Las vacaciones habían comenzado oficialmente. Era lunes, pero yo ya estaba despierto desde las 5 de la mañana. Salí a correr sin que mi mamá se diera cuenta. Me puse una sudadera con capucha, y llevé en mi iPod, música que había escuchado en la fiesta. A mi me gustaba correr con esa música para recordarme mi objetivo. Mi meta era poder ser uno de ellos para poder conquistar a Tayly. Aún no sabía cómo, pero estaba seguro de que el empezar a escuchar la música que ellos suelen escuchar, el bajar esta barriga, poner algo de músculo en mis brazos delgaduchos y mantenerme en forma, era un buen comienzo. Todos esos chicos estaban tan bien formados y esa era la razón principal por la cual siempre tenían a todas esas chicas rodeándolos y muriéndose por ellos.
Así que corrí.
Di la primera vuelta a la manzana y sentía que ya no podía más. Estaba totalmente cansado y me ardía la garganta. Pero las canciones seguían sonando y los beats seguían motivando a que mi cuerpo se moviera. Así que corrí al ritmo de la música, cada beat marcaba un paso.
Cuando me di cuenta de que las calles se estaban llenando de gente que también corría, me hizo sentirme menos raro. Primero me sentí incómodo, pero poco a poco dejé de preocuparme por ellos. Pero cuando me miraban, sentía que me decían “Novato”.
¡Ya eran las siete de la mañana y yo sin darme cuenta había corrido por una hora y media! ¡Me sentí muy bien conmigo mismo! Pero ese sentimiento de satisfacción se fue, cuando llegué a mi casa y me pesé en la balanza. Sorpresa, seguía pesando lo mismo.
Así que me dije: “Pero no seas tonto, como vas a perder kilos y notarlo en unos minutos, debes esperar a mañana para saberlo” Así que me duché y salí de mi casa a buscar el gimnasio más cercano.
La señorita que me atendió, me dio un tour por el gimnasio.
Por todos lados vi tipos que podrían aplastar mi cabeza con un solo aplauso, de lo fuertes que eran. Había también chicas muy bonitas, pero creo que para ellas solo existía la pantalla de su celular y la máquina para correr. El gimnasio tenía sauna, y eso fue lo que me convenció para inscribirme.
- Y que te pareció el gimnasio? – me preguntó la chica, cuando llegamos de nuevo a la sala de atención.
- Está muy bien – nunca había ido a un gimnasio, pero me parecía muy buen lugar.
- Bueno, si aún no te convences, puedo darte una oferta – parece que la expresión que mostré era de indecisión, más que de confort – si quieres puedo darte tres meses gratis para un amigo o amiga.
- Bueno... es que realmente… – quería decirle que no estaba interesado en que nadie me acompañase, y que mejor me diera otra promoción.
- Está bien, está bien. Seis meses para tu amigo…
- Sí, pero… – ella me volvió a interrumpir.
- Más un Pack que te trae todo lo que necesitas para ejercitarte, un polo, un buzo, un short, una gorra, una botella Toma Todo, una toalla y un vaso que brilla en la oscuridad! Pero eso es todo, eh.
- Está bien, Genial! ¿Donde firmo? – dije antes que se arrepintiera de todo lo que había dicho.
- Nuestro gimnasio tiene buenas promociones estos últimos meses del año.
- Sí, acabo de notarlo. ¿Pero como estoy seguro de que todo lo que me prometiste me lo darán?
- Todo es grabado y filmado aquí, así que sonríe a la cámara – ella señaló el micrófono y la cámara que estaba en la pared.
- Todo?
- Claro que los baños y duchas no, por supuesto que no! Pero vigilamos muy bien el progreso que tienen nuestros clientes, y si están haciendo correctamente los ejercicios y rutinas.
- Ok, me terminó de convencer – le dije – Y desde cuando puedo empezar a venir?
- Ahora mismo si quieres.
- ¿En serio?, pues me parece muy bien.
- Aquí está tu Pack y bueno, lo de tu amigo gratis, puede comenzar cuando quieras, pero tienen que venir los dos juntos, porque no los dejarán pasar sin ti.
- Está bien – pensé en avisarle a Horu o a cualquiera de los chicos.
Me pasé toda la mañana haciendo una rutina que me entregó uno de los entrenadores. Pero pronto noté que nadie en el gimnasio, quería hablar con nadie. Quise hacer amigos, pero para ellos solo existía las pesas, y sus cuerpos tonificados. La mayoría de ellos, eran mayores por 5 o 7 años más. Yo parecía un niño de guardería en un Colegio de Secundaria. Pero no me desanimé, estaba haciendo esto por una gran razón y no me quedaría en medio haciendo el ridículo, en frente de todos ellos. Así que seguí y terminé toda mi rutina con mis audífonos puestos. Me duché y revisé por si acaso había cámaras en la ducha, pero felizmente no logré encontrar nada.
Cuando salí del gimnasio, era las cuatro de la tarde! ¡Yo no sabía como el tiempo había volado tanto! Tenía como cuatro llamadas de mi madre y un mensaje que decía que donde estaba, que mi almuerzo estaba enfriándose.