Molesta con todo y con todos, hice de mala gana mi maleta.
No pasó mucho tiempo hasta que mi padre, el "gran" CEO Lee Hyun Sung, apareció apoyándose en el marco de la puerta de mi habitación mientras se subía aquellas gafas malgastadas que tanto odiaba. Con tanto dinero podría comprarse otras nuevas, pero al parecer, les tenía mucho cariño a esas.
Levanté mi cabeza y mantuve el contacto visual con él durante unos segundos.
- No quiero ir allí, papá.
- La decisión ya está tomada hija mía, no hay más que hablar. Pronto te darás cuenta de que esto es lo mejor que pudiste hacer, y me lo agradecerás.
Mi padre podía llegar a ser tan cabezota que ponía de los nervios a cualquiera.
- ¿No puedo vivir aquí? Madrugaré e iré antes a la empresa para practicar. Pero por favor no hagas que vaya a vivir con siete completos desconocidos, ¡y encima niños!
- No habrá ningún problema.
- ¿Qué harás si algún paparazzi me ve entrando a una casa con siete chicos? El escándalo golpearía a la empresa, ¿no crees? – dije intentando controlar mi enfado. Aunque este era notable.
Él pareció meditarlo durante unos segundos, tal vez estuviera buscando las palabras adecuadas.
- Nos podemos permitir tener algún que otro escándalo, ya lo dije. Tenemos suficiente poder y popularidad como para que unos cuantos rumores nos destruyan. Al contrario, eso nos hará publicidad gratis – hizo una pausa – Además, ellos serán algo así como tu familia, allí te darán todas tus comidas al día y, por supuesto, será comida sana. Por el contrario, si te dejo sola en casa comerás lo que quieras y cuando quieras. Con ellos también harás actividades, estarás entretenida y no tendré que preocuparme...lo hago por ti cariño – finalizó mi padre
Aquello me sonó más a excusa que a algo que realmente hace por mí.
Por mucho que odiara tanto la idea de ser idol como la de vivir con unos chicos desconocidos no podría oponerme.
Mi padre ganaría. Siempre gana.
Cabizbaja y con apatía, le di mi maleta a uno de los sirvientes que vino a recogerla para meterla en el vehículo. Me subí en este y, a pesar de tener a mi padre y al señor Park Soo Min enfrente de mí, no pronuncié palabra alguna.
Simplemente miraba las luces de las farolas pasar una a una mientras las dejábamos atrás.
El camino se me hizo realmente corto, supongo que por las pocas ganas que tenía de estar en ese sitio. El lugar se encontraba en medio de un bosque, a un kilómetro de la avenida principal que cruzaba por allí.
La empresa estaba a tan solo seis minutos andando, dentro del mismo recinto de la propiedad privada en la que se encontraba la casa.
El chófer estacionó el coche en la entrada de la vivienda.
Había un porche de madera, de buena calidad, con algunas macetas y una mesa con sus respectivas sillas. La casa tenía dos plantas y la terraza arriba del todo, aunque al parecer, allí no había nada.
Una gran cristalera dejaba ver gran parte del salón y la cocina, ambos unidos en una misma habitación.
- Bajamos – dijo mi padre.
- No – sentencié mientras me cruzaba de brazos. Era la primera vez en la que daba una negativa de una forma tan rotunda.
- Pórtate como una adulta y haz las cosas bien – respondió este apretando los dientes.
En este momento, él no era el preciso para decir aquello pues su comportamiento era el peor, a mi parecer.
Miré al señor Park esperando a que me ayudara, pero simplemente se encogió de hombros y me miró preocupado dando a entender que no podía hacer nada por mí.
El conductor se bajó para abrirnos la puerta. Enfadado, mi padre salió del coche y él mismo abrió el maletero para sacar mi equipaje. A través de la ventana vi como los chicos iban apareciendo uno a uno amontonándose en la puerta de la entrada sin entender muy bien qué estaba pasando.
- Hola niños – saludó el mayordomo una vez bajó del automóvil.
Ellos le saludaron dudosos mientras miraban la escena.
- Hola Sr. Park, disculpe, pero ¿qué es esto? – habló uno de ellos, pero no conseguí identificar la voz.
- Pues... – sin saber cómo explicárselo a los miembros, se rascó la cabeza echando la mirada hacia el CEO.
Aprovechando que me encontraba sola en el coche, cerré con rapidez la puerta y eché el cerrojo.
- ¡(TN)! ¡Abre ahora mismo! – gritó mi padre.
Aunque fuera algo infantil, no pude evitar sonreír un poco.
- No pienso bajarme papá. Esto no es justo ni para los chicos ni para mí.
- ¡No te lo repito!
Me volví a cruzar de brazos molesta.
- ¿Os acordáis de Lee (TN), la hija del CEO? – comenzó a hablar el mayordomo.
Escuché un resoplido de uno de ellos dando a entender que, por desgracia, sabían quién era.
- Pues como es normal en el mundo idol...se muda aquí.
- ¿¡Qué!? ¿Una chica viviendo con nosotros?
Estos coreanos, a mi parecer, exageran mucho el tema de la clasificación por géneros. Aunque, realmente, es cuestión de diferencia cultural.
- Lo sé, pero todo esto generará ingresos tanto para la empresa como para vosotros. O, al menos, eso es lo que dice el CEO.
- Nosotros no lo vemos así. Hablaré con el Sr. Lee seriamente en su despacho mañana por la mañana.
- No hay nada que hablar Namjoon – habló mi padre por primera vez en un tiempo considerablemente largo –. La decisión ya está tomada.
- Pero...
- Nada de peros, se hará de esta forma. Cualquier cambio os lo comentaré.
Al menos me alegraba saber que los chicos estaban tan descontentos con esto como yo.
- Ahora – se giró hacia mí – hija, sal.
- Señor – escuché al chófer – tengo aquí una llave de repuesto.
Al escuchar aquello mis ojos se abrieron como platos. Sin pensarlo dos veces, agarré la puerta para que esta se mantuviera cerrada, pero la fuerza con la que tiró mi padre de esta fue suficiente como para arrancarme la puerta de las manos y sacar parte de mi cuerpo fuera.