Coral de Fuego

Capítulo XIX

NAT

Cuando terminó la clase de talentos, Val, Isa y yo nos dirigimos a los kioscos de comida; nos acercamos al puesto de bebidas frías y ordenamos tres batidos de fresa. Platicamos por un rato y después nos fuimos a arreglar para la cena. 

Val e Isa se habían convertido en mis mejores amigas. Sentía que les podía decir lo que quisiera, y eso podía ser tanto un alivio, como un nuevo problema. 

—Nat ¿que opinas? —empezó Isa mientras me extendía una falda al cuerpo y un suéter de punto—es tu atuendo para hoy.

—Me gusta, gracias —entre el internado y mis hermanos, ya había repuesto la mayoría de las cosas que había perdido en el fuego, pero la ropa seguía haciéndome falta. El internado se había hecho cargo de los uniformes, pero tanto pijamas como ropas para la cena, seguían prestándomelas mis amigas. 

—Unos últimos retoques y ya estoy lista — concluyó Val.

—Val si no acabas en dos segundos, Nat y yo nos vamos a ir sin ti —Isa sentenció. 

—¡Val! Todavía te falta el cabello, de verdad necesitas aprender a medir tu tiempo —yo ya estaba desesperada. 

—No, de eso ya te haz hecho cargo tú —tomó el spray que había encantado, y se roció un poco en el cabello. Ya estaba lista. 

—¿Nos vamos?

—Por favor.

Salimos del cuatro y entramos al comedor. Me sorprendí al caer en cuenta que Alec todavía no había llegado. Eso no era normal de él. Traté de ignorar ese hecho y pasé la cena platicando con mis amigos. 

Cuando la cena terminó, Isa desapareció con Xav y Val se fue al jardín con otros chicos; así que regresé sola a mi dormitorio. Cuando llegué, Alec estaba parado en nuestra puerta y me observaba como si desaprobara mi actitud. 

—Alec, ¿qué haces aquí?

—Esperaba poder hablar contigo.

—¿Se puede saber sobre qué?

—Tus entrenamientos. Necesitamos practicar más, necesitas ser capaz de tomar control completo y creo que soy tu mejor opción para no perder el control. 

—¿Y eso por qué?

—Porque está claro que apenas puedes controlar tu talento si prefieres usar los de otros. 

—Tu no conoces mis talentos, así que si quieres ayudar empieza por no opinar. 

—Princesa, mi trabajo es opinar para que tú mejores. 

—Yo no quiero tu ayuda, Will ya me está ayudando. 

—Pues que mala suerte que no tengas opción. Mañana después de la militar te vas a quedar conmigo. 

Alec se retiró de mi puerta y por fin pude entrar. ¿¡Quién se creía?! Vino a mi dormitorio para echarme en cara el que no tengo control para después ofrecer su ayuda. 

Entré al vestidor, me puse la pijama y me metí a la cama. Mis compañeras de cuatro quien sabe cuando se decidían en presentarse. 

A media noche, Val regresó. Isa todavía no aparecía. 

A la mañana siguiente, Val y yo nos levantamos nos arreglamos y salimos para nuestra clase de las nueve de la mañana. Isa no había regresado a dormir, pero tampoco me sorprendía teniendo en cuenta que a Val parecía hacérsele normal. 

La primera clase terminó. Entré al salón de química para segunda hora y entonces vi a Val esperándome en los pupitres. 

—Hola guapa. 

—Hola Val, me imagino que biología no estuvo tan mal.

—Para nada. ¡Me la pasé platicando con unos chicos de último año buenísimos!

—Si te soy honesta, no sé como le haces para platicar con todo el mundo. 

—Chica es fácil, ósea, me haz visto —contoneó sus caderas atrayendo las miradas lujuriosas de varios chicos —ves, es fácil. 

—Ay Val, qué vamos a hacer contigo. 

—Con que no me metan a una escuela de monjas, todo está bien. 

Val y yo nos carcajeamos por un par de minutos hasta que apareció Isa. 

—¿Dé que se ríen tanto?

—Me tratábamos de imaginar en una escuela de mojas —Val explicó.

—Uy no, ahí nos corrompes a todas las niñas. Por cierto, gracias por no armar un escándalo cuando no regresé al dormitorio anoche.

—Isa ¿dónde estabas? —mi tono sonó de curiosidad. 

—Se me hizo tarde y me quedé en el dormitorio de Xav. 

—Pensé que no estaban lejos los dormitorios unos de otros —continué.

—No lo están, pero los rondines de los guardias últimamente se han vuelto más recurrentes. Si te atrapan en uno de los dormitorios de los chicos, el problema no se va con tu jefe de pelotón, sino que va directo a la directora —Val aclaró —Isa tienes que ser más cuidadosa. No siempre vas a ser tan suertuda. 

—Ya lo sé, ya lo sé.

El resto de las clases escolares pasaron, llegó el tiempo del almuerzo y pronto nos tuvimos que arreglar para el entrenamiento militar. Esta iba a ser mi primera clase, y realmente no veía la hora para que terminara y me tuviera que quedar a practicar mi control con Alec. No sé de donde me salió el entusiasmo. 

Entramos al vestidor y todas fuimos directo a nuestros closets, donde ya nos esperaban nuestros atuendos para el entrenamiento. Era oficial, este era mi uniforme favorito: pants deportivos grises oscuro y una blusa de tirantes deportiva color vino. 

Me cambié por el uniforme, me calcé los tenis negros y me sujeté una coleta en lo alto de la cabeza. 

—¿Nos vamos? —pregunté.

—Espérame un segundo —pidió Isa. 

Los atuendos de ellas eran parecidos al mío, sólo que en vez de pants a la pantorrilla los de Isa iban hasta el suelo y Val traía unas leggings. Salimos del cuarto, bajamos las escaleras y salimos al jardín principal. Como yo todavía no sabía a dónde íbamos, dejé que Val nos guiara. 

Después de unos cuantos minutos de continuas vueltas entre edificios, terminamos en un amplio espacio abierto lleno de obstáculos. 

—Este es el campo de entrenamiento militar —Val me dijo—dónde tus mejores y peores momentos están por suceder.

—Por dios Val, no seas tan dramática. Sólo es un campo de obstáculos donde si eres buena, eres lo máximo. Y donde si fallas, todos; incluyéndonos a nosotras; nos vamos a reír de ti. 




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