Conversations in the Dark

✨Capítulo veinte: Mi chica

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—Nos vemos en la próxima clase.

Me despido del profesor y de Jessica antes de salir del salón. Hago una mueca de dolor al sentir una punzada en el vientre. Todo mi cuerpo se tensa cuando una mano se posa en mi cintura descubierta y alguien se coloca detrás de mí, con su pecho a centímetros de mi espalda. Sonrío al reconocer su colonia.

—De verdad no sabes lo que es el espacio personal.

—¿Te han dicho ya lo preciosa que te ves hoy? —un escalofrío me recorre al sentir su respiración en mi oreja.

Echo la cabeza hacia atrás para mirarlo. Jayden sonríe travieso cuando nuestros ojos se encuentran y deja un beso en mi frente.

Intento dar la vuelta para estar en una mejor posición, pero me lo impide colocando ambas manos en mi cadera.

—Aunque me encanta lo bien que te ves dentro de esos pantalones blancos, creo que fue una mala idea usarlos hoy.

—Por favor dime que no tengo una mancha —pido, comprendiendo sus palabras.

—Una muy grande.

Cierro los ojos y siento el calor asentarse en mi rostro.

Justo cuando me animo a usar algo blanco, mi periodo decide aparecer después de tres días de retraso y, para mi mala suerte, el chico que me gusta ha tenido que ver la mancha en mi trasero.

—Tienes dos opciones: te cargo hasta el sanitario o camino detrás de ti para evitar que te vean —sonríe cuando lo miro. —La primera es mi favorita.

Niego con la cabeza con media sonrisa en el rostro.

Ya hay suficientes rumores sobre mí como para alimentar otros si dejo que McGarrett me cargue en sus brazos.

—Creo que prefiero la segunda.

Hace un puchero, pero asiente.

Empezamos a caminar bajo la mirada curiosa de los que se encuentran en medio del pasillo, con una de sus manos apoyada en mi cadera y una corta distancia entre ambos.

—¿Me haces un último favor?

Lo miro apenada cuando llegamos al baño de chicas.

—Todos los que quieras.

—¿Podrías ir a mi casillero y traerme tu sudadera? Te la devolveré después, te lo prometo.

McGarrett asiente, le doy la contraseña y aprovecho que no está para entrar en el baño y verme en el espejo. No mentía cuando me ha dicho que era una mancha grande. Es literal un gran punto rojo en medio de una hoja blanca. Solo puedo pensar en que todos mis compañeros de clase debieron verlo cuando me levanté para salir del salón.

Jayden vuelve a los pocos minutos y sonrío agradecida cuando me tiende su sudadera.

¿O debería decir nuestra sudadera?

—¿Irás al juego de esta noche? —asiento. —¿Quieres hacer algo después del partido? Podemos ver una película o ir a nuestro lugar.

Sonrío, me encanta que piense que tenemos un lugar.

—Nos vemos esta noche.

Sonríe asintiendo y deja un corto beso en mis labios antes de irse,sorprendiéndome.

Me adentro en el baño una vez más, me coloco la sudadera y, una vez que termino de limpiarme, frunzo el ceño extrañada al sentir un envoltorio cuando meto las manos en el bolsillo de esta.

Una sonrisa se forma en mi rostro al ver la nota que Jayden me ha dejado en el bolsillo.

“Me encantó pasar el fin de semana contigo, no puedo esperar para tenerte en mis brazos otra vez.

Pd: te dejo un chocolate para que te sientas mejor”.

Me ha dejado una nota y un chocolate porque sí.

Qué chico tan perfecto.

Si esto es un sueño, por favor, no me despierten.

●●●● ●●●●

—Has estado increíble esta noche.

Jayden me sonríe antes de pasar un brazo sobre mis hombros y pegarme a él. El equipo ha ganado otra vez y ahora estamos aquí, comiendo pizza en la parte trasera de su auto, en aquel lugar donde tuvimos nuestra primera cita, celebrando el gane.

—No podía fallar sabiendo que mi chica estaría ahí.

Reprimo una sonrisa y le doy un sorbo a mi refresco.

—¿Y esa chica sabe que estás aquí conmigo? No te creía esa clase de chico, Jayden —bromeo.

Rueda los ojos, sonriendo. Coloca una mano detrás de mi cabeza mientras acerca sus labios a los míos sin dejar de mirarme.

—Tú eres mi chica.

Une nuestros labios en un beso suave y me dejo embriagar por la sensación de su boca sobre la mía. Llevo mis manos a su nuca y él coloca las suyas en mis mejillas. No hay nada agresivo en su manera de besarme, lo hace con tanta delicadeza y dulzura que puedo jurar que voy a derretirme en cualquier momento ante su suave tacto. Su lengua toca mi labio inferior, pidiendo permiso para entrar y accedo gustosa, deseosa de más. Aumento el ritmo del beso, acercándolo más a mí, necesitando algo más que dulzura. Mis dientes juegan con su labio inferior y una sonrisa se forma en su rostro cuando lo dejo ir.

—Creo que podría estar besándote toda la vida.

Ahora es mi turno de sonreír.

—¿Decir eso te ha funcionado antes?

La sonrisa en su rostro se ensancha y sus ojos brillan, recordando una de nuestras primeras conversaciones.

—¿Funciona contigo?

Rozo su nariz con la mía en un gesto de ternura.

—Buen intento, galán.

Se ríe y vuelve a presionar su boca contra la mía, besándome con más intensidad esta vez. Una de sus manos se cuela bajo mi sudadera, tomándome por sorpresa. El contacto de su mano acariciando mi piel desnuda envía ondas de electricidad por mi cuerpo, mientras que la otra sube por mi espalda, acercándome más a él. Jayden me besa con desesperación, ya no hay nada de ternura en el beso. Su lengua juega con la mía sin control y cada tanto deja pequeños mordiscos en mi labio inferior, dejándome sin respiración. Se aparta unos segundos para mirarme, en una petición silenciosa, y asiento sin dudar. Sus manos ahora están en mi cadera y me acomoda sin esfuerzo sobre su regazo antes de volver a besarme con necesidad y desenfreno. Enredo mis manos en su cabello cuando su boca pasa a mi cuello y cada parte de mí tiembla cuando deja un camino de besos húmedos desde mi cuello hasta mi oreja.




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