Se fue...y aquello era la señal con la que empezaba mi infierno....
- Em... Hola – dije dudosa con una reverencia – No hagamos esto más incómodo de lo que ya es. Solo decidme donde se encuentra mi habitación y no me veréis más. – sus ojos me miraban como esperando que dijera algo más – Creedme, odio esto tanto como vosotros.
- Que haremos contigo...- dijo Namjoon en un suspiro algo molesto – hizo una pausa -, ¿te duele?
No entendí muy bien a lo que se refirió hasta que vi la palma de mi mano:
- Ah, ¿esto? No me duele, pero gracias – sonreí con algo de timidez por su repentina preocupación.
- Mejor – miró hacia otro lado.
- Jimin, llévala a su dormitorio.
- ¿Yo? ¿Por qué? – se quejó.
- Ha sido por ti por quién nos hemos quedado más horas ensayando. – le miró con una sonrisa desafiante.
El chico, Jimin, suspiró sin más remedio y me miró:
- Sígueme.
Y eso hice. Fuimos hasta la habitación en un completo silencio.
La casa era mucho más bonita de lo que ya aparentaba por fuera – cosa que me sorprendía, ya que esta se veía preciosa – entramos por un pasillo de apenas un par de metros que daba a la cocina comedor: unos muebles bastante modernos y grandes perfectos para preparar los mejores platillos, en medio había una isla para comer o incluso para preparar postres. Enfrente había una mesa bastante grande con diez sillas. Un pasillo era la separación que había hasta el salón. Este tenía un par de sofás bien cómodos y grandes, la mesita para el café que había delante hacía juego con estos. Una pantalla plasma colgaba de la pared, y varios objetos decoraban el resto de esa zona.
Subimos las escaleras, que daban a la planta de arriba, donde se encontraban los dormitorios y el servicio.
- Esta es tu habitación, el baño es esa puerta que hay al lado de nuestro cuarto. Si necesitas algo... que espero que no... – soltó, enfadándome – pregúntale a alguien, supongo que alguno te ayudará. – se fue.
Suspiré con profundidad para poder calmarme y entré en el cubículo. Cerré la puerta: era una habitación algo deteriorada comparada con el resto de la casa. Parecía como si se usara de trastero. Por suerte tenía lo básico: una cama, aunque para mi sorpresa esta era redonda y muy cómoda, un armario y un espejo. Definitivamente mañana me encargaría que rediseñar mi habitación. Tiré mi maleta a cualquier parte – no sé ni dónde cayó – y me dejé caer en la cama.
Realmente mi vida ha cambiado en tan solo unas horas. ¿Qué voy a hacer ahora? Obviamente los chicos y yo no nos llevamos para nada bien, y no creo que lo hagamos, al menos por el momento. No sé cuánto tiempo pude estar navegando en mis pensamientos, pero sé que, al menos una hora mínimo, tuvo que pasar.
Levanté mi mano y me quedé observándola. La abrí y cerré varias veces. Realmente me escocía. Decidí salir al baño y lavarla. Mientras estaba en ello, un zumbido en mi pantalón me sacó de mis pensamientos.
Park Soo Min (23:30): En la cocina hay un pequeño botiquín, segundo mueble de arriba. Cúrate la magulladura.
Me aterraba la idea de encontrarme con alguno de los miembros, pero ya era bastante tarde y se escuchaba el ruido y las charlas que estaban teniendo en su dormitorio. Fue por eso por lo que decidí ir en busca de aquel botiquín. Puesto que no quería encender ninguna luz para que no se notara mi presencia – además, tampoco sabía dónde se encontraba el interruptor – fui con la linterna del teléfono móvil. Lo puse encima de la mesa y me subí encima de una silla que había puesto delante del segundo mueble con antelación.
- ¿Qué haces? – asustada por la voz repentina, me bajé de la silla.
- Nada – me apresuré a decir mientras salía casi corriendo del lugar.
Una vez en mi habitación...suspiré...
¡Qué vergüenza! ¡Qué ridículo!
Me lancé en la cama y pataleé varias veces mientras ahogaba un pequeño grito en la almohada. Puse la mano en mi bolsillo para coger el móvil...
No...
Me senté repentinamente en la cama mientras movía la cabeza a modo de negación. ¿Enserio? ¿Cómo podía ser así de torpe?
- ¿Buscabas esto? – aquella persona levantó la mano: tenía mi teléfono – no deberías dejarte el móvil por ahí y menos con el ambiente que hay en estos momentos.
Me quedé sin aire, no le escuché ni entrar al lugar.
Lanzó mi celular a la cama.
- ¿Quién eres? – la pregunta nos dejó petrificados a ambos durante unos segundos – Me refiero a que aún no sé vuestros nombres, por eso pregunto.
- Yoongi, me llamo Yoongi.
- Gracias, Yoongi – dije mientras me ponía en pie para hacerle una reverencia y esperaba que el chico se fuera.
Pero no lo hizo. Al contrario, se acercó más a mí.
Sin decir una palabra, se sentó a mi lado, cogió mi mano y la puso boca arriba en su pierna. Vi que tenía una pomada y un par de algodones. Me aplicó el producto con sumo cuidado y, seguidamente, puso un esparadrapo para proteger la herida.
- Por la mañana, quítatelo y enjuágalo.
Aquello me dejó de piedra. No esperaba para nada ese comportamiento en ninguno de ellos.
- G...gracias – tartamudeé un poco a causa de mi sorpresa.
Cerró la puerta sin decir nada más. Aun así, yo me encontraba bastante feliz por lo sucedido. ¡Tal vez podamos hacernos amigos antes de lo que tenía pensado!
Por suerte, y gracias a mi repentino buen humor por lo sucedido, conseguí dormirme en tan solo unos minutos.
¡Hasta aquí el capítulo de hoy!
Espero que lo hayáis disfrutado muchísimo!
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