El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte mientras Emily y Gavin se preparaban para el enfrentamiento final. La ciudad de Atlantis, parcialmente destruida, se alzaba como un escenario épico para la batalla decisiva. Emily sostenía firmemente el tridente de Poseidón, su armadura brillando bajo la tenue luz. Gavin, a su lado, estaba listo con su arco y flechas.
—Hoy termina todo esto —dijo Emily, su voz firme.
—Estamos contigo —respondió Gavin, dándole un apretón de manos para infundirle ánimo.
El salón del trono estaba abarrotado de soldados atlantes, todos ellos leales a Marcus. En el centro, sentado en el trono, estaba Marcus, con una sonrisa arrogante en su rostro. Al ver a Emily entrar, se levantó, ajustando su armadura.
—¡Hermana! Qué sorpresa verte aquí —dijo Marcus, su tono burlón—. ¿Realmente crees que puedes vencerme?
—No lo creo, lo sé —respondió Emily con determinación.
Sin más palabras, Marcus cargó contra Emily, blandiendo una espada. Emily levantó el tridente y bloqueó el ataque, haciendo retroceder a Marcus con una ráfaga de energía. La batalla comenzó con una furia desatada; el sonido de acero chocando resonaba en el salón.
Emily canalizó el poder del tridente, creando olas de energía que lanzaban a los soldados enemigos por los aires. Gavin, a su vez, disparaba flechas con precisión mortal, eliminando a los enemigos que se acercaban demasiado. Marcus, enfurecido, arremetía una y otra vez, pero Emily bloqueaba y contraatacaba con una habilidad que sorprendía incluso a su hermano.
—¡No puedes ganar, Marcus! —gritó Emily, lanzando una ráfaga de agua que desarmó a su hermano.
Marcus, sin embargo, no se rendía. Con una última carga desesperada, intentó atacar a Emily de nuevo, pero ella lo interceptó con el tridente, desatando una explosión de energía que lo derribó al suelo. Emily se colocó sobre él, el tridente brillando con un poder incandescente.
—Es hora de terminar con esto —dijo Emily, y con un último golpe, desarmó a Marcus definitivamente, dejándolo a su merced.
Los soldados atlantes, al ver la derrota de Marcus, se rindieron. Emily levantó el tridente, proclamando su victoria.
—¡Por Atlantis! —exclamó, y los soldados leales se unieron en un coro de vítores.
Esa noche, en un balcón que daba al océano, Emily y Gavin estaban juntos, contemplando el horizonte. Emily, ahora reina de Atlantis, se sentía aliviada y esperanzada por el futuro.
—Gracias por estar conmigo, Gavin —dijo Emily, tomando su mano.
—Siempre estaré contigo, Emily —respondió Gavin, y se besaron bajo la luz de la luna.
De repente, un hombre encapuchado apareció en la sombra del balcón. Gavin se giró, listo para defenderse.
—Tranquilo, Gavin. No vengo a pelear —dijo el hombre, revelando su rostro—. Mi nombre es Nathaniel Steele. Necesito hablar contigo.
Gavin miró a Emily, quien asintió con preocupación. Sabía que esta batalla había terminado, pero una nueva aventura estaba a punto de comenzar.
—¿De qué se trata? —preguntó Gavin, su tono serio.
— Quiero hablarles de The union force - dijo Nathaniel.
Gavin asintió, sabiendo que su vida nunca sería ordinaria. Tomó la mano de Emily una vez más, preparándose para lo que el futuro les deparaba.