—Tenemos que hablar.
Stuart se posiciona a mi lado, pero no me detengo.
—No hablaré contigo a menos que sea algo relacionado con el juego de esta noche.
Troto más rápido, obligándolo a seguirme el paso.
—¿Llevaste a Nina a casa después de la fiesta?
Lo miro.
—Tal vez.
—Hablo en serio, McGarrett.
—Yo también Morris. No creo que sea tu problema donde dejé a Nina esa noche.
—Pero lo es.
Tomo una botella de agua y me dejo caer en la banca. Stuart me imita y me mira, esperando una respuesta.
—¿Qué más te da si la dejé en su casa o no? No es tu problema, no es tu novia y ni siquiera es tu amiga. Yo no tengo que darte explicaciones de nada, Stuart.
—Me preocupo por ella, es todo.
Tiene que ser una jodida broma.
—¿Te preocupas por ella? ¿Estás bromeando? — suelto una risa sarcástica antes de dar un sorbo. —A ver si lo estoy entendiendo... Dejas que tu novia y tus amigos la humillen y le sigan recordando cosas de su pasado que la hacen sentir mal, permites que se rían de ella y que el instituto entero la trate como una cualquiera, cuando ambos sabemos que Nina jamás hizo nada de lo que la acusas. Pero claro, te preocupas por ella —ruedo los ojos. —Qué puta broma.
—¿Entonces lo sabes? ¿Nina te ha contado lo de ella y George? —Asiento. —¿Y de verdad crees que no hizo nada?
Limpio el sudor de mi rostro con la toalla y suspiro.
—Porque no lo hizo, Stuart y tú eres un verdadero imbécil por dudar de ella y creer en Madison.
—¿Cómo puedes creerte a alguien que apenas conoces? No estabas aquí para saberlo, Jayden. Deja de tratar a Madison como si fuera una mentirosa porque no lo es.
—La conozco, Stuart. Y aun si fuera cierto, nada de lo que ocurrió entre ustedes es asunto mío y no voy a cambiar mi manera de pensar sobre ella solo porque Madison y tú os hayáis empeñado en hacerle la vida imposible —bebo el agua de un tirón—. Solo he necesitado pasar unas horas con ella para saber que es una persona fiable y que todo lo que dicen de ella es pura mierda sin sentido.
—Vi las fotos y los mensajes, Jayden. Hay un montón de cosas por medio que no sabes y, si no te las ha contado es porque es una cobarde que no puede reconocer lo que hizo. Te digo esto porque somos amigos y no quiero que te haga lo mismo —da un sorbo antes de continuar. —Aléjate de ella.
Dios, este chico en serio necesita ir a terapia.
—No voy a alejarme de ella, Stuart. Ya estoy empezando a hartarme de que se metan con ella.
—¿Y qué vas a hacer? ¿Seguir inventando cosas sobre Madison como lo hiciste en la fiesta? ¿Vas a arruinar nuestra amistad solo porque Nina puede abrirse de piernas para ti?
En un segundo, mis manos están cerradas en puños sobre su camiseta y su espalda está presionada contra las graderías.
— Repítelo —lo reto.
—¡¿Qué diablos crees que estás haciendo, McGarrett?!
Escucho al coach gritar, pero no lo suelto.
—Repítelo, atrévete a decirlo otra vez —Stuart hace una mueca de dolor cuando vuelvo a golpear su espalda contra las gradas.
—Jayden, suéltalo.
Miro a Noah cuando pone una mano sobre mi hombro.
—Créeme, no vas a querer que lo suelte cuando sepas lo que ha dicho.
El rostro de Noah se endurece, puedo ver la rabia contenida en sus ojos, pero niega con la cabeza y me da un apretón.
—No vale la pena, Jayden. Aunque se merece que lo golpeen, no puedes hacerlo —suspira frustrado. —Eres nuestro mejor tirador, te necesitamos en el juego.
—Me importa una mierda ese estúpido juego, estoy hasta las narices de esta situación de mierda.
Noah da un apretón sobre mi hombro.
—Suéltalo, ahora —ordena. —No lo hagas por el juego, hazlo por Nina y lo que va a pensar ella después.
—Vuelve a decir algo sobre ella y te aseguro que la próxima vez recogerás todos y cada uno de tus dientes del suelo, imbécil.
Lo empujo una vez más antes de soltarlo.
—Es solo una puta chica —tose.
La gente idiota de verdad no valora su vida.
—No es solo una puta chica, imbécil. Es la chica que me gusta y estoy harto de tus mierdas y las de tus amigos —señalo a Dave cuando llega a su lado. —Si alguno vuelve a decir algo sobre ella, les juro que les partiré la cara uno por uno.
Ignoro al resto del equipo mientras me dirijo a los vestidores, con Noah pisándome los talones.
—No estoy de humor para sermones.
—Que lastima porque soy el capitán y vas a tener que oírlo.
Se encoge de hombros y palmea la banca, indicándome que me siente a su lado. Lo hago, porque, aunque lo único que quiera hacer ahora es ducharme y correr directo a buscar a Nina, Noah tiene razón: es el capitán y lo que he hecho, aunque Stuart se lo merecía, ha estado fuera de lugar.
—¿Qué ha sucedido allí fuera? No sueles perder el control nunca, eres el que menos problemas da de nosotros.
—Me enferma que hablen mal de ella, es todo.
Asiente, su rostro está serio, sin embargo, en sus ojos brilla la comprensión.
—Como capitán, es mi deber informarte que estuvo mal lo que has hecho y de acuerdo con el entrenador, no debería dejarte jugar hoy —me mira. —Somos un equipo, Jayden. No importan los problemas que tengamos afuera. Durante el juego y dentro de este gimnasio nos cuidamos las espaldas, no se las despedazamos a nuestros compañeros. Sí, todos sabemos que Stuart se lo merecía e incluso merece más que eso, pero no te corresponde a ti ser el justiciero.
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Editado: 22.02.2025