La observo entrar en la cafetería. Una sonrisa se forma automáticamente en mi rostro cuando ríe y el alivio me inunda al verla más relajada, riendo por lo que sea que Josh le haya dicho. La sigo con la mirada hasta que toma su lugar en una de las mesas junto a sus amigos.Quizás el idiota de Josh tenga razón y me esté convirtiendo en un puto acosador porque no puedo apartar mis ojos de ella desde que la conocí.
― No sé cómo se atrevió a regresar después de lo que hizo.
― No sé cómo sigue creyendo que es mejor que yo.
No intento ocultar la mueca de desagrado cuando Samadith y Madison se sientan en la mesa que comparto con Stuart y algunos chicos del equipo.
― ¿De quién hablan? ― pregunta Stuart antes de plantar un beso en la mejilla de Maddie.
― De nuestra queridísima Nina Orwell.
Samadith la señala sin disimulo y mi mirada cae en Nina y sus hermanas, quienes también están mirándonos.
― ¿Viste el ridículo que iba a hacer al intentar llorar en la clase de Harris? ― continúa Samadith y me mira ― Tuviste suerte de que Stuart impidiera ese beso en la fiesta, créeme.
Cierto, el beso.
― Las personas no son ridículas por querer llorar si algo les duele, Samadith. Tienen derecho a hacerlo. Son personas, no robots ― rueda los ojos y dejo de mirarla. Enfoco mi atención en Stuart, quien me mira fijamente. ― ¿Por qué interrumpiste el beso?
Se encoge de hombros.
― Porque no es alguien con quien te convenga relacionarte, McGarrett. Las personas dicen todo tipo de cosas sobre ella e involucrarte con Nina Solo hará que salgas lastimado. Te hice un favor.
¿Un favor? Me arruinó la puta noche.
Frunzo el ceño.
― ¿Qué te hace pensar que no me gustaría besarla y que me relacionen con ella?
Estaría encantado de poder tener la oportunidad de involucrarme física y sentimentalmente con ella.
― ¿Y por qué querrías algo así, McGarrett? ― Stuart enarca una ceja, molesto.
Está claro que Nina es un tema sensible para él.
¿Pero, por qué? Se supone que la dejó para estar con Madison. La mayor estupidez de su vida, si me lo preguntan. Y no me creo ni por un segundo que Nina se haya acostado con su mejor amigo.
― ¿Y a ti qué más te da con quien quiera enrollarse, McGarrett? ― la voz de Madison está cargada de fastidio. ― ¿Todavía te importa?
¿Lo de ellos fue muy serio? Miro a Orwell y después regreso mi mirada a Stuart, incapaz de comprender cómo es que existió un universo en el que ellos estuvieron juntos.
Stuart suelta una risilla sin ganas.
― Me da igual lo que pase con ella, Mads, tú eres la que sigue metiéndose con ella.
― ¿Y tú por qué siempre estás metiéndote con ella, Madison? No la dejas en paz desde que llegó ― inquiero, ansioso por saber más del problema entre los tres.
Los chicos del equipo y las amigas de Maddie pasan su mirada entre nosotros, como si estuviéramos armando un espectáculo, como si todos supieran lo que ocurre menos yo. Y estoy seguro de que así es.
― Se lo merece por lo que hizo, McGarrett ― se entromete Samadith―. Ella no tuvo que haber regresado
― ¿Y qué fue lo que hizo?
Lo admito, la curiosidad está matándome.
Todos parecen saber algo que yo no y me frustra ser el único que no está enterado de qué se trata, en especial si se trata de ella. Y odio que Stuart y Madison estén involucrados. La sola idea de pensar que pudieron hacerle algo que la jodiera tanto como para que se fuera a otro continente, me dan ganas de matarlos a ambos.
Samadith hace ademán de hablar, pero Stuart la mira fijamente y niega con la cabeza.
― No es tu asunto, McGarrett ― se limita a decir Stuart.
― Lo es si la involucra a ella.
― ¿Por qué la defiendes y estás tan interesado en ella? ― tercia Madison ―. No vale la pena ni tu tiempo, Jayden.
― No es tu asunto y lo demás voy a decidirlo yo. Y créeme, estoy muy seguro de que sí vale la pena.
Estar sentado entre ellos me hace sentir enfermo.
Me levanto de la mesa con mi almuerzo a la mitad. Apenas he tocado mi plato. Paso al lado de su mesa y le guiño un ojo cuando noto que me mira. Nina me regala una tímida sonrisa que me hace sonreír. Desecho los residuos, dejo la bandeja en su lugar y salgo de la cafetería. No entiendo como hay personas que pueden odiarla o no quererla aquí cuando sonríe de esa manera.
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― ¡MCGARRETT!
Cierro los ojos con fuerza y arrugo la nariz al escuchar el ruido que hacen los platos al quebrarse. Me apresuro a disculparme con los clientes de la mesa 23 y tomo su orden otra vez, sabiendo que será descontada de mi sueldo.
Sonrío inocente al entrar en la cocina y ver el rostro serio de Gargamel.
― Dame tres buenas razones para no despedirte, Jayden.
Ben me advierte con la mirada para que no diga tonterías, como siempre suelo hacer. Danny no está de humor para bromas desde ayer.
Y yo tampoco.
― Porque haré horas extras los fines de semana, voy a cubrir los turnos de Ben y Lexie cuando sea necesario.También voy a lavar todos los trastes sucios que queden antes de cerrar y te ayudaré con el aseo del local.
No agrego que necesito el trabajo para ayudar a mi madre con los gastos, porque eso es algo que Danny ya sabe y sé que esa es la razón principal por la que no me despide.
Danny suspira con cansancio, sé que no va a despedirme, solo le gusta ser un poco dramático.
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Editado: 18.01.2025