En aquel instante, Coral regresó con el altar y finalmente, efectuaron la ceremonia de matrimonio. Después de recibir felicitaciones por parte de todos en la reunión, Coral llegaba junto a él, con un trozo de tarta nupcial en un plato.
— No dejaré pasar esta oportunidad que comas un trozo de pastel.
— Esto no está en el contrato firmado Coral.
Ahmed la examinó con una mirada codiciosa y una expresión de tono. Si alguna vez deseara casarse de verdad, si alguna vez creería en ese estado, desearía que su novia fuera como Coral aquella mujer.
En el ámbito personal como en la personalidad y la inteligencia. Coral tenía una personalidad muy atractiva, y al verla en aquel club bailando, sus capacidades de carácter afloraron. Era todo lo que su hermano había dicho y mucho más.
Sin embargo, para él, Coral debería mantenerse inmóvil siempre. Ella le sonrió y le brindó un pedazo de torta nupcial.
— Antes de nuestro primer baile, es necesario que ingerimos un poco de esto.
—¿Por qué? —inquirió él.
Una torta de crema rellena de una gruesa capa de azúcar no era su opinión de una celebración.
— Afortunadamente, debemos mostrar que somos maridos y mujeres. ¡No es así, señor! —respondió ella, separando un pequeño fragmento.
— No tengo plena confianza en la fortuna.
— Bueno, yo también lo sé. Y requerimos toda la capacidad que podamos obtener para la tarea que vamos a iniciar, por lo que comamos.
Y, diciendo esto, le introdujo un bocado de tarta en la boca. Con una mirada abierta, ella experimenta una intensa emoción.
A los pocos minutos, Coral observaba con calma la oscuridad de la noche a través de una diminuta ventanita.
— Vaya, qué menudo cacharro tienes, Ahmed.
— Muchas gracias. Creo que es muy cómodo.
A ella se le escapó una risa tonta.
— Solicito su gentil atención, estimado jefecito, si pudiera haber vuelto con este avión en el día de aquel de trabajo.
A ella se le escapó una risa tonta.
— Sería mejor no hablar Coral, no quiero escuchar nada.
— Sí, pero ahora soy tu esposa, por lo que pregunto lo que desee, además no sé para qué necesitas a una esposa. Me hubieras dejado en paz en el lugar donde me encontraba trabajando.
— ¡Qué en ese antro de muerte! —exclamo él.
— Ese era mi otro trabajo, Ahmed, en el que yo solo bailaba.
— Sí, sobre todo, mediodesnuda.
— Ahmed no bailaba desnuda por Dios.
— Entonces, ¿cómo estabas vestida? Como una monja.
— Ya es suficiente, mejor olvidemos esto antes de que me caías mal.
— En este momento, Coral, tu tarea actual radica en ser mi esposa.
— Maldición Ahmed.
Fueron sus únicas palabras, por lo que Coral se focalizó en la comida que habían preparado. Allí se encontraba ella casada con Ahmed. Una comida agradable de chocolate y una magnífica escena al bordo de un avión privado.
Durante un período de un año, ella sería la esposa de Ahmed. Al bajar la mirada y observar el anillo de oro liso en su dedo.
Se dirigió la mirada hacia Ahmed y lo examinó. Estaba tan atractivo, peligroso y delicioso con el suéter y los pantalones negros…
Ella requería mantener una fachada sin preocupaciones constantes.
—Todavía no puedo concebir que me haya involucrado en este matrimonio —manifestó ella.
— Y yo no puedo creer que haya tenido que recurrir a una tontería tan absurda por un contrato, pero ya se encuentra en curso.
— ¿Por qué lo ha hecho entonces?
Él se acomodó con calma y no respondió.
— ¿Merece la pena todo esto por impresionar al hermano al volver a tu casa Ahmed? —preguntó ella.
Él levantó la vista. La irritación velaba sus ojos.
— No quiero sorprender a nadie.
— ¡No, no! ¿Por qué lo has hecho?
— Esto es a lo que te referías cuando me advertías que eras «difícil de manejar», ¿verdad? —inquirió él con una pregunta profunda.
— Exactamente —respondió ella, con una sonrisa llena de felicidad.
— Eres un caso perdido.
— Entonces no se preocupe por ello. —dijo Coral.
Él tenía una expresión inescrutable, pero en los ojos se encontraba una sombra indeleble, destello de pasión.
#2147 en Novela romántica
#770 en Otros
#29 en Aventura
bailarina exótica, romance amor baile, jeque jefe y empleada
Editado: 25.03.2024