- Creo que ambos lo sabemos
- Sí.
- Pero ¿por qué debes ir diciéndoselo a todos? A nadie le importa.
- Yo puedo hacer lo que quiera.
- Sí, pero odio tenerte marcada en mi frente todo el día cada vez que cualquier persona me pregunta sobre qué está pasando. Estoy seguro que te has hecho la víctima en esa historia.
- ¿Acaso no lo soy?
- ¿Por qué siempre te esfuerzas en decir algo que sabes que no es verdad?
- ¿Podrías...? Por favor.
- Sabes, ¡todo el mundo tiene la misma opinión!
- Es verdad.
- Si no eres del todo feliz, ¿por qué sigues aquí?
- Tal vez porque siempre estás sentado en el mismo puto sofá presionándome a quedarme.
- Nunca tapé la puerta como para que no pudieras salir.
- Nunca me has dejado trabajar en mis sueños, siempre hay bulla o un café aguado. Siempre soy la única que tiene que pensar en lo que es bueno para mí, nada de lo que sucede a mi alrededor tiene que ver conmigo. Si fuera posible, me desactivarías hasta que vuelves a casa de tu puto trabajo solo para que te atienda. ¿Acaso no valgo algo para nadie?
- ¿Qué hay de mis sueños? Siempre estás ensimismada y ni si quiera hablamos, cuando quiero conmentarte algo subes el volumen de los audífonos solo para ignorarme. Tengo muchas ganas de hacer otras cosas que solo sentarme en un escritorio a revisar los gastos de una empresa, pero vengo a limpiar tu desastre de todos los días porque no puedes mojarte las manos si por un segundo.
- Tú no me amas.
- Siempre pensando en ti misma.
- Soy solo un objeto para ti.
- Siempre pensando en ti misma.
- Nunca fui útil para ti.
- ¡Siempre pensando en ti misma!
- ¡Deberías comprarte una muñeca!
- ¡Deberías contratar a un empleado!