Coral de Fuego

Capítulo XXXIV

NAT

Entro a mi habitación y efectivamente me encuentro con mis dos mejores amigas: una envuelta en una toalla y la otra caminando en ropa interior de mi armario a mi cama eligiendo nuestra ropa de esta noche. 

     —Querida, ¿qué opinas? —pregunta Val mostrándome un conjunto de una blusa negra de cuello alto, pantalones de nieve igual negros y chamarra blanca.

     —Me gusta, pero no sé si yo me quiera vestir de blanco— le digo.

     —Que va, si esto es para Isa, tus esquís son plata así que tu chamarra será negra y tu blusa y pañuelo gris casi blancos. 

     —Con que ya fuiste a ver el equipo de cada una. 

     —¿Cómo iba a elegir la ropa si no? Métete a bañar que te tienes que secar el pelo si no quieres que se te quiebre. 

     —Está bien—digo —. Me sorprende que aún tengas tanta energía—agrego casi en un susurro. 

     —¿Mande? —me responde.

     —Nada— contesto rápido riéndome para mis adentros. 

     —Haré como que no escuché—me contesta dejándome claro que sí lo hizo. 

     Me meto corriendo al baño, me doy una buena ducha y cuando salgo me empiezo a secar el pelo aún envuelta en la toalla. Las chicas están tiradas en mi cama cambiando canales a la tele.

     —¿Creen que los vecinos estén guapos? —pregunta Val. Isa y yo nos volteamos a ver y levantamos una ceja— ¡Por Dios! Sí se vale que tengamos ojos— Val se queja. 

     —¿Te tengo que recordar que tenemos novios? —le dice Isa.

     —Error, tú tienes novio; Nat está destinada con un tipo hermoso con quien sólo ha compartido un beso y un pico; y yo solo tonteo con su hermano. 

     —Val tiene un punto—agrego mirándolas por el espejo. 

     —Ya lo sé—dice Val—, así que cuando estemos con los vecinos, Nat y yo si están buenos podemos darnos con alguno. Isa, a menos que le quieras se infiel a Xav, sólo tienes permitido tontear—agrega Val. 

     —¿Es enserio?  —pregunta incrédula Isa. Val asiente y cuando me voltea a ver preguntándome mi opinión igual termino asintiendo— ustedes dos no tienen salvación—nos dice. 

     —Alec y yo no hemos pactado nada acerca de lo que tenemos, todavía me quedan unos cuantos días de libertad antes de que platiquemos bien. 

     —Max y yo tenemos una relación abierta, ninguno quiere nada serio— Val se excusa. 

     —De Val lo entiendo, pero ¿Nat? Alec te va a matar. 

     —No es mi dueño.

     Me molesta decirlo, pero es verdad. Alec y yo nos besamos en la biblioteca de grimorios, el mejor beso de mi vida, pero ¿eso significa que soy su novia? El beso sirvió para darme a entender que realmente en algún punto vamos a intentar lo nuestro y que la atracción que siento por él, él la siente por mi. Pero técnicamente no hemos hablado nada acerca de una etiqueta. Así que si algo sucede con alguno de los vecinos, bien por mi; si no, tampoco lo voy a buscar. Sólo faltan tres semanas y lo volveré a ver. 

     Nos terminamos de arreglar y así nos encontramos con Max en el armario del garaje donde guardamos todo nuestro equipo de esquí. Les entrego a cada uno su poción ya activada y las tomamos.

     Mientras Isa, Val y yo cargamos nuestros esquíes, Max agarra su snowboard y nuestros cascos. Isa y yo los subimos a mi BMW blanco y Max y Val al negro. Nos montamos en nuestros coches respectivos y partimos para la casa de los vecinos que está a un par de minutos. 

     Max guía el camino. Nos estacionamos afuera de una cabaña al estilo clásico de un chalet. Nos bajamos de los coches y como si les hubiéramos avisado, tres chicos salen de la cabaña. Un güero de ojos azules, un castaño y un pelinegro. 

     —Max, qué hay amigo— se acercan a saludar a mi hermano.

     —¿Nos vas a presentar? — pregunta el castaño señalándonos con la cabeza.

     —Por supuesto—dice mi hermano— la chaqueta rosa es Valeria, chaqueta blanca Isabel, y negra mi hermana Natalia.

     —Nos pueden decir Nat, Val e Isa—me apresuro a decir mientras me acerco a saludarlos de beso— no acostumbramos a responder a nuestro nombre completo—los chicos ríen.

     —Gemelos interesante—dice el pelinegro.

     —¿Qué nos delató, los ojos? —bromeo pues sé que nos parecemos demasiado. 

     —La sonrisa de hecho— me aclara el pelinegro— soy Evan.

     —Mucho gusto Evan. 

     —Alan —agrega el castaño.

     —Riley —dice el güero. 

     —Un placer —dice esta vez Val. 

     —Pues ya que todos nos conocemos, ¿qué dicen si vamos saliendo a la montaña?

     —¡Perfecto! Hace rato cargamos la camioneta con nuestros equipos, ¿nos siguen? —pregunta Evan.

     —Por supuesto —responde Max.

     Alan desaparece dentro de la casa y pronto vuelve a salir con un backpack y las llaves del coche. Mismas que le avienta a Riley y este se mete al garaje a sacarlo. Pronto, un jeep negro está en la entrada junto a nuestros coches. Nos montamos cada uno en su camioneta y comenzamos el camino. 

***

     Veinte minutos después, estamos llegando a un remonte abandonado. Bajamos las camionetas y nos acercamos al resto. 

     —Los dueños abandonaron este remonte después de que se dieran cuenta de que era muy complicada la bajada y que eso les reducía los ingresos. Pero todo está en perfectas condiciones— nos dice Riley. 

     —¿Cómo sabes eso? —pregunto.

     —Vengo con frecuencia desde que soy un niño.

     —Y su papá es el dueño— agrega Alan.

     —¿Es en serio? —pregunta Isa. Riley asiente. 

     —¿Pues que esperan? Hay que subir —Max nos anima.

     —Pues a subir se ha dicho— dice Evan.

     Riley se aleja un poco de nosotros y entra a lo que parece un centro de control. Enciende unas luces dentro del cuarto y pronto lo que antes era un remonte estático comienza a moverse. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.