En cuanto todo se calmó, decidí pasear por la propiedad privada para tomarme un descanso – además, la habitación olía demasiado a pintura y no podía dormir allí al menos durante esta noche -. A tan solo unos metros, pude ver un pequeño lago rodeado por una valla de madera bastante bonita. Me apoyé sobre esta y saqué el colgante que decoraba mi cuello. Este estaba siempre escondido bajo el cuello de mi camiseta, para que no se dañara. Me lo quité y lo acaricié con las yemas de los dedos mientras recorría cada detalle de este.
Este collar lo hizo ella para mí. Echaba de menos a mi madre.
Me encontraba hundida en mis pensamientos cuando escuché varios pasos cercarse hasta mí. ¡Genial! Lo que me faltaba.
Pararon en seco cuando estuvieron cerca de mí, iban a decir algo – probablemente una tontería – pero me adelanté.
- Jimin, tú eres el mayor entre vosotros tres, ¿verdad? – esperaba no equivocarme. Pero este asintió algo sorprendido por mi repentina pregunta. – Este es el tesoro más grande que tengo – cogí su mano y le puse el colgante en la palma – cuando tú y los demás confiéis en mí y me aceptéis, devolvédmelo – finalicé y solté su mano.
El silencio y la sorpresa estuvieron presentes durante unos segundos que parecieron eternos. Después, y sin esperarlo, se miraron entre ellos y empezaron a reír.
Entonces...como si de un relámpago se tratara, vi algo volar por los aires hasta caer dentro de aquel lago.
Había lanzado el collar.
- ¡DESGRACIADO! – le grité a la vez que le di un empujón.
- Jimin... te has pasado – dijo Taehyung atónito.
El nombrado hizo un gesto para que guardara silencio.
- Si lo encuentras, tal vez te dé una oportunidad – soltó con un tono de malicia en su voz.
Sin más espera, salté la valla y me metí en el agua. Por suerte, esta no era muy profunda, pues apenas me sobrepasaba la rodilla.
- Encuéntralo – rio ese idiota.
- ¡Que te jodan! – mi mal vocabulario empezó a florecer desde que pisé aquel lugar.
Para mi suerte, desaparecieron de mi vista.
Daba igual todo lo que intentara, puse mi último atisbo de esperanza en aquello, pero ya me habían demostrado que forjar una amistad, o al menos una relación normal de persona hacia persona, era completamente imposible.
Cada minuto que pasaba me desesperaba más y más. Necesitaba recuperar aquel colgante, eso era mi vida entera.
Las horas pasaban, mi ansiedad y lágrimas iban y venían como el frío que calaba mis huesos con más y más fuerza a medida que pasaba el tiempo. Pero me daba igual, no me iría de allí sin recuperarlo.
***
9:30 de la mañana.
La cocina está llena de vida. El olor del desayuno llena la casa a la vez que el sonido de los cubiertos retintinea en el lugar.
- ¿Sabéis dónde está la chica? – preguntó el mayor de todos. – Ayer a las seis de la mañana ya estaba despierta haciendo el desayuno.
- Después de lo que sucedió, no creo que quiera volver a desayunar con nosotros, al menos, durante un tiempo – comentó Namjoon mientras miraba a los menores con el entrecejo arrugado.
- ¡Mejor! – exclamó Jungkook.
- ¡No digas eso! – le reprendió Seokjin - ¿Qué os pasa? ¿Por qué sois así? – dijo molesto.
- Seokjin Hyung, ya sabes que no es la primera vez que nos pasan este tipo de cosas. Las sasaeng ya nos han hecho pasarlo demasiado mal, es suficiente. – respondió Jimin.
- No la conocemos, es hija de nuestro jefe y, tal vez, diga la verdad – comentó Hoseok.
- No te dejes engañar. – resopló Taehyung.
Namjoon suspiró con molestia acerca de lo que decían sus menores.
- Voy a ir a llamarla – se levantó Seokjin de la mesa mientras se limpiaba la comisura de los labios con una servilleta.
Este se dirigió hasta la puerta del dormitorio y tocó dos veces.
- ¿Lee? – la llamó - ¿Estás despierta?
Pero no hubo respuesta.
- Voy a entrar – avisó antes de abrir la puerta lentamente. Pero, para su sorpresa, no había nadie. La ventana estaba abierta de par en par y las cortinas ondeaban con la suave brisa que entraba. El olor a pintura ya no era tan fuerte pero aún estaba presente.
Las pisadas rápidas bajando las escaleras llamaron la atención a los seis chicos que estaban continuando con el desayuno.
- No está – dijo este mientras recuperaba el aire.
- ¿Qué? – se levantó Namjoon de la mesa tan rápido que el chirrido que hizo al raspar el suelo se metió en el oído de todos.
Los tres menores empezaron a cruzar miradas nerviosas entre ellos.
Y alguien lo notó.
- ¿Qué habéis hecho ahora? – Yoongi se acercó amenazante hasta los tres.
- Nada... quiero decir... No creo... ¿no? – Jungkook empezó a soltar cosas sin sentido.
- ¿Qué dices? Jimin, de qué habla – exigió ahora al chico que estaba en medio.
- Pues...anoche...encontramos a la chica en el lago. Nos dio un colgante y me dijo que cuando confiáramos en ella, se lo devolviera. – bajó la mirada.
- ¿Y? – preguntó Seokjin mientras esperaba algo más.
- Lo lanzó – se apresuró Taehyung.
- ¿Lo...lanzó? – Namjoon recapacitó - ¿¡Lanzaste el colgante al lago!?
- Escuchadme – dijo Jimin mientras se ponía en pie. Seguir sentado en la silla le estaba empezando a agobiar. – No podrá encontrarlo – sonrió de lado.
- ¿Por qué? – esta vez Jungkook parecía sorprendido.
Metió la mano en su camiseta y sacó algo brillante. El collar de Lee (TN) colgaba de su cuello.
- Porque lo tengo yo – hizo una mueca orgullosa.
- Pero... yo vi cómo lo lanzaste. – habló Taehyung.
En ese momento, Jimin negó con la cabeza.
- Lo que lancé fue una moneda. – sonrió victorioso – Seguramente se dio por vencida y tendrá que abandonar la idea de ser nuestra octava integrante. Probablemente esté por ahí recogiendo sus cosas y dando un último vistazo al lugar. – se cruzó de brazos mientras pensaba que aquella era la mejor ocurrencia del mundo.