Coral de Fuego

Capítulo V

ALEC

Max tocó a mi puerta tras dejar a su hermana en su dormitorio. Pues yo le había pedido que me avisara cuando ella ya estuviera con Valeria e Isabel. Mi deber como sargento es procurar que todo con mi pelotón esté en orden; o eso era lo que me repetía constantemente. Sin embargo, con ella era diferente. Había algo en ella, algo que llamaba mi atención, y a toda costa, tenía que evitar que alguien se diera cuenta que me pasaba algo con ella. En especial mi pelotón. 

Por eso, me presenté frío cuando llegaron únicamente unos minutos antes al comedor.

—Señoritas, llegan tarde. Otra vez. —dije en tono serio.

—Tranquilízate grandulón llegamos dos minutos antes —me contestó Valeria mientras reía.

—No se pueden acostumbrar a eso. Desde el primer día les dije que las quería por lo menos diez minutos antes. —Esta regla la había puesto porque sabía que Valeria e Isabel siempre llegaban tarde y ahora que estaban bajo mi comando, eso no lo permitiría.

—Mira hagamos un trato, cada vez que lleguemos tarde nos das uno de tus monólogos sobre la puntualidad y listo —Valeria me miraba directamente a los ojos e Isabel recitaba unas palabras atrás, sincronización de convergencia. Trataban de convencerme usando sus talentos. Valeria con agua e Isa con aire, se querían meter en mi mente. Solo que mi talento las bloqueaba. 

—Chicas... sus talentos no funcionan en mí —les recordé. 

—Bueno, lo intentamos —Valeria dijo como si no hubiera pasado nada. De esta no se iban a salir con la suya.

La tome por el brazo evitando que pasara al comedor y continúe con nuestra platica—. Me gusto tu idea del trato, pero aquí te va uno mejor, a partir de ahora, por cada minuto que lleguen tarde, van a ser veinte minutos extra de trote por las mañanas.

—No te pases —Isa se quejó, era la primera vez que ella me levantaba la voz. Creo que si estuvo de más, pero bueno—. Esto de ser sargento no se te puede subir a la cabeza.

—Mira —Nat dio un paso hacia mi y se colocó enfrente de sus nuevas amigas —hay que dejarla en que nos disculpamos por llegar tarde, te prometemos que no va a volver a suceder; aunque todos sepamos que si; y en que nos dejas pasar a cenar —sonaba tranquila. Tenía experiencia tratando con personas. Me sostuvo la mirada durante no se cuantos minutos, pero no bajo la vista ni un solo momento. Me perdí en su mirada.

Sus largas pestañas enmarcaban sus ojos; el azul de estos se mezclaban con tonos negros dándoles una profundidad inmensa. Su expresión estaba neutra por lo que no sabía que era lo que estaba pensando y eso me estresó mucho. Todas las chicas a las que conocía o me miraban con temor o se tumbaban a mis pies. Esto era nuevo. 

Noté que Valeria e Isa se escabulleron tras su nueva amiga y entraron al comedor. Natalia unos segundos después, se giro y me dijo —ha sido un placer hacer negocios contigo.

No sabía lo que acababa de pasar. Me quede parado hasta que Will me toco el brazo y llamó mi atención. 

—¡Ja! Hacia años que no veía a mi hermanita hacer eso —dijo mientras la buscaba con la vista y reía—. Apuesto a que ni siquiera sabes que fue lo que te pasó. 

Yo solo podía mirar a Will con cara de enojo. Su hermana me acababa de manipular no se como y se había salido con la suya. Y no solo eso, Will lo había notado. Tenía que entender lo que acababa de pasar para poder evitarlo la siguiente vez. 

—¿Qué rayos fue lo que me hizo?

—Eso es lo hermoso de ella, nadie entiende su talento. Mamá le enseñó ese encantamiento antes de que la mandaran al internado. No estoy seguro de que es lo que hace. Tiene algo que ver con que engaña a la mente a pensar en algo que te llama la atención hasta hacerte olvidar lo que realmente acababa de pasar, o algo así. 

—Eso es imposible si solo hizo un encantamiento. Eso es imposible. 

—No si lo que hizo fue invocar el talento.

—¿Qué quieres decir?

—Tu sabes a lo que me refiero, conoces las historias acerca de mi familia. Me sorprende que no lo descubrieras antes. Qué esperas vamos —entramos al comedor y nos dirigimos a la mesa de maestros y sargentos. Will y yo éramos de los más jóvenes en esa mesa. Pues hacía solo dos generaciones nos habíamos graduado. Sin embargo, después de que perdiera el control en el incendio, decidieron que lo mejor sería relevarme de mi puesto de buscador hasta que tomara control otra vez. Por eso ahora era sargento. 

La cena pasó sin ningún contra tiempo. Pero no pude dejar de pensar en Nat. En lo que me había hecho y en qué más era capaz de hacer. 

Regresé a mi cuarto y busqué en los registros que conservaba mi familia. Durante generaciones, mi familia había mantenido un libro muy parecido a los diarium. También encantados; sólo mi sangre podía leerlos. En ellos, escribían sobre sus años en Coral de Fuego, lo que sus compañeros podían hacer y si se lograba averiguar, sus apellidos. Lo llamábamos sacramentum

Nunca había leído nada parecido a lo que Nat podía hacer. Pero eso era porque nunca había leído el área por apellidos, tal vez ahí encontraría algo. Abrí el libro en la "S" y empecé a buscar. Hasta que lo encontré: «Salavert»

«De esta familia se conoce poco. Desde el inicio, esta ha sido la familia con el nivel de riego más alto; siempre han sido los más peligrosos. Todos sus integrantes tienen distintos talentos; y con las variaciones genéticas, se han vuelto aún más poderosos. No se sabe hasta dónde son sus límites. 

Nunca te enfrentes a un Salavert. Es mejor tenerlos como aliados a enemigos. 

Los hombres tienen fuerza propia y las mujeres rara vez se ven con la necesidad de entrar en batalla. Sin embargo, se sabe que son mucho más potentes en sus ataques y a veces no sabes ni que estás siendo atacado. La única mujer que se supo que provenía de esta familia la llamaban Pythonissam. 




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