Al día siguiente, estaban en un avión aterrizando en México. Desde allí, se dirigieron a Zihuatanejo, viajando por carretera y casi llegando a su destino.
—¿Bien, cuál es el plan ahora? —preguntó Gavin.
—El plan ahora es regresar a Atlantis —respondió Emily.
—Supongo que te enfrentarás a tu medio hermano —dijo.
—Así es —aceptó.
Repentinamente, un chorro de agua salió de la nada, atacando el coche y haciendo que se desviara. Gavin intentó controlar el coche, pero aun así se estrelló contra un árbol fuera de la carretera. Emily y Gavin salieron del coche heridos. Enfrente de ellos aparecieron hombres con armaduras blancas, una parte del ejército atlante, cinco en total. Gavin agarró su arco y flecha y les apuntó. Emily se preparó, formando esferas de agua con el agua lanzada antes y se preparó para pelear. El ejército les apuntó y abrió fuego en contra de los protagonistas, pero Emily alcanzó a hacer un escudo con el agua, cubriéndolos a ambos y haciendo que las balas rebotaran. Gavin chupó un dedo y sintió la brisa del aire, preparó su arco con una flecha explosiva, apuntó y disparó hacia la parte inferior del escudo. La flecha voló hasta caer en el suelo a los pies del ejército. Los soldados se acercaron y la flecha empezó a pitar. Todos se tiraron al suelo y la flecha explotó, dejando fuera de combate al ejército.
—Eso fue sencillo —dijo levantándose.
—Lo fue —dijo Emily, deshaciendo su escudo de agua.
—Pero creo que aquí no acaba —dijo.
—No, vamos —dijo Emily.
—Oye —dijo Gavin, agarrando a Emily del brazo. Esta se volteó y Gavin la sorprendió con un beso tierno en los labios—. Lo siento —dijo al separarse.
—No te preocupes —contestó Emily, para después devolverle el beso.
Se separaron y volvieron al coche, siguiendo su camino por la carretera.