—Muchas gracias por la cena, Mila, estaba increíble —digo a la mamá de Jayden mientras sonrío
Después de pasar la mayor parte del día en casa de Ben con nuestros amigos, McGarrett y yo concordamos en que no habíamos estado solos el tiempo suficiente y casi pego un grito al cielo cuando me pidió que me quedara a dormir con él esta noche. Así que aquí estoy, sentada en el sofá de su casa después de cenar con su familia, viendo el final de El diario de Noah con una buena ración de palomitas y chucherías, junto a su hermana y su mamá, después de que ella obligara a Jayden a lavar la vajilla y encargarse del desorden de la cocina.
—No es nada, cielo —me sonríe de regreso—, nos encanta tenerte por aquí.
—Deberías venir más seguido, mini Orwell —Emma me sonríe. —Mamá se pone muy creativa con la cena y los postres cuando sabe que vendrás. Hace las comidas más deliciosas para ti.
Su madre le tira un cojín y ambas nos reímos cuando le da de lleno en la cara.
—La próxima vez que venga cocinaré yo —prometo.
—No hace falta, cariño —asegura Mila.
—Claro que sí —se entromete Jayden, sentándose a mi lado—, hace una pasta increíble y ni hablar de sus galletas de mantequilla y chispas de chocolate.
Sonrío, contenta de saber que le ha gustado la pasta que hice para él unos días atrás.
—¿Sabes hacer galletas? —pregunta Mila con curiosidad.
Asiento.
—Mi madre es repostera y mi abuela pastelera. Desde adolescentes nos enseñaron a mi hermana Lily y a mí a hacer muchos postres para cuando ellas no estuvieran en casa o necesitaran ayuda en el local.
Emma me mira con los ojos brillantes.
—Voy a estar esperando esas galletas. ¡Me muero de ganas de probarlas!
Mi celular vibra con la llegada de un mensaje. Frunzo un poco el ceño al ver el nombre de McGarrett, lo miro antes de abrir el mensaje.
Jayden♥:
Yo me muero de ganas de probarte a ti.
El calor sube por mis mejillas e intento ocultar la pequeña sonrisa que amenaza con formarse en mi rostro al ver la sonrisa de oreja a oreja que tiene en el rostro.
—Te las haré la próxima vez que venga —aseguro.
Emma sonríe contenta. Jayden pasa su brazo sobre mi hombro y me acurruco contra él. Terminamos de ver la película en silencio. McGarrett se ríe de nosotras al vernos llorar y suspirar con el final. Le damos las buenas noches a su familia y los nervios se instalan en mi estómago a medida que nos acercamos a su dormitorio.
—Emma te dejó un pijama extra entre mis cosas, por si volvías a quedarte a dormir —me tiende el pantalón de pijamas de unicornio y una blusa de tirantes.
Sonrío agradecida y coloco el pijama a un lado de la cama.
—¿Te molesta si duermo con tu sudadera? Me encanta dormir con ella puesta —confieso.
Juro que se le ilumina el rostro cuando sonríe.
—Puedes dormir hasta sin ella, si quieres —me mira juguetón.
Ruedo los ojos.
—Solo en tus fantasías, McGarrett.
Se acerca a mí con esa estúpida y perfecta sonrisa traviesa en el rostro. Se agacha un poco para que su rostro quede a la altura del mío y coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja. Siento cada parte de mi ser estremecerse cuando su mano se posa detrás de mi cabeza y me acerca a él.
—¿Segura que solo en mis fantasías? —me mira con intensidad. Me erizo cuando abre un poco mis piernas con su otra mano y se coloca en medio de ellas, dejando su mano descansar sobre mi cadera. —¿En las tuyas no?
—¿Crees que tengo fantasías contigo, McGarrett?
Acerco mi rostro al suyo.
Su mano se hace camino bajo mi sudadera. Recorre mi abdomen antes de pasar a mi espalda. Sus dedos recorren mi piel con suavidad, enviando electricidad a cada parte de mi sistema y contengo la respiración cuando sus dedos juegan con el broche del sostén hasta soltarlo.
—Creo que dormirías más cómoda sin él.
La intensidad en sus ojos disminuye. Me mira buscando alguna señal de aprobación o incomodidad y, antes de que crea que está cruzando la raya, asiento y rozo nuestros labios.
—Yo también lo creo —susurro.
Y es todo lo que necesita para bajar con delicadeza los tirantes hasta deshacerse del sostén. Lo tira por la habitación y se cierne sobre mí, provocando que me apoye sobre mis codos para no tumbarme en la cama por completo. Deja un camino de besos desde mis labios hasta mi cuello, donde se toma el atrevimiento de dar un pequeño lametón, encendiendo todo en mí. Lo siento sonreir cuando se me eriza la piel y repite la acción unas cuantas veces más en lugares distintos. Se me acelera la respiración al sentir su dedo rozar el final de mi pecho derecho y decido que ya ha jugado demasiado él solo. Agarro el dobladillo de su camisa y empiezo a subirla. Jayden para de besarme el cuello y me mira.
Sonrío con fingida inocencia.
—Creo que tú dormirías más cómodo sin ella.
Sin dudarlo, se saca la camisa de un tirón y aprovecha que estoy apoyada solo sobre un codo para tumbarme por completo y quedar encima de mí. El movimiento me sorprende, pero me recupero rápido para evitar que lo note. Recorro su torso desnudo con la yema de mis dedos, desde su trabajado pecho hasta su abdomen marcado. Bajo despacio mis dedos por su abdomen hasta llegar al comienzo de su pantaloneta y me atrevo a deslizar un dedo, tocando el elástico de su bóxer. Él contiene la respiración.
Sonrío.
—También creo que estarías más cómodo si te la quitaras.
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Editado: 05.04.2025