Cuando lleno a su casa, allí estaba Rashi esperándola, para llevarla delante de su jefe Ahmed.
— Qué hace aquí usted, no quiero saber nada de su jefe. Bueno que también es el mío.
— Bueno, el jefe la quiere ver ahora.
— A bueno ahora se puede saber qué hice.
— Solo acompáñame, señorita.
— A donde lo voy a acompañar, no es suficiente con lo que hizo su jefe. Bueno nuestro jefe.
— Se lo pido con amabilidad, acompáñeme por favor.
Coral volvió a rezongar y tuvo que montarse en el auto. Cuando llegaron de nuevo al edificio, Rashi la llevó al estudio más elegante y decorado a un estilo antiguo.
Con varios sofás de piel oscura frente a un gran escritorio. Ahmed, su jefe, estaba sentado en el sillón detrás del escritorio.
Al volverse al frente está leyendo unos documentos, sus ojos se encontraron con los de él. Mientras ella se sentaba en el otro lado del escritorio. Y sintió un escalofrío.
— Señorita Williams. —la saludó, ofreciéndole su mano. — Como está, cómo estuvo su día.
— Diríamos que un poco molesta, se debe de imaginar por qué. Y están a punto de entrar en mi casa, cuando su chófer, bueno, ya debe saber.
— Bueno, ahora está en la mía, espero que Rashi la allá, tratado bien.
— Bien, claro, casi me trajo, bueno, ya déjese de rodeo y dígame qué quiere de mí.
— Todo…
— ¡Qué! —exclamó Coral. — Bueno, entonces dígame para que me ha citado en su casa.
— Tomé asiento señorita William.
— Llámeme Coral.
— Umm… —murmuró él frente a ella.
Coral no solía ruborizarse, pero había algo en aquel hombre, su jefe, que la ponía extrañamente nerviosa. Era guapísimo, tan alto como el hombre montaña, pero menos imponente, llevaba una camisa blanca, pantalón gris y corbata azul eléctrico, pero fueron sus ojos lo que capturó su atención desde el mismo momento que ella comenzó a trabajar con él.
Ese color de sus ojos, grises como el plomo se veía más imponente con su traje. Su espeso cabello negro, enmarcaba un rostro esculpido como el de un Adonáis y olía de maravilla.
— ¿Quiere tomar algo? —Coral, tenía la boca seca, y solo pidió un vaso de agua.
— Sí, un vaso de agua, por favor.
— ¿Normal o con gas?
— Normal. —por poco no se desmaya por culpa de esa voz tan ronca y masculina y ese rostro tan atractivo, Coral de verdad se electrizó con esa voz… tan oscura y viril. Y ese acento, era irresistible también.
— ¿Sabe por qué está aquí? —él preguntó, mientras abría una botella de agua.
Por un momento, Coral se preguntó de qué estaba hablando. ¿Qué le pasaba? Había ido allí por qué él quería hablar con ella. Y decir aquellas palabras incoherentes.
— Me ha dicho su chófer que viniera a verlo, pero no me ha dicho los detalles
— Cierto, disculpa, estoy pensando en otra cosa.
Coral lo miró atentamente. Su aspecto inmaculado, zapatos tan pulidos que podría usarlos como espejos. Ahmed Al-Maktoum no parecía un hombre de lo que ella trataba. Pero ella estaba allí para hablar con él.
— La verdad no se para que me ha hecho venir, señor Ahmed.
— ¿Cómo? —Ahmed dejó un vaso de agua sobre la mesa y volvió a sentarse frente a ella. — ¡Ah, si es verdad! Quiero que haga algo por mí, es una tapadera Coral, ya te explico. —le dijo, mirándola a los ojos sin pestañear. — Necesito que me ayude en algo Coral, vea, necesito que me acompañe, como mi prometida, como mi novia, a mi casa, en el desierto.
Coral se tomó de un trago la mitad del vaso de agua. Ella nunca había estado en otro país que no sea Estados Unidos, donde todo era moda. Pero en el desierto, en el país de Ahmed, considerado uno de los países más ricos del mundo.
— Si acepta mi proposición, estoy dispuesto a pagarle doscientos mil dólares y a cubrir todos sus deudas. —Coral lo miró, boquiabierta.
Era una cantidad astronómica, diez veces lo que había ganado el año anterior. No podía ser, debía haber oído mal.
— ¿Ha dicho que va a pagar doscientos mil dólares? —Ahmed asintió con la cabeza.
— ¡Eso he dicho, Coral!
— Pero es mucho dinero… —empezó a decir Coral, sin poder disimular su inquietud. — ¿Qué espera que haga por tal cantidad de dinero?
— Primero hay ciertas cosas que discutiremos si llegamos a un acuerdo, pero lo importante es que debes actuar como si estuviese enamorada de mí.
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Editado: 25.03.2024