Estaciono el coche en la entrada de mi casa y la miro. Ya está más tranquila que hace un rato. Sin embargo, luce agotada, con el maquillaje corrido por su cara, y la ira en mí crece al verla tan angustiada.
— ¿Quieres entrar? Mamá y Emma ya deben de estar dormidas, así que no tendrás que lidiar con ellas.
Nina asiente y le sonrío antes de que ambos bajemos del auto. Entrelazo su mano con la mía cuando se posiciona a mi lado. Enciendo la linterna del celular al entrar en la casa. Sin hacer ruido, la guio escaleras arriba hasta llegar a mi habitación y solo suelto su mano cuando estamos en ella.
Enciendo la luz antes de cerrar la puerta y girarme a verla.
— Voy a traerte un poco de agua y algo para comer, ¿está bien? Ponte cómoda.
Salgo de la habitación sin darle tiempo para responder, demasiado seguro de que iba a reprochar y a asegurarme de que no hacen falta tantas molestias. Enciendo la luz de la cocina y casi me da un infarto al ver a Emma apoyada en la encimera.
— Jesús, algún día vas a matarme.
Paso por su lado hasta llegar al refrigerador. Saco la leche y el cacao en polvo antes de servirlos en dos tazas y calentarlos en el microondas.
Emma me mira con curiosidad.
— ¿Tienes una chica en tu habitación?
Me mira con sospecha cuando asiento.
— ¿Es una broma? — niego con la cabeza. — ¿En serio has traído una chica a casa?
Vuelvo a asentir, paso por alto su mirada sorprendida y saco un par de galletas de la alacena.
— Nunca has traído a ninguna chica a casa.
— Lo sé.
— ¿Es la chica que te gusta? ¿La mejor amiga de Noah?
Asiento.
— ¿Por fin está sucediendo algo entre ustedes? Creí que la cita no había resultado tan bien.
— Jesús, Emma, deja las preguntas para mañana, ¿está bien? — suspiro con cansancio —. No está pasando nada entre nosotros. Nina está teniendo una noche de mierda y aquí es el único lugar que se me ha ocurrido traerla.
Saco las tazas con cuidado, las coloco en la bandeja que he dejado sobre la encimera y abrazo a mi hermanita.
— Prometo que mañana te contaré todo — beso su cabeza. — ¿Podrías prestarme eso que usas para desmaquillarte? Creo que lo necesitará.
Emma asiente y ambos salimos de la cocina.Antes de entrar a mi habitación, coloca lo que supongo que es el desmaquillante en la bandeja y me da un beso de buenas noches. Entro a mi habitación y sonrío al verla sentada en el borde de la cama, con el celular entre las manos.
— Perdón la tardanza, Emma estaba despierta.
Dejo la bandeja en la mesa de noche y me siento a su lado. Le paso su taza de chocolate y me sonríe agradecida.
— Gracias — susurra.
Guiño un ojo y pongo un poco de música antes de darle un mordisco a mi galleta. Nos quedamos en silencio, con The Cure sonando de fondo. La miro de reojo varias veces solo para asegurarme de que está bien. Le doy el espacio que necesita, consciente de que va a hablar cuando sea necesario.
— ¿Qué traes ahí?
Señala el tubo celeste que Emma me ha dado y se lo tiendo.
— Creí que querrías desmaquillarte — me encojo de hombros.
Asiente, dejando la taza vacía en la bandeja y me alarmo al ver sus ojos cristalizarse. Dejo mi taza en el suelo y me acerco a ella, preocupado.
— ¿Qué ocurre?
— Estás siendo demasiado bueno conmigo y no me lo merezco.
Las lágrimas caen por sus mejillas y, sin pensarlo, la atraigo hacia mí hasta que su cabeza está apoyada sobre mi pecho.
— Esto es lo mínimo que puedo hacer por ti, Nina. Mereces mucho más que esto.
La dejo sollozar en mi pecho mientras acaricio su espalda y deposito pequeños besos en su cabeza. Permanecemos así hasta que se tranquiliza y sonríe tímida cuando me mira.
— Lo siento. Por todo.
Limpio las lágrimas de sus mejillas y dejo un pequeño beso en su nariz.
— Deja de pedir perdón por cosas que no son culpa tuya, Nina.
— Gracias por hacer esto por mí.
Sonrío.
— Cuando quieras.
Deja de abrazarme y se aleja un poco.
— Debería pedirle a Noah que venga a por mí.
La idea de dejarla ir en ese estado no me gusta en lo absoluto. Menos sabiendo que probablemente vaya a llorar sola en su habitación.
— Puedo llevarte a casa, si quieres — entrelazo nuestros meñiques —, o podrías quedarte aquí.
Me mira.
— ¿Quieres que me quede aquí?
Asiento.
— Solo si tú quieres.
— No quiero incomodar, ya te he molestado demasiado.
Entrelazo su mano con la mía.
— Estaré encantado de tenerte aquí, Nina. Te aseguro que haces de todo menos molestarme, me encanta estar contigo.
Una sonrisa se forma en su rostro.
— ¿Incluso cuando soy un desastre?
— Especialmente cuando eres un desastre.
Sus ojos vuelven a llenarse de lágrimas, pero asiente parpadeando varias veces evitando que salgan.
— Le enviaré un mensaje a mi madre y a los chicos para avisarles de que estoy aquí.
Asiento y me levanto, dándole su espacio. Mientras ella habla con sus amigos, busco una camisa y un pantalón de pijama.
— Puedo pedirle a Emma uno de sus pijamas si no te sientes cómoda usando mis cosas.
Nina se apresura a negar con la cabeza.
— Tus camisas están bien.
Le tiendo la camisa y el pantalón de pijama que he escogido para ella. La guio fuera de la habitación hasta el cuarto de baño y me apresuro a cambiarme antes de que ella llegue. Saco una almohada y una cobija del armario y los coloco en el sofá cama.
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Editado: 22.02.2025