Coral de Fuego

Capítulo XXXVI

ALEC

El día por fin había llegado. Por fin nos uniríamos a los chicos en la casa de los Alpes. Por fin vería a Nat otra vez. 

Termino de cerrar mi maleta, que es pequeña pues tengo bastante ropa en la casa. Alguien toca a mi puerta y entra. Es Will.

     —¿Listo? Nuestro vuelo sale pronto. 

     —Sí, sólo deja agarro un abrigo. 

     Salimos de mi habitación y llegamos al estacionamiento del internado. Will abre un portal para sacar el coche de la barrera del escuela y nos dirigimos al aeropuerto. 

     Habría sido más sencillo tomar el Salón Salavert como pasadizo, pero la verdad ya teníamos la costumbre de llegar por nuestra cuenta. Después de todo así es como solíamos hacerlo; antes de que llegara Nat para borrar las huellas de los portales.

Sin embargo, Nat si nos había dado algo para el viaje. Las pociones de niebla. Llegamos sin ningún inconveniente al aeropuerto de Berna. Tomamos uno de los coches del garaje de la familia de Will y tomamos camino a la casa. 

     Un par de horas después estábamos estacionándonos junto a los otros cuatro coches; entre ellos mi Land Rover.  Y entramos a una casa bastante silenciosa para ser habitada por cuatro adolescentes. Dejamos nuestras maletas en nuestros cuartos y nos sorprendimos de no toparnos con ninguno de los chicos. Llegamos a la cocina y tampoco hay rastro de ellos. No es hasta que llegamos a la alberca que nos encontramos con cuatro adolescentes entre inconscientes y con un buen nivel de cruda.  

     —Qué bello es saber que son unos chicos responsables—comenta Will reteniendo la risa.

     —¿Will? —pregunta Isa con un claro dolor de cabeza. 

     —El mismo. 

     —¿Ya llegaron? —pregunta Max con el mismo malestar.

     —No, somos proyecciones —contesto, nótese mi sarcasmo. 

     —¿Alec? —dice Nat. 

     La niña estaba acostada en el colchón junto con Val. La segunda claramente inconsciente. 

     —Eso parece—digo mientras analizo su estado. 

     Nat hace un intento de pararse a saludarnos pero vuelve a caer en la cama con un claro mareo. 

Su condición realmente era lamentable. Son adolescentes y todo, pero no se podían ni parar y era claro que llevaban prácticamente toda la tarde aquí sin consumir nada de alcohol. 

Nat vuelve a intentar pararse y vuelve a fallar. 

     —Nati, quédate quieta—dice Will—nos pueden explicar ¿qué rayos les pasó?

     —¿Fiesta?

     —Sí, eso está claro. ¿Pero de cuantos días y qué consumieron? —pregunto. 

     —La fiesta no fue el problema—empieza Nat—fue la mezcla de cosas lo que nos golpeó.

     —¿Sé puede saber qué? —Will pregunta. 

     —¿Poción de niebla, alcohol y unas pastillas para ver en la oscuridad? —dice Max un poco inseguro. 

     —¿Pastillas para ver en la oscuridad? —pregunto. 

     —Si... digamos que salimos a esquiar en la noche—nos dice una Valeria que apenas está despertando. 

     —Pues espero hayan aprendido su lección de no mezclar esas cosas. 

     —Créeme que lo hemos hecho—dice Max— la próxima vez no tomaremos las tres cosas durante doce días seguidos. 

     —¿¡Doce días?! —indaga Will un poco sorprendido. 

     —Fiesta larga... —comenta Val. 

     —Por dios niños. Realmente no sé si reírme o regañarlos—dice mi amigo aún divertido con la situación. 

     —Yo creo que reírnos es la respuesta correcta—le digo—ya están sufriendo suficiente. ¿Se pueden parar?

     —Eso creo—contestan los cuatro. 

     —Sale, váyanse a bañar y después vayan a la cocina. 

     —Gracias Alec—dicen mientras empiezan a salir por las escaleras. Nos quedamos solos Will y yo. 

     —Pues que buena bienvenida nos han dado los chicos ¿no crees? —dice mi amigo riendo. 

     —Por lo menos pueden caminar. Recuerdo fiestas que nos dejaban por los suelos a nosotros. 

     —En eso tienes razón. ¿Y qué hacemos ahora?

     —Lo mismo que hacíamos tu y yo. 

     —¿El remedio familiar?

     —El mismo. 

     Encontrar a los chicos medio muertos en la alberca había sido gracioso. Claramente no lo habían hecho conscientemente y habían tenido un pequeño problema en abuso de cantidad y mezcla de sustancias. Lamentablemente, Will y yo nos podíamos relacionar con ellos. La única diferencia era que nosotros sabíamos como quitarnos la cruda del día después. 

     Will y yo subimos a la cocina y sacamos un pequeño libro de uno de los cajones. Era un grimorio Salavert con algunas pociones para pequeñas enfermedades o malestares. Will y yo lo encontramos alguna vez que decidimos entrar a investigar la biblioteca de mujeres de su familia, y la verdad nos había venido muy útil en muchas ocasiones. 

     Y la poción más usada: "Cafre" que era la que se utilizaba para la eliminación de sustancias tóxicas o excesivas para el cuerpo y sus efectos posteriores al consumo. 

Will empezó y terminó la bebida colocándola en cuatro vasos sobre la barra. Nos preparamos una bebidas para nosotros y nos sentamos en unos de lo taburetes de la cocina. 

     Los chicos poco a poco empezaron a aparecer. Max fue el primero. 

     —¿Mejor después de la ducha? —pregunto. 

     —Te mentiría si te digo que estoy como nuevo. 

     —Tómate uno de los vasos de la barra, vas a ver cómo ayuda. 

     —¿Qué es? —pregunta. 

     Aparecen las tres chicas. 

     —Sólo tómenselo después les decimos —concluye Will. 

     Val, Isa, Max y Nat se lo toman y en cuestión de minutos ya están como nuevos. 

     —Por Dios, ¿qué rayos era eso? —pregunta Isa.

     —La solución a su problema —decimos Will y yo riéndonos. 

     —Necesito esa receta —dice Val sentándose junto a nosotros. 

     —Creo que nos ha quedado claro que los cuatro la necesitan—les digo.  




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