deseo que la tierra me trague cuando Sky y mamá asienten con una sonrisa cómplice en el rostro.
― Estoy de acuerdo, cariño, hace tiempo que no como una de esas hamburguesas bañadas en queso ― apoya mamá.
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Editado: 05.04.2025