NAT
Habían pasado ya dos días desde la última vez que había visto a Alec. Él había decidido trabajar con cada uno de nosotros individualmente o por grupos menores, y yo no había sido solicitada aún. Max tampoco. Pero ya siendo honestos, yo no sería quien iría a buscarlo.
Hacía dos noches lo fui a buscar sobre un sueño, mismo que creó dudas que nunca me fueron contestadas; pero me dieron hechos que podrían llevar a algo más. Quería respuestas, y creo que sabía como conseguirlas.
Asegurándome de que nadie me viera, en el espejo de la biblioteca accedí al salón Salavert. Y me dirigí a la sala de mujeres. La última vez que estuve aquí ojeé un par de libros y grimorios, y me encontré con uno de encantamientos interesantes; uno de ellos servía para invocar espíritus de los elementos. Estos no pueden mentir y todo lo que les dijeras cara a cara jamás lo repetirán. Los espíritus de los elementos escuchan todo lo que pasa a su alrededor, pero no repiten aquello que ha sido producto de una conversación con ellos. Coral de Fuego esta construida y protegida por espíritus, la misma directora es uno, si podía hacer el encantamiento correctamente, los espíritus de la escuela me podrían responder las preguntas que quisiera si las respuestas habían sido habladas dentro del Internado.
Sé que no debería hacer ningún encantamiento sin Alec presente, según Will es peligroso, pero también leí en los libros distintas maneras de mantener el control para un encantamiento como ese. Sólo necesitaba un par de hierbas y una vela.
Busqué ambos libros, accedí a la vitrina de los diccionarios y traduje las instrucciones y los nombres de las hierbas. Si mi reciente traducción estaba en lo correcto, la sala en la que me encontraba contaba con una puerta oculta que abría un almacén con todos los componentes que eran mencionados en los libros, o por lo menos la mayoría. Ahora sólo tenía que encontrarla.
No entiendo la necesidad de esconder algo dentro de un cuarto que de por sí ya está oculto, pero por alguna razón será. A veces creo que es mejor no preguntar. Empecé a buscar la entrada al almacén. Moví libros, floreros todo, con tal de intentar que alguna abriera una puerta, todos fueron intentos fallidos. Así que fui al salón principal a ver si encontraba algo por ahí.
Busqué por lo que parecieron horas, exhausta me senté en uno de los sillones, y fue entonces cuando algo llamó mi atención. Uno de los cuadros en la sala, para ser más exactos, el que se ubicaba al lado opuesto de la chimenea, retrataba unas escaleras. Una verdadera obra de arte, las profundidades eran sorprendentes y los usos de iluminación eran casi realistas. Me paré y me dirigí hacia él. Podría inclusive pensar que podría tocar esas escaleras. Toqué el cuadro, por instinto hice un rastreo mental de energías y recité:
—Fac me introire— mi mano cruzó el cuadro, y siguiendo su camino, mi cuerpo empezó a subir las escaleras. Pronto me encontraba en un cuarto únicamente iluminado por esferas flotantes de luz y estantes de madera oscura llenos con frascos de vidrio.
Lo único aparte de estantes, era una pequeña mesa que detenía un libro. Me acerqué hasta él, y pronto leí su título: "Guía de búsqueda del almacén". Abrí la primera hoja y entonces vi las instrucciones de uso:
«El almacén Salavert es un cuarto con todos los ingredientes posibles de pociones ubicados en los grimorios de la familia misma. Si uno está aquí, es porque algo desea encontrar. Coloque una mano sobre el libro y entonces diga el ingrediente que busca. El libro abrirá la página que le mostrará la ubicación de este.»
Okey, no parecía ser tan complicado. Sólo tendría que hacerlo por todos los ingredientes. ¿Qué tan tardado podría ser?
La respuesta es MUCHO, llevo más de media hora y todavía no llevo ni la mitad de los ingredientes, el lugar es inmenso. Puede que el libro me facilitara las cosas un poco, pero tendría que haber alguna otra forma de buscar los ingredientes, una más eficiente. Cuando regresara al salón, sería lo primero que buscaría después de hacer el encantamiento que quería.
***
Dos horas después por fin había terminado de recolectar todo lo que necesitaba, y estaba de regreso en la sala de mujeres, donde pronto empezaría con el encantamiento.
Encendí una vela como decía que debía de hacer. Hice la mezcla de las hierbas y tras compactarlas con un mínimo encantamiento, las coloqué sobre un plato al lado de la vela. Según las instrucciones, las hierbas y la vela funcionarían como un reloj; mientras tuviera el encantamiento que recitaba bajo control, las hierbas seguirían como estaban, en cuanto empezara a perder el control, estás se prenderían en fuego. El tiempo que tardarían en consumirse las hierbas en fuego era el tiempo que tenía para finalizar el encantamiento antes de perder el control completamente.
Era un reloj, no había red de seguridad. Si la hierba se quemaba, mi control se perdía y quien sabe las consecuencias. Sólo no tenía que perder el control. Una vez terminado el encantamiento tendría que prender las hierbas utilizando la vela colocada a su lado.
Abrí el grimorio con los encantamientos para convocar espíritus y asegurándome de que las hierbas no empezaran a arder, empecé a recitar:
—Estar y no estar son cuestiones de subjetividad. Uno puede estar sin ser visto y ser visto sin estar, y por ello sé que respuestas me pueden dar. Respondeo dicendum quod si quis audierit vocem meam.
Cerré mis ojos y me dejé llevar a mi mente, donde los espíritus se pudieron materializar. Estaba en un cuatro completamente blanco. Sentada en un lugar dónde, aunque no los veía, sabía que los espíritus estaban ahí. Esta vez conseguiría respuestas.
—Ha pasado mucho tiempo desde que hemos sido invocados por una Salavert—una voz empezó—¿crees que podamos saber tu nombre?
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Editado: 31.05.2024